Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
A veces pienso que Pedro Castillo (PC) está dentro de una burbuja, no sé si construida por él o por quienes lo rodean, pero, tras cerca de cinco meses sin dialogar con la prensa, ni de aportar información a la justicia a pesar de pregonar tantas veces, que siempre estaría a disposición para colaborar con el poder judicial, no pasa nada.
Estamos ad portas de cumplir su primer año de mandato y no ha hecho absolutamente nada positivo por el país. Ha viajado a diversos lugares como poseído, escapando del escrutinio de la prensa y hasta evadiendo las citaciones coordinadas con la Fiscalía de la Nación. No sólo eso, sino que los de su entorno más próximo, amical, familiar y de colaboradores directos, están fugados, desaparecidos, no declaran y finalmente, apelan a su derecho constitucional a guardar silencio. ¡Qué manera de colaborar con la justicia!
Lo cierto es que, tal como resalta la prensa, lo que sí viene acumulando ya no son denuncias periodísticas, sino acusaciones fiscales. Recuerdo que, en noviembre pasado, cerca de los 100 días de gobierno, en una entrevista con Milagros Leiva, ante su pregunta respecto a un pedido de vacancia le contesté: “Nos quedamos sin presidente o nos quedamos sin país. Escojan”. Hoy, ya cerca del primer año y viendo la tendencia, es evidente que lo más probable es que ocurra lo segundo.
Ya sabemos que no hay nada más peligroso y agresivo que una rata acorralada y me temo, que esa es la situación que agobia a PC. Un individuo acorralado por las denuncias, con la familia más cercana (sobrinos e hija putativa) y amigos íntimos que han sido sus colaboradores más cercanos, empapelados, denunciados y acusados por colaboradores eficaces, todos ellos, prófugos de la justicia, mientras algunos colaboradores eficaces van aportando pruebas.
Una situación tan desesperada para PC como la descrita, lo estaría impulsando a maquinar y eventualmente a cometer actos inconstitucionales y penados gravemente. Se le observa a él y a algunos de sus ministros, empezando por el premier, jugando con la idea de la “sorpresita” para el discurso de 28 de julio y, hace pocos días, el ministro de justicia diciendo en la radio, que “estarían considerando el cierre del congreso y que ese acto sería constitucional”.
Las personas que han deslizado estas ideas son abogados. La pena que da, es que ellos no sean capaces de comprender lo que manda la constitución e identificar claramente, cuáles son las condiciones requeridas para que un presidente pueda disolver el congreso. Pero no, ellos lo sueltan “a lo bestia” y quieren dejar flotando la idea en el imaginario colectivo, como si ésta fuera una posibilidad legal y real.
Me parece percibir un alto grado de desesperación, el mismo que los tiene fuera de control y al borde de llegar a cometer algún exabrupto. En primera instancia, habría que hacerle ver, a quién acaricie esa idea, que las instituciones que se deben al Estado y a la defensa de la constitución, no les permitirían el quebranto de la misma.
Ciertamente, aunque este paso es absolutamente indeseable, es el mejor favor que PC y sus secuaces, podrían hacerle al Perú, puesto que, a partir de ese momento, pasan a la ilegalidad absoluta, nuestros institutos armados podrían respaldar el cumplimiento de nuestra constitución y estos delincuentes pasarían de inmediato a cumplir una larga carcelería.
Lo lamentable de este desenlace, es que esto bien podría costar un derramamiento de sangre de muchos peruanos inocentes y de otros tantos engañados por estos terroristas camuflados de políticos.
Mención aparte merecen los cerca de 50 congresistas de tres bancadas de izquierda que, junto con congresistas de Acción Popular, Morados, Podemos y Somos Perú, acompañados de la mayoría de Alianza para el Progreso, vienen siendo capaces de poner sus intereses personales, particulares o grupales, por encima de los sagrados intereses del Perú y su población. En el Perú de hoy, individuos ligados al narcotráfico, tala y extracción ilegal de minerales, entre otras actividades delictivas que financian a muchos de esos congresistas y sus campañas, han sido capaces de captar y atraer en su actividad a ciudadanos poco formados cívica y políticamente, llevándolos a cifrar sus expectativas en estos políticos que actúan como mafia. Votantes que, obviamente no lo hicieron, ni les interesó analizar la catadura moral de los candidatos, ni hacer la menor evaluación de la trayectoria política y cumplimiento de la ley, encumbrando de esa manera a mucha gente con un pasado corrupto.
No había conocido jamás un país en el que, con la cantidad de delincuentes prófugos de la justicia tan cercanos al presidente, incluyendo al núcleo familiar más próximo, congresistas como los mencionados, no se avergüencen y sostengan en el poder al sindicado como cabecilla de la organización criminal que detenta el gobierno. Sin embargo, la reciente denuncia del ministro del Interior –en funciones al momento de la entrevista- diciendo: “No tengo la menor duda que Castillo tiene un compromiso con la corrupción”, que “No merece estar un momento más en el gobierno”, “Tengo temor a las represalias que pueda tomar este gobierno” que “el presidente y su entorno familiar es de temer” y que está acompañado por un primer ministro del que dice “Aníbal Torres es un pobre diablo”.
Con todo ese cúmulo de testimonios de colaboradores eficaces y funcionarios de alto nivel, esperemos que la Fiscal de la Nación, el Poder Judicial y los miembros probos de la Policía Nacional, impidan la fuga de cuanto delincuente gubernamental se haya podido identificar y que esos congresistas, que hasta hoy se han puesto de perfil, declaren finalmente la vacancia de Castillo.
Pero no, aquí parece que no pasa nada y, ya nadie entiende si Castillo está en una burbuja para que nada ni nadie lo toque o interrogue, o a los peruanos nos han puesto en una burbuja que nos impide ver y sentir la realidad y actuar en consecuencia.
¡Afuera los corruptos! Lampadia