Finalmente, se vislumbra un rayo de esperanza en medio de la crisis política en la que se ve inmersa Gran Bretaña, al no contar aún con un acuerdo de salida de la UE, conforme avanzan los días hacia la fecha límite para su presentación, el 29 de marzo.
Como indica un reciente artículo de Financial Times, el líder del Partido Laborista, principal partido de oposición al Partido Conservador, ha anunciado que respaldará un segundo referéndum, planteando la posibilidad de que se revierta el Brexit.
Como señala el prestigioso diario británico, esto se da en un contexto de insistente presión por parte de los parlamentarios y miembros de dicho partido – incluidos decenas de miles de jóvenes que se han unido a este en los últimos dos años – que creen que el Brexit causará un gran daño a la economía, como bien hemos expuesto en anteriores ocasiones (ver Lampadia: El Reino Unido tendiendo al suicidio económico y político, La crisis del Brexit continúa, El debate del acuerdo de salida del Brexit continúa). Asimismo, marca un antes y un después para una coalición política que respaldó ampliamente, con cerca de 3 millones de votantes laboristas, al Brexit en el referéndum del 2016 y, más recientemente, en su manifiesto electoral del 2017.
Dado este giro político, ¿Qué tan probable es un segundo referéndum a la luz de este planteamiento del Partido Laborista, además de las recientes declaraciones emitidas por Theresa May el pasado 26 de febrero, en la Cámara de los Comunes?
En primer lugar, el éxito del planteamiento de los laboristas podría tener algunos obstáculos en el parlamento, en particular, para obtener una mayoría de votos en la Cámara de los Comunes. Como señala Financial Times, habría dos fuerzas políticas – con cierta prevalencia en cuanto a número de escaños en el parlamento – que imposibilitarían la ejecución de tal referéndum.
Por un lado, se tiene al ala conservadora pro-Brexit, que ven a dicho referéndum como un obstáculo para ejercer la “supuesta voluntad” del pueblo británico – como si aún se pudiera hablar de la existencia de tal voluntad – a ya no pertenecer al bloque europeo. Pero más importante aún, es el temor de la izquierda euroescéptica a que sus votantes, que en 2016 apoyaran el Brexit, ya no le otorguen legitimidad al partido.
En segundo lugar, es que si se tienen en cuenta las recientes declaraciones de Theresa May en la Cámara de Comunes, el pasado 26 de febrero, las probabilidades de que se de un segundo referéndum se difuminan aún más.
Ello porque, según fuentes del diario el País, la primera ministra insiste con conseguir el respaldo a su acuerdo de salida – que sufrió una aplastante derrota en el parlamento el pasado 15 de enero – sometiéndolo a una votación adicional, el 12 de marzo, revelando su preferencia de no convocar a referéndum. De no aprobarse tal acuerdo, ha planteado la posibilidad de negociar una extensión de la fecha límite, si es que los parlamentarios rechazan una salida sin acuerdo.
Inclusive ha propuesto presentar un documento que detalle el impacto económico que tendría una salida de Gran Bretaña de la UE sin un acuerdo de salida, lo cual constituye una completa falta de respeto y hasta desfatachez hacia el pueblo británico, que desea saber los términos que implicarían la salida de su país del mercado único.
Estas declaraciones solo ponen en evidencia una vez más lo que venimos advirtiendo en anteriores publicaciones: la falta de racionalidad por parte de la clase política británica dirigente para tomar decisiones sin tomar en cuenta las atroces consecuencias, en materia económica y política, que tendrían para con su pueblo. Y en la cúspide de esta irracionalidad, se ubica la insistente demanda de May por salir de la UE con acuerdo o sin acuerdo.
Afortunadamente, y contra todo pronóstico, se ha deslindado la posibilidad de aplazar la fecha límite de la negociación, lo cual da mayor margen de acción para elaborar un acuerdo de salida con una mayor sensatez y cordura y por qué no, para seguir insistiendo con un segundo referéndum, como una verdadera solución democrática. No hay nada mejor que escuchar la voz del pueblo, en plena riña de políticos que, como siempre, creen tener la solución a todos los problemas del país. Lampadia