Jaime de Althaus
Para Lampadia
Esta vez el Congreso dio una gran noticia: aprobó la bicameralidad por 93 votos. Queda pendiente la segunda votación en marzo, que sin duda prosperará. La restauración de un Senado solo revisor de las leyes que aprueba Diputados es el pilar fundamental de la reforma política, porque permitirá mejorar la calidad de las leyes.
También porque llevará a mejorar la calidad de los congresistas, pues permitirá intentar recuperar a las élites académicas, profesionales y empresariales para la política nacional en la medida en que más de la mitad de su conformación es elegida en distrito nacional único, tal como establece el proyecto.
Pero, además, si la cámara de diputados es elegida en distritos uninominales -algo que queda librado a la ley que al efecto se promulgue- eso también mejorará la calidad de los representantes porque en un sistema como ese participan pocos candidatos en cada circunscripción de modo que el elector puede escrutar y escoger mejor.
Un congreso bicameral, además, atenúa el eventual conflicto con el Ejecutivo, porque se limita internamente. Asimismo, es positivo que los candidatos a la presidencia también puedan postular al Congreso, porque eso levanta el nivel político del foro y les da liderazgo y coherencia a las bancadas.
La reelección indefinida de los congresistas, incluida en este proyecto, también ayudará a mejorar la calidad de la representación, en la medida en que los ciudadanos reelijan a los buenos. Se va formando así una clase política profesional.
Esta reforma debería ser complementada con una que impida que los condenados por delitos graves puedan postular a cualquier cargo, y con la autorización para que las empresas puedan financiar, de manera transparente, campañas electorales -de modo de no dejar la cancha libre a las economías ilegales- y también la formación de centros de investigación en los partidos con una parte del impuesto de la renta que pagan: think tanks por impuestos. Así gente con altas calificaciones se interesará en ingresar a los partidos.
Pero, adicionalmente, algo interesante es que la aprobación de esta mega reforma puede representar un punto de inflexión en la imagen y la agenda del Congreso, dando paso a la agenda de reformas políticas, económicas y sociales que el país necesita a gritos para salir del círculo vicioso de empobrecimiento y degradación en el que ha caído y retomar un crecimiento acelerado que le permita volver a reducir la pobreza.
Ahora que el Ejecutivo, según se ha visto en CADE, está mucho más dispuesto a trabajar con el sector privado en una serie de metas incluso sociales, es clave que el Congreso se sume a un esfuerzo serio de reconstrucción nacional. Ayudaría al propio Ejecutivo que la centroderecha en el parlamento pase a una oposición seria y exigente a partir, precisamente, de una agenda de reformas. La censura al ministro del Interior, Vicente Romero, puede ser también parte del punto de inflexión si es que desemboca en un trabajo serio de fiscalización de los planes de lucha contra la delincuencia y la criminalidad organizada.
Por ejemplo: El Ejecutivo aprobó un decreto de urgencia para transferir 111 millones de soles a las municipalidades en emergencia para que habiliten unidades de flagrancia, clave para que no haya impunidad. ¿Hay un seguimiento de eso? ¿Se reúnen los comités distritales de seguridad ciudadana? ¿Se está destinando más recursos y personal a las unidades de investigación e inteligencia? También se necesita una ley que le devuelva atribuciones de investigación a la policía. Y así sucesivamente.
Para no hablar de las reformas económicas y laborales. El Congreso está enmendando. Recemos porque se mantenga en ese rumbo. Lampadia