Jaime de Althaus
Para Lampadia
La amenaza de un Niño en los próximos meses contiene una oportunidad que es al mismo tiempo una obligación: evacuar y reubicar a las familias que ocupan zonas de alto riesgo y reubicarlas en urbanizaciones aledañas bien planificadas, aunque inicialmente quizá se requiera viviendas e instalaciones temporales. Si eso se hiciera y se hiciera bien, el país habría dado un paso trascendental en el ordenamiento territorial y urbano de cara a los desastres naturales, y en la creación de una cultura de prevención. Sería revolucionario.
Quien ha dado la pauta ha sido el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, quien, según informa Perú21, ha propuesto la reubicación de unas 20 mil familias afectadas por las lluvias que viven en quebradas o en las riberas de los tres ríos que cruzan la ciudad (Lurín, Chillón y Lima).
“Hay dos zonas, una Lima Norte y otra Lima Sur, donde vamos a hacer el diseño, junto con Ministerio de Vivienda, para tener una alternativa… Tenemos que crear una ciudad modelo para esas 20 mil familias”, dijo en conferencia de prensa.
Una alianza de la municipalidad de Lima con el Ministerio de Vivienda, la empresa privada y Techo Propio (para financiar los nuevos establecimientos), es la ruta a seguir. Porque de esa manera el ministerio de Vivienda podrá liderar ese mismo programa de reubicación y asentamientos urbanos en zonas seguras, en las principales cuencas en las que hay poblaciones instaladas en áreas peligrosas.
Ese programa debe venir acompañado de una ley que establezca penas muy altas para las autoridades que vendan u otorguen licencias en las zonas prohibidas y para las personas que vendan y se instalen en esas áreas.
Y montar un sistema de monitoreo, vigilancia y reacción rápida ante vulneraciones existentes. Todo esto equivaldría a un gran esfuerzo civilizatorio.
Si no lo hacemos ahora, que estamos con la espada de Damocles de un Niño encima, no lo vamos a hacer nunca. De otro lado, esto le permitirá al país ponerse detrás de una causa y de una gesta colectiva que beneficia a muchos, pasando del clima de confrontación y desaliento a uno de construcción y lucha por un objetivo común muy valioso.
Todo esto sin dejar de avanzar en los planes y obras de prevención que ya había iniciado la Autoridad de Reconstrucción con Cambios, convocando a esa Autoridad a los mejores profesionales.
El Perú puede convertir un gran desastre natural en una gran oportunidad para encontrar el rumbo nuevamente y reencontrarse consigo mismo. Lampadia