Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 2 de setiembre de 2024
Para Lampadia
Los estatistas son como la hierba mala… nunca mueren. Ni la escandalosa quiebra de Petroperú les remueve sus consciencias. Ellos son estatistas… y estatistas morirán. Nada – ni nadie – los hará cambiar.
Sus narrativas son inconfundibles. La demonización de ciertas palabras los delata. Por ejemplo, para los estatistas no hay empresario privado bueno. Todos son corruptos, clientelistas, explotadores y evasores de impuestos. Los congresistas estatistas pueden ser “niños coimeros”, “mocha sueldos”, y “violadores sexuales”, pero no. Ellos son los buenos. Los empresarios son los malos. Así piensan los estatistas.
Según ellos, las empresas sólo benefician a sus dueños o accionistas. No ven ningún beneficio para los trabajadores de las empresas donde trabajan. Al contrario – según los estatistas – los trabajadores pierden a costa de los empresarios. Y ni hablar de los beneficios a los consumidores. Para los estatistas, las empresas – aparte de esquilmar a sus trabajadores – lucran a costa de los indefensos consumidores. Palabras como libertad, innovación, mercado libre, propiedad privada, competitividad – entre otras – los sacan de sus casillas.
Los espacios favoritos de los estatistas son las escuelas y universidades. La prensa y las redes sociales – salvo escasas excepciones – tampoco se quedan atrás. Los estatistas se expresan también a través del cine, el teatro, y la literatura.
Algunos confunden estatismo con socialismo, o izquierda política. Pero no… no son exactamente lo mismo.
Hay algunos pocos casos de socialismo o izquierda política, hasta cierto punto rescatables: Nelson Mandela en Sudáfrica, Ricardo Lagos en Chile, Alfonso Barrantes en Perú… Aunque, casi siempre la izquierda y el socialismo tienden al estatismo. Y por eso fracasan. Jamás ha habido un solo caso de estatismo exitoso en el mundo… ¡ni uno!
El estatismo es dogmático, intolerante, cínico, indolente, abusivo, ineficiente, híper burocrático, y… 100% corrupto. No hay estatismo que no termine en tiranía elitista, empobrecimiento generalizado, y violencia. Si no, pregúntenles a los venezolanos. O ¿por qué los cubanos y nicaragüenses siempre migran hacia Estados Unidos?
Y por el lado nuestro ¿acaso no fue eso lo que vivimos los peruanos en los años 70´s y 80´s? Por ello, muchos de nosotros tenemos razones – más que suficientes – para detestar el estatismo. Sobre todo, los que vivimos – en consciencia – aquella nefasta experiencia de híper inflación, control de precios, escases de dólares, migración masiva, y colas interminables para comprar alimentos, combustibles, medicamentos, etc.
La principal función del Estado debe ser administrar justicia y mantener el orden público. A ese respecto – por cuestiones de justicia – el Estado es fundamental para garantizar el acceso a la salud y educación de todos los peruanos. Sobre todo, de los más pobres. En ese sentido – que quede claro – el Estado es indispensable para la vida civilizada de todo país. El tema es su rol… y su tamaño.
El problema de los estatistas es que quieren un Estado que todo lo haga y que todo lo dirija. Para muestra un botón… el pésimo manejo de Petroperú. Sin embargo, los estatistas insisten en salvar Petroperú… con la plata de todos los peruanos. ¡Qué tal consciencia! Pero hay más. El pésimo manejo de la pandemia – y la economía – de parte de nuestro Estado que se cree todopoderoso.
Incluso – no hace mucho – los estatistas salieron con el cuento de la obligatoriedad del expendio de medicamentos genéricos por parte de farmacias privadas. ¿Por qué el Estado no vende los medicamentos genéricos, a través de las farmacias de EsSalud y de los hospitales del MINSA? De ninguna manera – dijeron los estatistas – mejor, obliguemos a los privados a asumir dicha responsabilidad. O sea, más contradictorios, no pueden ser.
Los no-estatistas (liberales) queremos un Estado que se limite a sus funciones básicas: justicia, seguridad, salud, educación, infraestructura… y paremos de contar. Y que sea eficiente y liberador del talento y la energía de la ciudadanía, en ambiente de libertad.
Las palabras “Meritocracia” y “Flexibilidad Laboral” también irrita a los estatistas. Para ellos, los conceptos de productividad y eficiencia no cuentan para nada. Su slogan favorito es “a igual función, igual remuneración”. Incluso, han llegado al extremo de inventar el “Trabajo Hereditario”. Es decir, si el padre – o la madre – se jubila, enferma, o muere… el puesto lo hereda el hijo. Pues bien, eso que parece una locura, ocurre en ciertas empresas estatales… SEDAPAL y Petroperú, entre otras.
Y así por el estilo. Los estatistas han llegado al extremo de demonizar actividades como la minería, la agroexportación, la pesca industrial, las AFP´s, y hasta las farmacias y clínicas privadas… sólo por no ser estatales.
¡Tengamos mucho cuidado con los estatistas retrógrados y acomplejados, porque están vivitos y coleando! Y nos están llevando nuevamente a la ruina… como aquí en los años 70´s y 80´s, y como en Venezuela, Cuba y Nicaragua, actualmente. Lampadia