Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 1 de mayo de 2023
Para Lampadia
¿Qué dice la Constitución respecto de nuestro sistema político?
La República del Perú es democrática, social, independiente y soberana. El Estado es uno e indivisible. Su gobierno es unitario, representativo y descentralizado, y se organiza según el principio de la separación de poderes. (Título II, Capítulo I, Artículo 43)
Y ¿qué dice respecto de la descentralización?
El territorio de la República está integrado por regiones, departamentos, provincias y distritos, en cuyas circunscripciones se constituye y organiza el gobierno a nivel nacional, regional y local, en los términos que establece la Constitución y la ley, preservando la unidad e integridad del Estado y de la Nación. (Título IV, Capítulo XIV, Artículo 189)
Sin duda, se trata de un texto constitucional muy acertado y bien intencionado. Somos un país unitario. Pero, en la práctica ¿cómo es la nuez? ¿Cómo operan – en los hechos – las regiones?
Bueno pues… en los hechos, las regiones operan como feudos autónomos. Tipo los señoríos de la Edad Media. Los gobernadores regionales son sus amos y señores.
Salvo muy contadas y efímeras excepciones, los gobernadores y sus allegados extorsionan a la población en el otorgamiento de brevetes y licencias, subastan puestos de trabajo al mejor postor… en hospitales, escuelas y demás dependencias regionales, cobran diezmos por compras y contrataciones del gobierno regional, sobornan a periodistas para encubrir sus delitos, coimean – al alimón – con congresistas que gestionan fondos públicos para sus regiones…
¡Total podredumbre! En los hechos, así es la nuez en la mayoría de gobiernos regionales de nuestro país.
Por lo pronto, así actuó Javier Gallegos – gobernador regional de Ica – durante el período 2019 / 2022. Tal cual Vladimir Cerrón en Junín, César Álvarez en Ancash, Félix Moreno en el Callao, Gregorio Santos en Cajamarca, Martín Vizcarra en Moquegua, Elmer Cáceres Llica en Arequipa, César Acuña en La Libertad… y paro de contar porque no tendría espacio para consignar a todos los gobernadores regionales presos, enjuiciados y / o escondidos por actos de corrupción.
El hecho es que, en vez de un proceso de regionalización, hemos devenido en un proceso de feudalización de nuestro país, con nefastas consecuencias para la población… sobre todo, para los más pobres. Corrupción a más no poder, enriquecimiento descomunal de políticos mafiosos, un sinfín de obras públicas inacabadas y abandonadas, narcotráfico y sicariato fuera de control, extrema y creciente inseguridad ciudadana, tala ilegal y minería ilegal en auge, pésimos servicios públicos, pobreza a diestra y siniestra, altísimos índices de anemia y desnutrición infantil… esos son los denominadores comunes de la regionalización, o – mejor dicho – de la feudalización regional de nuestro país.
“Del dicho al hecho, hay mucho trecho” … dice el sabio refrán. En este caso, el dicho – el texto constitucional – es correcto. Yo diría, perfecto. Nada que observar al respecto. El problema es el hecho – la realidad regional – que es un caos total y absoluto.
Repito, la semana pasada, Javier Gallegos – ahora, exgobernador regional de Ica – pasó a la clandestinidad para evadir una orden de captura en su contra, por haber liderado la mafia de los brevetes en la región, tal cual los Dinámicos del Centro de Junín, del tristemente célebre Vladimir Cerrón. ¡Una raya más al tigre del fracaso de la regionalización en nuestro país! ¡Una vergüenza iqueña!
¡Y eso que faltan los casos de la venta de puestos en los hospitales y demás dependencias regionales, las coimas en las obras públicas, los sobornos a los periodistas iqueños… y demás! ¡Ay Gallegos… de dónde saliste tan corrupto! ¡De dónde salieron tantos gobernadores regionales… tan corruptos!
Ahora bien, hasta aquí el diagnóstico. Estoy seguro de que la gran mayoría de peruanos está de acuerdo en calificar a nuestro proceso de regionalización como un fracaso.
Sin embargo, llama profundamente la atención, la actitud pusilánime de muchas autoridades – ministros, congresistas, funcionarios públicos, analistas políticos, académicos, periodistas, dirigentes y público en general – de negarse a reconocer este fracaso. Y – peor aún – resistirse a solucionar este terrible problema del pésimo diseño estatal, en el ámbito regional.
Por ejemplo, quitarle las competencias de salud y educación a los gobiernos regionales… precisamente porque fracasaron en dichas funciones. Quitarle las competencias de inversión en obras de infraestructura… precisamente porque también fracasaron en dicha función. Y en su reemplazo, crear Autoridades Nacionales Autónomas (ANA´s) – tipo Banco Central de Reserva del Perú (BCR) – apolíticas, profesionales, altamente especializadas en cada una de las funciones regionales fallidas.
Pero no. Los pusilánimes esperan que el problema se solucione sólo, sin cambiar nada en materia legal o funcional. O sea, algo así como que las cosas sigan como están y ojalá mejoren… ¡sabe Dios cómo! Y mientras tanto, que los gobernadores sigan robando y enriqueciéndose a mansalva, y que los pobres sigan empobreciéndose, sin ninguna esperanza de mejora y bienestar.
No señores. Así no se gobierna. Así no se sirve a la población.
Mientras los gobernadores regionales sigan actuando como señores feudales, los Gallegos y los Cerrones y los Álvarez y los Vizcarras y los Acuñas seguirán haciendo de las suyas, y la población seguirá pagando los platos rotos.
Aunque a veces – como la semana pasada en Ica – los gobernadores corruptos tengan que esconderse como lagartijas, debajo de las piedras, para evitar ir a la cárcel, aunque sea por un tiempito… hasta que los encuentren. Lampadia