Jaime de Althaus
Para Lampadia
Más allá del sesgo presente en la manera como se hacen las preguntas, la “Encuesta Nacional de percepción de Desigualdades” de OXFAM-IEP es un indicador del grado de hegemonía cultural de la izquierda marxista en el Perú.
De un lado, es natural que exista la percepción de que el Perú es un país muy desigual (58%), que las diferencias entre pobres y ricos son demasiado grandes (59%). Podemos decir que esas percepciones corresponden a la realidad.
Pero cuando un 66% piensa que el país está gobernado por unos cuantos poderosos que buscan su propio beneficio, podríamos preguntarnos si se refieren al último o a los dos últimos años o en general.
En los últimos 30 años el país creció aceleradamente y en la propia encuesta la mayoría reconoce que su situación económica es mejor que la de sus padres cuando tenían su edad. En los hechos la pobreza se redujo drásticamente. ¿Es compatible esta realidad con la percepción de que el país está gobernado por unos cuantos poderosos en su propio provecho?
Evidentemente aquí se ha introducido una lectura de las cosas que ha ganado la percepción de la gente. Hay una narrativa que se ha impuesto. Del lado del “modelo”, en cambio, no ha habido relato alguno que hubiera permitido capitalizar los logros del crecimiento. Ello pese a que sí se manifiesta en la encuesta una creencia popular que de manera natural y espontánea considera que “si alguien trabaja duro puede llegar a ser rico” (59%) y que tener una buena educación es el atributo principal para tener una buena posición económica (85%). Es decir, las personas creen en el esfuerzo individual y en los valores meritocráticos, lo que en esencia es contradictorio con una sociedad dominada por grupos económicos en su propio provecho.
De modo que hay una base actitudinal de naturaleza liberal muy rica que debería ser elaborada culturalmente en una narrativa que potencie las virtudes de la economía de libre mercado.
Pero tan claro es que esa elaboración no se ha dado que un 50% considera que el Estado debería ser dueño de las empresas más importantes del Perú. Claro, si un 81% cree que las empresas ven la manera de no pagar sus impuestos. Tema en el que también la batalla de la (des)información ha sido ganada por la narrativa de izquierda, pues, como sabemos, un porcentaje muy elevado de la recaudación tributaria en el Perú procede de las grandes empresas, que están hiperfiscalizadas.
Batalla en la que uno de los lados sencillamente desertó. No ha sido capaz, por ejemplo, de darle forma interpretativa al hecho de que la población perciba como muy desigual el acceso a la justicia (83%) y la salud (70%). Y allí, si, la percepción coincide perfectamente con la realidad. Pero lo que se desprende de eso es la necesidad de reformar profundamente el Estado e introducir la meritocracia, y no que dicha desigualdad en el acceso a los servicios del Estado sea consecuencia de un orden en el que los ricos y los poderosos tienen excesivo poder, que es el mensaje que trasunta la encuesta.
Ya sabemos que quienes se oponen a la despatrimonialización y modernización de los servicios públicos y a la introducción de una gestión de desempeño y resultados son los pequeños grupos de poder gremial enquistados en la administración pública, apoyados por los políticos populistas.
Como que tampoco hay preguntas sobre la otra gran exclusión, la de la formalidad, responsabilidad también de una ideología que se ha encarnado en leyes y regulaciones para muy pocos y que muy pocos pueden cumplir.
En resumen, la encuesta en cuestión es una narrativa en sí misma, pero revela claramente los espacios conquistados por la izquierda en la guerra cultural y los territorios que deberían ser reconquistados para asegurar el futuro del país. Lampadia