Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Hemos seguido con atención la corta trayectoria del gabinete de “Pedro el breve”, quien fue al congreso, lamentablemente, con aires virreinales y a pesar de sus años en política, a dar casi un mandato de lo que quería hacer.
Ante una representación nacional tan característica de nuestra población, como la que tenemos, había que ir a confesar con humildad los errores cometidos durante estos cinco meses de epidemia; tanto en lo sanitario, como en lo económico. Para empezar, explicar que, queriendo o sin querer, las cifras de contaminados y fallecidos difiere sustancialmente de la realidad y que, tras el proceso de revisión metodológica y reconteo, se había identificado la realidad de 50,000 o 53,000 fallecidos y el número de contagiados que corresponde, debidamente detallado por departamentos y provincias, data que, para ser consistentes y serios, debió ser incorporado al informe diario de la Sala Situacional del MINSA de inmediato.
Sin está primera rectificación, resultaba muy difícil proponer una estrategia creíble y que logre la aquiescencia de los congresistas. El ejercicio pasaba por un profundo examen de conciencia, mostrando el consecuente dolor de corazón, que debió conducir a una confesión sincera de las fallas identificadas y al propósito de enmienda correspondiente. Si uno no es capaz de identificar sus fracasos y compartirlos como lecciones aprendidas, menos podrá identificar las medidas correctivas y, por lo tanto, no podrá ofrecer la satisfacción de obra que las dramáticas cifras de fallecidos, que enlutan a todo el país, demanda la población y sus representantes.
Luego de esa confesión descarnada, debió explicarse el esfuerzo económico efectuado por todos los peruanos, por qué se hizo una cuarentena tan irracional, por qué se manejo los bonos y apoyo social de la manera que se hizo y una evaluación de sus resultados positivos o negativos.
Del mismo modo, se debió explicar clara y cuantitativamente, qué apoyo económico se había dado a la población y a las empresas, así como, cuáles habían sido sus resultados. Un claro balance de estas acciones les hubiera permitido mostrar la magnitud de la sangría a las finanzas públicas y el consumo del fondo fiscal de reserva. Explicar en qué consistió el programa “Reactiva Perú” del Banco Central de Reserva, cuál era la lógica de su diseño, cuál era su propósito y si este se logró. No hubiera estado demás explicar al congreso, que permitir a las empresas de mediano tamaño (grandes para ellos) el acceso a este crédito, fue el mecanismo que permitió a estas empresas el pago de facturas en favor de sus proveedores; micro y pequeñas empresas y que, al recibir las MYPES el pago de sus facturas, se evitó que ellas se endeuden más de lo necesario (por no tener que financiar lo que las empresas más grandes les debían).
Un claro y conciso plan sanitario para encarar el desafío futuro de la pandemia, incluyendo las medidas rectificatorias: pago de remuneraciones pendientes al personal hoy impago, contratación del personal de salud a incorporar, adquisición de pruebas moleculares y diseño del plan de control a base de monitoreo digital con geomática, compra de equipo de protección para el personal sanitario, compra de medicinas y esquema de atención de la epidemia en etapa temprana (cuando hay mayor probabilidad de éxito), plantas de oxígeno a nivel nacional, manejo centralizado de la salud y sus compras.
Determinación cuantificada de los esfuerzos de apoyo económico a la población vulnerable, MYPES y pequeños agricultores. Todo este esfuerzo debió quedar plasmado en el Marco Macroeconómico Multianual y, con estos números en la mano, plantear al congreso qué estímulos se debe dar, qué sectores pueden en el corto y mediano plazo inyectar inversión privada y generar recursos fiscales, pues de esto dependerá la posibilidad de sustentar económicamente todo lo que el Estado debe gastar en el trabajo planteado.
Estoy seguro que con un esquema de estos, así de claro y a la vena, le hubiera resultado al congreso mucho más difícil negarse al proyecto y si lo hacían, el ejecutivo fácilmente hubiera podido dejarlos en evidencia ante la población.
Hoy el congreso, ya está harto de que lo “ninguneen”, de tener en el gobierno al “guapo del barrio” y se las quiere cobrar todas. Ya se cansó de la mentira y manipulación permanente del jefe de gobierno, en pared con cierta prensa que lo ha encubierto y ya no le quiere dejar pasar ni siquiera un lenguaje corporal inadecuado. Ya en artículos anteriores hemos mostrado la larga lista de fallas y fracasos o simplemente actos de corrupción, a pesar de la letanía de “la lucha frontal del gobierno contra la corrupción”. Las abuelitas decían: “Dime de qué te ufanas y te diré qué te falta”.
Dicho esto, en política todo es negociación y la búsqueda de lo posible. Es natural aquí y en cualquier país del mundo, que el congreso tenga algo que decir respecto al nombramiento de ministros y funcionarios de alto nivel, de modo que, no querer prestar atención a las señales que el parlamento le dio al ex-primer ministro, fue una torpeza muy grande. Si Cateriano realmente creía en su propuesta, no debió haber puesto su ego por encima de los reales intereses del Perú y el beneficio del pueblo.
Peor aún, se acaba de designar un nuevo gabinete y se insiste, de manera picona y desafiante, con algunos personajes que han sido “políticamente objetados”, independientemente de sus cualidades personales y profesionales que, nadie está poniendo en duda.
Me temo, para desgracia del Perú, que no vamos por buen camino en la relación entre el Ejecutivo y el Congreso, por lo que me atrevo a poner en tela de juicio la próxima ratificación del gabinete con el voto de confianza. No nos olvidemos que, “el que se pica pierde”. Lampadia