Iván Arenas
Para Lampadia
Según una encuesta pasada, el 65% de peruanos se considera y reconoce en el arco conservador y semi conservador. Si a ello le añadimos otra encuesta en la que se revela que cuatro – Keiko, López Aliaga y Hernando de Soto, entre ellos- de los seis primeros candidatos representan de algún u otro modo las ideas conservadoras no queda sino reafirmar que el Perú popular se ve representado por estas ideas.
No obstante, si el Perú es un país de mayorías conservadoras ¿por qué la izquierda, con sus analistas, sus académicos y sus ONGs se las arreglan para colocar estratégicamente temas en la agenda política al margen de las verdaderas demandas de amplios sectores de la sociedad? ¿Por qué la izquierda, por ejemplo, intenta colocar en la agenda pública la legalización de la marihuana recreativa cuando el empleo cae estrepitosamente?
Ahora, si vale decir, que si bien la izquierda es un reducto delgadito en las mesocracias, su capacidad de influencia en la política nacional tiene que ver más con la capacidad de desarrollar estrategias mediáticas y con la extraordinaria utilización de dinero público o extranjero financiando campañas en redes sociales, sin embargo esa discusión es harina de otro costal.
Pero como indicaba arriba, la orfandad ideológica en toda la izquierda la ha llevado a ser solo una pequeña porción que se arraiga sobre todo en las clases medias y altas, no obstante que en el Perú popular es un desierto.
Así como el mainstreem académico zurdo no sabe cómo procesar que la economía de mercado ha logrado un país menos desigual, con menos pobreza y con mercados populares, este mismo sector se resiste también a reconocer que en ese Perú conservador y plebeyo existen instituciones poderosas y arraigadas que va a contra pelo de los juicios ideológicos marxistas. Donde el académico zurdo vio y ve socialismo y auto gestión, hay en realidad capitalismo popular.
De allí que es entonces imposible explicar este Perú real sin la familia, sin la red vigorosa de mercados populares, sin la propiedad privada o sin el principio del orden, instituciones que están – como diría un marxista de viejo cuño- en la realidad concreta. Quizá, además y entonces es imposible entender este nuevo país sin el sector privado plebeyo que avanza a pesar de la pandemia o de las dificultades que impone el Estado.
No reconocer que hay un Perú real pero conservador le ha llevado al establishment académico zurdo a calificar a ese inmenso espacio como «virtuales iletrados», «cachueleros» o «limeños pre modernos».
En medida que se acercan las elecciones presidenciales se podrá ver con mayor nitidez este programa conservador y que explica de alguna manera también la vigencia de Keiko a pesar de la anti propaganda y los auges de De Soto y López Aliaga, candidatos que representan la defensa de la familia, el mercado y el principio orden, que no son sino instituciones populares que la academia zurda se resiste a ver. Lampadia