Jaime de Althaus
Para Lampadia
Quién asuma la presidencia el 28 de julio tendrá que reconstruir el país no solo por los daños a la economía, al empleo y a los ingresos ocasionados el excesivo cierre de la economía en la primera cuarentena, sino, peor aún, por los daños ocasionados por el Congreso de la República a la capacidad misma de reconstruir el país y recuperar el crecimiento.
Al déficit fiscal de 10% del PBI que tuvimos el 2020, que solo puede ser reducido con crecimiento económico acelerado y reducción de gasto público, debemos agregar ahora el déficit estructural generado por leyes que incrementan el gasto permanente del Estado en cerca del 6% del PBI y que reducen la recaudación al afectar motores y mecanismos de crecimiento.
El daño ocasionado por el Congreso es más grave que el producido por la pandemia, porque sus efectos no son coyunturales, sino estructurales, permanentes. Afectan la capacidad misma de recuperación.
Y dependerá de quién llegue a la presidencia para ver si los agrava o intenta buscar una coalición para desmontar las leyes aprobadas y relanzar la economía del país allanando el camino a la iniciativa privada.
Pareciera que se hubiese cumplido un plan perverso, diseñado por un enemigo del país. De hecho, en marzo del año pasado, ya con la cuarentena decretada, un grupo de inteligencia expuso ante un pequeño auditorio de empresarios la existencia de un plan con aproximadamente las siguientes etapas:
- Alargar la cuarentena lo máximo posible para que la crisis económica sea más severa
- Presionar para que el gobierno tome todas las decisiones y lleve adelante las acciones por sí mismo, sin coordinar ni depender de otras instituciones (FF.AA., empresariales, religiosas, etc.)
- Que el congreso apruebe leyes que perturben las reglas de juego establecidas para afectar inversión y generar mayor inestabilidad económica y financiera
- Utilizar micro blogeros en las redes para introducir ideas y fake news que afecten más a la población
- Ganar las próximas elecciones
Esa presentación existió. Y aunque hubiese sido producto de una imaginación febril, no cabe duda que, con plan o sin plan, las sucesivas etapas se han cumplido. Salvo la última. Hasta ahora. Lampadia