Tras haber sido víctimas de una terrible crisis política, que amenazaba con vacar al presidente y, como consecuencia, sufrir un probable cambio total del gabinete en plena crisis sanitaria y recesión económica, The Economist nos presenta sus principales reflexiones en torno a la situación de nuestro país de cara al desempeño en el futuro inmediato del gobierno, así como los retos que le depararían al próximo a elegirse las elecciones del 2021.
El balance que hace el popular medio británico es sombrío. En primer lugar porque, como bien destaca, Vizcarra no solo ya arrastra desastrosos resultados en materia económica y sanitaria a nivel mundial – ver Lampadia: El Perú lidera crisis económica mundial, Perú entre los peores países frente al covid 19– sino porque ha agudizado la confrontación con el Congreso y su vinculación en supuestos delitos de encubrimiento y obstrucción a la justicia por el caso Richard Swing, lo ha debilitado aún más lo cual inhibe tener buenos prospectos en los próximos meses en todos los frentes.
Este escenario descrito refuerza nuestra tesis de que la única manera que tiene Vizcarra y el Ejecutivo de poder salir de este entrampamiento político es gestar una agenda conjunta de propuestas audaces con el Legislativo que apuntalen las libertades económicas en el corto plazo, permitiendo la recuperación que necesitamos (ver Lampadia: Un populismo de las libertades económicas). Aquí caben resaltar medidas que apunten a eximir temporalmente a las pymes – que son las más afectadas por la crisis – de cargas tributarias, laborales y municipales a fin de que puedan recuperarse y contratar personal rápidamente. Acomodar a un buen premier que represente los mejores valores de los peruanos y tenga capacidad política para mejorar las relaciones con el Legislativo también ayudaría a este cometido de construcción de propuestas (ver Lampadia: Pero esta crisis requiere equilibrios).
Por otra parte, cabe también mencionar las preocupaciones de The Economist respecto a lo que pasará el próximo año en 2021, con las elecciones presidenciales y congresales. Releva el hecho que a la fecha tengamos pocos partidos fuertes – que si quiera hayan determinado sus candidatos presidenciales – además de un prácticamente nulo atractivo por parte de la población hacia líderes concretos con las capacidades que necesita nuestro país para relanzarlo en el período de reconstrucción post-pandemia.
A este problema queremos agregar otro que es que no existe un mecanismo que permita que el Congreso se elija con el presidente, con lo cual se sientan las bases para no lograr una gobernabilidad adecuada y persistir en estos conflictos entre Ejecutivo-Legislativo que tanto nos han golpeado en los últimos 2-3 años. En ese sentido, reafirmamos nuestra propuesta de aprobación de la elección del Congreso junto con la segunda vuelta. Asimismo, el canje del voto preferencial por un sistema de elección basado en distritos electorales pequeños, uni o binominales (ver Lampadia: Elegir el Congreso junto con la segunda vuelta), lo cual puede ayudar a minimizar la multiplicidad de propuestas al interior de los partidos, fortaleciéndolos e incentivando a una mejor deliberación por parte de la población sobre los planes de gobierno.
Que las reflexiones que hacen los buenos medios internacionales en el plano político y económico acerca de nuestro país nos ayuden a darnos cuenta de qué es lo que hay que hacer en el plazo inmediato. A continuación, presentamos el análisis de The Economist. Lampadia
Cojeando en Lima
Martín Vizcarra sobrevive a una votación de juicio político
Pero la política de Perú seguirá siendo caótica
The Economist
24 de setiembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia
LIMA. A primera vista, la votación de juicio político del 18 de septiembre parecía una gran victoria para el presidente de Perú, Martín Vizcarra. Solo 32 de 130 congresistas votaron a favor de removerlo bajo sospecha de que había obstruido una investigación de corrupción. Pero el presidente debe su supervivencia a la incompetencia de sus enemigos más que a la fuerza o el entusiasmo de sus partidarios. Un congresista, Daniel Urresti, lo describió como el «muerto viviente» antes de abstenerse.
Perú necesita un presidente vigoroso más de lo habitual. El país tiene el mayor número de muertes registradas por covid-19 como porcentaje de su población. El gobierno espera que la economía se contraiga un 12% este año, lo que sería la contracción más severa en América Latina. Pero los peruanos tendrán que esperar meses para un gobierno en pleno funcionamiento y es posible que ni siquiera entonces lo consigan. El país debe celebrar elecciones generales en abril y tomar posesión de un nuevo presidente en julio. La saga de la acusación sugiere que el sistema político bien puede fallar en producir estabilidad.
Hasta hace poco, el país ha prosperado a pesar de su política caótica. El crecimiento anual del PBI promedió el 4.5% en la década a partir de 2009, entre los más rápidos de la región. El Banco Central ha mantenido baja la inflación y el Ministerio de Economía y Finanzas ha controlado los déficits presupuestarios. La tasa oficial de pobreza se redujo del 42% en 2007 al 20% el año pasado.
Pero la pandemia está demostrando que la política importa. Una de las razones del alto número de casos es que muchos peruanos tienen trabajos informales mal remunerados; si no trabajan, no comen. Muchos también viven apiñados. Muchos desconfían de los políticos que les dicen que cierren y, por lo tanto, ignoran las reglas. Alonso Segura, exministro de Economía, duda de la predicción del gobierno de que la economía crecerá un 10% el próximo año, recuperando gran parte de sus pérdidas. “No solo faltan las condiciones para las reformas favorables al crecimiento, sino que el sistema político se ha convertido en una fuente de perturbaciones y contrarreformas”, dice Segura.
El inesperado ascenso de Vizcarra a la presidencia en marzo de 2018 fue consecuencia de una crisis que comenzó hace 30 años, con el ascenso al poder de Alberto Fujimori. Era un líder eficaz, pero despótico y corrupto. Está cumpliendo una sentencia de prisión por abuso de derechos humanos y corrupción. Dos de sus sucesores están bajo arresto domiciliario. Otro pronto será juzgado. Un cuarto, Alan García, se suicidó el año pasado para evitar ser arrestado. Vizcarra reemplazó a Pedro Pablo Kuczynski, uno de los ex presidentes confinados en casa, que renunció para evitar un juicio político por acusaciones de corrupción, perjurio y compra de votos en el Congreso.
Vizcarra prometió limpiar la corrupción, por ejemplo, eliminando la inmunidad de los legisladores frente al enjuiciamiento. Pero su mandato ha sido más notable por su grandilocuencia que por su reforma. Al principio se enfrentó con el Congreso, que estaba dominado por el partido Fuerza Popular, dirigido por la hija de Fujimori, Keiko. Intentó sacar a Vizcarra. Contraatacó proponiendo celebrar unas elecciones generales un año antes, en abril de 2020, en las que no se presentaría. Cuando el Congreso lo rechazó, lo cerró y convocó una nueva elección solo para la legislatura, que se celebró en enero de este año.
La pandemia golpeó poco después de que el nuevo Congreso asumiera el cargo. Al principio, Vizcarra ganó elogios y popularidad al imponer un bloqueo rápido y estricto y al brindar apoyo a los ingresos de las personas por valor del 12% del PBI. Pero el gobierno tuvo problemas para entregar efectivo a las personas que lo necesitaban (en parte porque carece de información sobre ellos) y perjudicó la economía al cerrar las minas. Los índices de aprobación de Vizcarra siguen siendo altos. Pero chocó con el nuevo Congreso, a pesar de que la molesta Fuerza Popular es una presencia muy disminuida.
Ahora está envuelto en un escándalo. En mayo surgió la noticia de que el Ministerio de Cultura había pagado desde 2018 US$ 51,000 a un extravagante cantante de folk que se hace llamar Richard Swing para dar charlas motivacionales a los trabajadores del gobierno. Swing había hecho campaña a favor de Vizcarra cuando era candidato a vicepresidente en 2016. Los enemigos congresistas de Vizcarra sugirieron que el presidente o sus principales asesores habían iniciado los pagos a Swing como una recompensa tardía. El 10 de septiembre de este año, el congresista que lidera la investigación dijo que tenía una grabación de Vizcarra planeando estrategias con sus ayudantes sobre cómo manejarlo. Luego, el Congreso programó una votación de acusación.
Vizcarra admitió que la grabación, hecha en secreto por una secretaria, era genuina y se disculpó, pero dijo que no había cometido ningún delito. Las torpezas de los líderes del Congreso lo ayudaron. El portavoz, Manuel Merino, llamó a los principales generales de las fuerzas armadas sobre el juicio político, para «tranquilizarlos», dijo. La administración afirmó que estaba tramando un golpe. El 12 de septiembre apareció el primer ministro, flanqueado por los generales, para denunciar a Merino. Muchos legisladores decidieron que deshacerse del presidente en un momento de crisis haría al país más daño que bien.
Hay pocas razones para esperar que la calidad del gobierno mejore después de las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo año. Ninguno de los 24 partidos registrados ha elegido candidato presidencial. (Los candidatos deben unirse a uno para fines de septiembre). El único candidato con un apoyo de dos dígitos hasta ahora es George Forsyth, un ex portero de fútbol que ahora es el alcalde de La Victoria, un distrito animoso de Lima. Su competidor más cercano es «ninguno de los anteriores». Está coqueteando con Restauración Nacional, un partido evangélico que nunca ha gobernado.
En Perú eso no es obstáculo para ganar altos cargos. García es el único presidente desde 1990 que ganó como candidato de un partido que había gobernado antes. Sin el respaldo de partidos fuertes, los presidentes carecen de apoyo en el Congreso y de diputados talentosos para dirigir sus administraciones. Las elecciones de enero hicieron poco por fortalecer el sistema de partidos. Produjo un Congreso fragmentado, con nueve partidos, a pesar de un umbral de entrada del 5% de los votos. Aunque Acción Popular, un partido de centro derecha, es el más grande del Congreso, solo el 6% de los peruanos lo respalda, según una encuesta de Ipsos. Más del 60% de los votantes se autodenominan independientes. Restauración Nacional no se encontraba entre los 11 partidos por los que preguntó la encuestadora.
El próximo presidente de Perú tendrá escasos recursos para hacer frente a una economía aún herida por la pandemia y el aumento de la pobreza. Las reservas de divisas se han agotado por el costo de las medidas para limitar el declive de la economía. La deuda pública pasará del 27% del PBI el año pasado al 35% en 2020, según el Ministerio de Economía y Finanzas. Perú necesita reformas económicas, como reglas más claras para fomentar la inversión en obras públicas e industrias tan vitales como la minería. Es poco probable que Vizcarra avance mucho en el poco tiempo que le queda. La preocupación es que su sucesor no logre mucho más. Lampadia