CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
Los grupos terroristas derrotados en el Perú en la década de 1990, Sendero Luminoso y el MRTA, no van a volver a las andadas. Es decir, no van a repetir su intento de tomar el poder a través de la “lucha armada”, la “guerra popular”. Pero ahora varios de sus remanentes, aliados con algunos caudillos, participan en las elecciones y tratan de hacerse del Gobierno por ese camino.
Durante mucho tiempo se ha insistido en la posibilidad de un “rebrote terrorista”, contingencia que en mi opinión es imposible (un atentado se puede cometer en cualquier momento, otra cosa es lo que tuvimos en el Perú desde 1980).
La situación que posibilitó esas aventuras ha cambiado radicalmente en el mundo y en el Perú. Pero, sobre todo, está la experiencia: SL y MRTA fueron aniquilados por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, como todos sus congéneres en América Latina. Saben que por esa vía nunca podrán llegar al poder.
Por eso han variado su estrategia y ahora participan en el proceso electoral con objetivos similares a los que tenían antes, pero sin revelar sus auténticas intenciones.
Abimael Guzmán lo viene intentando desde 1993, cuando propuso un “acuerdo de paz”. Sus seguidores han buscado participar en las elecciones a través del Movadef, pero no lo consiguieron. En 2017 respaldaron la huelga magisterial, que logró movilizar a miles de maestros contra la voluntad de la burocratizada dirigencia del Sutep.
El principal dirigente de esa huelga, hoy día es un candidato en alza. No es un terrorista, como erróneamente lo calificó el Gobierno de aquel entonces –no ha realizado acciones terroristas-. Es un radical apoyado por los seguidores de Abimael Guzmán que pretenden alcanzar objetivos similares a través de las elecciones.
Igualmente, una candidata que tiene en su entorno más inmediato a varios antiguos colaboradores del MRTA y que tuvo directa vinculación con el Gobierno de Hugo Chávez cuando fungía de secretaria de Nadine Heredia, tiene hoy día cierta opción, con el respaldo suicida de parte del estrato A/B.
Por supuesto, sería aceptable que grupos izquierdistas que antes repudiaban la democracia y el libre mercado, rectificaran y se incorporaran al sistema político, como de hecho ha ocurrido en otros lugares de América Latina. El problema radica cuando en realidad no han modificado su pensamiento ni sus objetivos, solo han adoptado una nueva estrategia para hacerse del poder y tratar de implantar el “socialismo del siglo XXI”, una dictadura estatista que hundiría al país en una situación parecida a la de Venezuela.
Obviamente no todos los que están con esos caudillos se dan cuenta de eso. Tampoco todos los que acompañaron a Fidel Castro (o a Hugo Chávez) se percataron de sus propósitos hasta que fue muy tarde y terminaron en el paredón, en la cárcel o el exilio.
La amenaza populista e izquierdista está en la puerta, aprovechando la crisis y el desastre que han causado los ineptos Gobiernos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, ambos con influencia de esos izquierdistas que hoy secundan a varios de los caudillos que podrían ganar la elección.
Hay que detenerlos. Lampadia