Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 1 de abril de 2024
Para Lampadia
El estatismo está rondando nuevamente por el ambiente. Su narrativa es inconfundible. La demonización – o satanización – de ciertas palabras lo delata. Por ejemplo, para los estatistas no hay empresario privado bueno. Todos son corruptos, clientelistas, explotadores y evasores de impuestos. Los congresistas estatistas pueden ser “niños coimeros”, “mocha sueldos”, y “pipilépticos”, pero no. Ellos son los buenos. Los empresarios son los malos.
Según los estatistas, las empresas sólo benefician a sus dueños o accionistas. Las empresas no generan ningún beneficio a los trabajadores, ni al Estado, ni a los consumidores o a sus proveedores. Ni a los trabajadores de sus proveedores. Repito. De eso viven los estatistas… de demonizar todo lo empresarial. Palabras como libertad, innovación, mercado libre, propiedad privada, competitividad – entre otras – les causa sarpullido.
Los espacios favoritos de los estatistas son las escuelas y universidades. La prensa y las redes sociales – salvo escasas excepciones – tampoco se quedan atrás. Los estatistas se expresan también a través del cine, el teatro, y la literatura.
Algunos confunden estatismo con socialismo, o izquierda política. Pero no… no son lo mismo. Hay algunos pocos casos de socialismo o izquierda política – hasta cierto punto – rescatables en la historia (Nelson Mandela en Sudáfrica, Ricardo Lagos en Chile, Alfonso Barrantes en Perú). Aunque, casi siempre la izquierda y el socialismo tienden al estatismo. Pero eso sí, jamás ha habido un solo caso de estatismo exitoso en el mundo… jamás.
El estatismo es dogmático, intolerante, cínico, indolente, abusivo, ineficiente, híper burocrático, y… 100% corrupto. No hay estatismo que no termine en tiranía elitista, empobrecimiento generalizado, y violencia. Si no, pregúntenles a los venezolanos. Además ¿acaso no fue eso lo que vivimos en los años 70´s y 80´s en nuestro país? Por ello muchos peruanos tenemos razones – más que suficientes – para detestar el estatismo. Sobre todo, los mayores.
La principal función del Estado debe ser administrar justicia y mantener el orden público. A ese respecto – por cuestiones de justicia – el Estado es fundamental para garantizar el acceso a la salud y educación de todos los peruanos. Sobre todo, de los más pobres. En ese sentido – que quede claro – el Estado es indispensable para la vida civilizada de todo país. El tema es su rol… y su tamaño.
El problema de los estatistas es que quieren un Estado que todo lo haga y que todo lo dirija. Para muestra un botón… el pésimo manejo de la pandemia – y la economía – de parte de nuestro Estado que se cree todopoderoso. Incluso – últimamente – los estatistas han salido con el cuento de la obligatoriedad del expendio de medicamentos genéricos por parte de farmacias privadas. ¿Por qué el Estado no vende los medicamentos genéricos, a través de las farmacias de EsSalud y de los hospitales del MINSA? – De ninguna manera – dirán los estatistas – mejor, obliguemos a los privados a asumir dicha responsabilidad.
Los no-estatistas (liberales) queremos un Estado que se limite a sus funciones básicas: justicia, seguridad, salud, educación, infraestructura… y paremos de contar. Y que sea eficiente y liberador del talento y la energía de la ciudadanía, en ambiente de libertad.
Bueno pues, volviendo al tema de la demonización – o satanización – de ciertas palabras por parte de los estatistas, aquí va una lista adicional a las mencionadas anteriormente.
Los estatistas aborrecen también las palabras como “Intermediarios” y “Services”. – Hay que eliminar los intermediarios y los services – predican por todos lados los estatistas, cuando no se dan cuenta que sin ellos el mercado se tornaría inviable. Es decir, los infinitos bienes y servicios que proveen las empresas jamás llegarían a los consumidores, sin la intervención de los intermediarios y los services.
Por otro lado… ¡ni mencionar la palabra “Libre Mercado” o – peor aún – “Iniciativa Privada”! Se desquician. Los estatistas quieren que el Estado produzca todos los bienes y servicios que requiere la ciudadanía, y que todo lo dirija. Incluso, que fije los “precios justos” … ¡como si eso fuera posible!
Las palabras “Meritocracia” y “Flexibilidad Laboral” les produce arcadas. Para los estatistas, los conceptos de productividad y eficiencia no cuentan para nada. Su slogan favorito es – a igual función, igual remuneración –. Incluso, han llegado al extremo de inventar el “Trabajo Hereditario”. Es decir, si el padre – o la madre – se jubila, enferma, o muere… el puesto lo hereda el hijo. Pues bien, esto – que parece una locura – ocurre en SEDAPAL… una empresa estatal.
Y así por el estilo. Los estatistas han demonizado muchas palabras que no tienen – en sí mismas – nada de malo. Incluso, han llegado al extremo de demonizar actividades como la minería, la agroexportación, la pesca industrial, las AFPs, y hasta las farmacias y clínicas privadas.
¡Tengamos mucho cuidado con los estatistas retrógrados y acomplejados, porque están de vuelta! Y nos están llevando nuevamente a la ruina… como en los 70´s y 80´s. Lampadia