Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
Las revelaciones de la tragicomedia protagonizada por el sujeto apodado “El español” –José Hernández Fernández-, ha mostrado una vez más el carácter delincuencial e infinitamente inepto del gobierno que capitaneó el malhechor hoy recluido en la Diroes.
Ese individuo, era hasta el 2021 un delincuente de poca monta, vinculado al espionaje ilegal y al tráfico de terrenos, por lo que se sabe ahora. Pero tuvo la suerte de relacionarse con los sobrinos de Pedro Castillo, Fray Vásquez Castillo y su hermano Cledin, que trabajaban en una pollería en el Callao.
Los sobrinos rápidamente se convirtieron en chambones operadores de la red delincuencial que dirigía Castillo. Por ejemplo, según Álvaro Reyes de Perú.21, las investigaciones de la fiscalía determinaron que Cledin Vásquez trató de sobornar a los jueces que veían los casos de Fray Vásquez y Gianmarco Castillo con un millón y medio de soles provenientes de los sobornos de Sada Goray. Dos de esos jueces ya están bajo investigación porque se sospecha que aceptaron las coimas.
A partir de su vínculo con los sobrinos, “el español” logró acercarse a Castillo y se convirtió en una suerte de asesor y operador en la sombra para asuntos de inteligencia y policiales. Un delincuente chapucero asesorando a otro delincuente chambón.
Por sus negocios delictivos, “el español” había establecido amistades con varios oficiales de la policía de dudosa honestidad. De esta manera, conociendo el quién es quién en la PNP, pudo mover las fichas en la institución para ubicar en puestos claves a gente de su confianza.
Y luego se ofreció para montar un servicio de inteligencia paralelo, que no solo espiara a los opositores y realizara campañas de difamación contra ellos, sino que eventualmente los asesinara contratando sicarios.
Un disparate monumental, teniendo en cuenta que los ejecutores de esta organización no eran experimentados y entrenados agentes de la KGB con los recursos ilimitados de un potente Estado que los respalde, sino una pandilla de torpes forajidos financiados con parte de las coimas que recibía Castillo y lo que lograban saquear de instituciones del Estado.
Phillip Butters ha revelado como se desbarató ese intento de remedar a Vladimiro Montesinos.
“El español”, consciente de su ignorancia en asuntos de inteligencia –aunque ante Castillo se vendía como experto-, contactó al oficial de inteligencia de la Marina retirado Carlos Barba. Cuando este se dio cuenta de la gravedad del asunto en el que se le quería involucrar, llamó a Butters y le explicó el problema. Inmediatamente Butters lo puso en relación con el equipo de policías y fiscales que precisamente investiga las actividades delictivas de Castillo y sus secuaces.
A partir de allí, Barba aceptó convertirse en un agente infiltrado en ese grupo para obtener información que permita conocer las gestiones de esos malhechores, para luego detenerlos y procesarlos.
En suma, esos espías informales recurrieron a un desconocido –Carlos Barba-, para que los adiestre e instruya en el arte del espionaje para poder realizar sus perversos designios. Y terminaron rápidamente descubiertos y procesados.
Pero en el trayecto han causado un gravísimo daño a la Policía Nacional, produciendo incesantes cambios, vendiendo ascensos y puestos por fajos de dólares, hundiendo la moral institucional y embotando su eficacia para cumplir con sus tareas.
Aunque, como ha precisado el general PNP (r) José Baella, esto no comenzó con Castillo. El antecedente inmediato está en el desastroso gobierno de Francisco Sagasti, cuando se pasó al retiro ilegalmente a 18 generales para poner como jefe de la PNP a un inútil, engreído del grupo caviar, que había sido ascendido por ellos mismos irregularmente a general el 2018. Y que luego, por la misma influencia, fue nombrado ministro del Interior al comienzo del gobierno de Dina Boluarte, aunque solo duró unos días por su evidente incapacidad.
En síntesis, la tragicomedia del espía chapucero y sus torpes esbirros ha causado serios daños a la PNP. Para repararlos el gobierno tendría que limpiar la institución de los elementos que se prestaron al juego de la banda de delincuentes que encabezaba Pedro Castillo, y reencauzar a la institución promoviendo a policías honestos y con experiencia en el campo, a fin de cumplir eficazmente su cometido de luchar contra la creciente inseguridad. Lampadia