Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 3 de agosto de 2023
Para Lampadia
Con su impredecible y retrógrada política arancelaria, el presidente Trump de los EEUU está llevando a su país – y al mundo entero – a una crisis de recesión con inflación. En jerga economicista, eso se llama estanflación. Por el nombre nomás, es fácil intuir que nada bueno se puede esperar de una crisis de tales características. Una crisis – por lo demás – autoinfligida. ¡Absurdo total!
Por otro lado, el presidente de El Salvador Nayib Bukele, pretende establecer el consabido control estatal de precios para – según él – evitar el encarecimiento de los bienes y servicios de su país. ¿Por qué no le consulta al Dr. Julio Velarde de nuestro Banco Central de Reserva (BCR), cómo se controla la inflación de un país, sin recurrir al control estatal de los precios? ¿Sabrá el presidente Bukele que su propuesta de control inflacionario ha fracasado en todo el mundo, y que con ella sólo propiciará mayor escasez de productos básicos, acaparamiento, especulación, mercados negros, corrupción, e incluso mayores precios de los productos y servicios que pretende controlar? ¡Pobres salvadoreños… se les viene una larga noche “estanflacionaria”!
Y aquí en casa, con su cantaleta de “fuera Odebrecht corrupta”, Porky nos está llevando a la ruina. Muchos estamos de acuerdo en que a los corruptos hay que quitarles todo lo que robaron – y más – y encima, meterlos a la cárcel. Así debería proceder el sistema de justicia: tolerancia cero frente a la corrupción. Pero las empresas o instituciones – como la Municipalidad de Lima, por ejemplo – no son corruptas. Corruptas son las personas… algunas personas.
¿Tan difícil resulta entender algo tan evidente? Zurrarse en contratos vigentes y eliminar peajes de concesiones viales de la ciudad, es absurdo. Eso es típico de autoridades estatistas, populistas, demagógicas, corruptas y fracasadas que abundan en todo el mundo. Pero ¿Porky… cayendo en la trampa de la demagogia y del populismo político? Jamás lo hubiera imaginado.
El hecho es que, en vez de renegociar los peajes – como hubiera sido lo correcto – Porky está optando por el caballazo. “Aquí mando yo, y hago lo que me da la gana” parece decir. Bueno pues, su matonería nos está metiendo en un embrollo de US$ 2,700 millones ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), que – estoy seguro – tarde o temprano terminaremos pagando todos los peruanos.
Ojo. Ya las bravuconadas de Porky han propiciado que dos tribunales internacionales, así como una corte federal en EEUU hayan ordenado el pago de más de US$200 millones en favor de Brookfield… “por reiterados incumplimientos del Contrato de Concesión por parte de la Municipalidad de Lima.”
Ahora bien – valgan verdades – las tres autoridades antes mencionados tienen notables aciertos en su haber.
Me refiero – por ejemplo – a la reducción de la burocracia estatal y desregulación del Estado (en el caso de Trump),
y al extraordinario éxito en la lucha contra la inseguridad ciudadana (en el caso de Bukele).
Porky también tiene lo suyo. A él le debemos los notables aciertos en materia de obras y servicios para la mejora del transporte de personas y carga en la ciudad de Lima. Me refiero concretamente a la prolongación del zanjón hasta la carretera Panamericana Sur, a la terminación en la Autopista Ramiro Prialé, al próximo servicio de trenes para el transporte de pasajeros entre Chosica y Lima, al agua potable para la gente pobre de Lima… entre otros. ¡Un fuerte aplauso por ello! Pero ¿por qué insistir en una causa perdida como la de desconocer los contratos de concesión de ciertas vías de Lima? En fin…
¡Qué diferencia con el presidente Javier Milei de Argentina! Ese señor sí que es un buen ejemplo de liderazgo político. Al margen de sus excentricidades y pinta de loco ¡ahí está el líder democrático y liberal – coherente y eficaz – que merecía la Argentina!
Eliminación de ministerios e instituciones públicas innecesarias o redundantes.
Reducción de burocracia estatal inoperante y corrupta.
Desregulación y simplificación administrativa en el Estado.
Austeridad gubernamental y superávit fiscal.
Reducción de tasas tributarias.
Ergo, más plata en el mercado, y menos en el Estado. Eso genera dinamismo económico y bienestar social.
Pero Milei es mucho más. Principio de autoridad y orden público. En las manifestaciones de protesta, “el que hace daño… la paga”. Eso es gobernar con justicia.
Tipo de cambio libre y libre tenencia de moneda extranjera. Libre comercio a la interna… y con todo el mundo (arancel cero). Privatización o liquidación de empresas estatales deficitarias. Eliminación de subsidios. Cero emisiones inorgánicas de moneda local. Fomento de inversiones en todos los sectores económicos.
Por otro lado, Milei es valiente y directo. Lucha frontal contra lo que él llama “castas”: la casta política, la casta burocrática, la casta sindical, la casta empresarial, y demás. Es decir, los típicos parásitos que viven del Estado, sin aportar nada productivo. Incluso, a la casta empresarial les llama “prebendarios”. Es decir, aquellos empresarios que viven de los favores del Estado. (En nuestro país se les conoce como empresarios mercantilistas). ¡Unas lacras!
En los foros internacionales, el presidente Milei se zurra en lo “políticamente correcto” y en el “qué dirán”. A los burócratas dorados de la ONU, OEA, OMS, OMC… les dice sus verdades, sin tapujos. Y en las reuniones anuales del Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, les dice su vida en colores a los empresarios mercantilistas.
Como no podía ser de otra forma, el presidente Milei valora mucho la meritocracia y la eficacia de las personas. Nada de tarjetazos ni clientelismo político.
Con ese tipo de liderazgo político, Argentina ya despegó de su letargo de más de medio siglo. Lo que viene de ahora en adelante para los argentinos es progreso, bienestar y dignidad. Me alegro por ellos… se lo merecen.
Más bien, ojalá más políticos de más países – el Perú entre ellos – sigan el ejemplo del presidente Milei… y de la Argentina de hoy.
Demócrata, liberal, coherente y eficaz. El ejemplo es Milei. Los demás… nada que ver. Lampadia