Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Javier Milei acaba de hacer otra presentación magistral en momentos que celebra su primer año en el poder y goza de varios indicadores de éxito en su ambicioso programa de ajuste y liberalización de la economía argentina.
En su presentación Milei ha aprovechado para plantear un enjundioso decálogo político para los argentinos y para todos nosotros.
Extractos del Discurso del Presidente Javier Milei en la Conferencia Política de Acción Conservadora
(…)
Hoy quiero reflexionar con ustedes de política, vamos a hablar de método, vamos a hablar de poder. Voy a compartir con ustedes lo que vendría a ser nuestro decálogo de cómo nosotros enfocamos la política.
Primero
Es mejor decir una verdad incómoda que una mentira confortable. Es decir la verdad primero de todo es una obligación moral, pero además he encontrado que operativamente es efectiva.
Si la salida es antipática, mejor pasar el mal trago lo antes posible. El problema de los políticos siempre fue que tuvieron miedo a perder sus privilegios si le decían la verdad a la gente, nadie quería ser piantavotos. Bueno, las mentiras al principio pueden caminar, pero a la larga tienen patas cortas.
Nosotros vamos a seguir diciendo la verdad por más incómoda que sea y eso fue lo que también nos permitió hacer las cosas que hicimos y por eso estamos haciendo el mejor gobierno de la historia.
Segundo
Nos importa un rábano la opinión de los políticos sobre casi todos los temas.
Aquí lo importante es compartir un diagnóstico acerca del sistema, el modelo de la casta es un esquema de extracción de riqueza de los políticos en perjuicio de la sociedad, o sea, en el modelo de la casta los argentinos de bien tienen que perder para que los políticos ganen. Son víctimas de los políticos chupasangres.
No es casualidad que por lo general cuanto más votos tiene un proyecto de ley en el Congreso, peor es para la sociedad.
Ante cualquier tema pregúntense: ¿lo pide la política o lo pide la sociedad? Si lo pide únicamente la política, a priori es el camino equivocado, punto.
Tercero
Nunca hay que negociar las ideas para rascar un voto, nunca hay que negociar las ideas para rascar un voto. Negar tus convicciones para atraer votos te va a dejar sin convicciones y sin votos.
El peor pecado que uno puede cometer es traicionarse a uno mismo. Esto es sacrificás lo más preciado que tenés, que es tu identidad y el valor de tu palabra y a la larga es en vano, porque no funciona, la gente no es tonta y se da cuenta cuando un político miente.
En definitiva, en la Libertad Avanza defendemos de forma cerrada un conjunto innegociable de principios, que el libre mercado produce prosperidad para todos, que el gobierno tiene que ser limitado, que los argentinos saben mejor que un burócrata cómo producir, a quién emplear y con quién comerciar y que el que las hace las paga.
Si tomar decisiones implica costos, uno va a terminar arruinando la imagen. Ok si vamos a terminar con mala imagen de todos modos, por lo menos hagamos las cosas que están bien.
Y cuando todos los manuales decían que nuestra imagen se iba a destruir, tenemos mejor imagen que cuando llegamos, somos el gobierno que el primer año tiene el mejor nivel de imagen, el mejor nivel de confianza al consumidor, mejor nivel de confianza en el gobierno, después de haber hecho el ajuste más grande la historia de la humanidad. Por lo tanto, si no pensábamos negociar antes, ahora que los resultados acompañan menos.
Cuarto
A diferencia de la economía, la política sí es un juego de suma cero.
Esto quiere decir que los espacios de poder que no ocupamos nosotros, los ocupa el adversario. Es decir los ocupa la izquierda. Por eso debemos ser decididos y ser prácticos, no hay que tenerle asco a ejercer el poder, hay que usar las armas del enemigo, políticamente hablando no podemos seguir usando mosquetes en la era de los drones. En la batalla cultural ellos establecieron las reglas y nosotros tenemos no solo que estar a la altura, tenemos que superarlos. Esto es muy importante.
Quinto
La única forma de combatir el mal organizado es con el bien organizado. Acá hay una frase que yo la posteé hace unos días en Instagram, que la solía repetir Ludwig von Mises, que es de Virgilio y que dice que “no hay que ceder frente al mal, hay que combatirlo con más fuerza”.
No cedamos frente al mal, no cedamos frente al socialismo, hay que combatirlo con más fuerza y terminar de sacarlos a patadas en el culo.
Política, esto se trata de poder, poder. Y si no lo tenemos nosotros, lo tienen los zurdos de mierda. En este sentido, por creer que los liberales no somos manadas, muchos han caído en la trampa de no organizarse. Se pretendía combatir un ejercicio bien aceitado con un agregado anárquico de librepensadores. Creían que eso era ser liberales.
Lo único que se logró con eso es un sinfín de derrotas dignas, para que los liberales de café tengan la conciencia tranquila. Pero principalmente nos costó 100 años de atropello a las libertades individuales, nunca más podemos darnos el lujo de cometer ese error.
Sexto
Cuando el adversario es fuerte, la única forma de derrotarlo es con una fuerza mayor.
Esto, no solo es un principio de la política, sino también de la física, hay que ser inclementes y nunca ceder un centímetro, no se puede levantar la bandera blanca frente a la izquierda. Intentar apaciguarla no es una opción.
Tenemos que ser conscientes de que ellos no actúan desde la buena fe, sino desde una ambición criminal por el poder.
Prefieren que el país colapse antes de ver que prospere sin ellos, prefieren reinar en el infierno que servir en el cielo y si tiene que transformar el cielo en el infierno para mantenerse en el poder, lo van a hacer.
Por eso no hay lugar a quienes reclaman consenso, formas y buenos modales. Las formas son medios: se las evalúa según su efectividad para alcanzar determinados fines. Y hoy someternos a la exigencia de las formas es levantar una bandera blanca frente a un enemigo inclemente.
El fuego se combate con fuego y si nos acusa de violentos les recuerdo que nosotros somos la reacción a 100 años de atropello.
Séptimo
Cuando el adversario canta retruco, nosotros cantamos quiero vale cuatro. Retroceder nunca, siempre acelerar y caminando hacia el fuego.
La mejor defensa es siempre un buen ataque. Cuando nos estamos defendiendo perdemos la iniciativa, perdemos la agilidad y estamos aceptando los términos de discusión deshonestos del enemigo, pero no somos los que tenemos que darles explicaciones a ellos, cómo vamos a serlo, si los responsables de ese desastre y de haber hundido al país en el sexto subsuelo, son precisamente ellos.
Si cedemos, ellos lo percibirán como una señal de debilidad. Nos hemos dado cuenta rápidamente de que su estrategia se basa en la amenaza y la intimidación. Por eso siempre que recibimos un golpe, hay que subir la apuesta y responder con tres.
Tengan en claro que nosotros tenemos las mejores ideas y los vamos a pasar por arriba. Así es que adelante a salir y atacar que ganamos.
Octavo
Dar la batalla cultural desde el poder no solo es recomendable, sino que es una obligación. Eso ya ocupa todos los lugares de influencia, pero nosotros también ya empezamos a ganarnos algunos espacios.
Por eso debemos aprovecharlos, porque las ideas lamentablemente no ganan por mérito propio, deben ser promovidas activamente, la izquierda es la prueba de que las ideas más terribles pueden triunfar culturalmente si tienen un buen marketing.
Imaginen cuánto tenemos por ganar nosotros que tenemos ideas que sí funcionan.
Noveno
La única forma de combatir al socialismo es desde la derecha, el extremo centro, sus posiciones y sus herramientas son siempre en todo lugar funcionales a la izquierda criminal.
Es decir, todos aquellos tibios que quieren ir por el medio, lo único que hacen es regalarle terreno a la izquierda y a la izquierda no se le puede dar un milímetro.
Nosotros somos escépticos del consenso, somos escépticos del diálogo, porque no nos interesa continuar con los famosos consensos de la política que no son más que pactos para seguir viviendo eternamente del pagador de impuestos.
Hemos venido a romper con todos esos mal llamados consensos.
Este tema, yo recuerdo en mi defensa contra el centrismo bien pensante, yo lo puse, acerca de esta estupidez de ir por el centro, como si fuera una suerte de que en el medio está lo óptimo.
Los partidos del centro son la oposición controlada de la izquierda, siempre dispuestos a hacer los garantes de sus reformas. Son quienes la legitiman desde su postura de conciliación y moderación. Son quienes se presentan como el justo medio entre los extremos peligrosos, pero siempre son los primeros en apoyar el aborto, el ambientalismo radical, el feminismo radical y todas las agendas del socialismo globalista. Son los que nos acusan a nosotros de supuesta intolerancia, mientras coexisten y hasta comparten agendas reivindicando a las dictaduras comunistas asesinas, por ejemplo la de Castro o al dictador Maduro.
Décimo
La última y más importante de todas: nosotros defendemos una causa justa y noble, muchísimo más grande que cada uno de nosotros, las personas somos meros instrumentos en esta causa y tenemos que estar dispuesto a dar la vida por ella.
Hablo ni más ni menos que la idea histórica de occidente, una causa intergeneracional, un hilo que recorre milenios, la causa de los filósofos atenienses que con Alejandro Magno cabalgó a Egipto y Asia, que los romanos consolidaron en el primer imperio multicontinental, que renació de las invasiones bárbaras en las abadías y las cortes de Carlomagno, que resistió a los árabes y reconquistó España, que cruzó el océano y colonizó América.
La misma causa que nos convirtió en ciudadanos y nos liberó del yugo del tirano y la causa que descubrió el método científico, que industrializó al planeta Tierra y que con el capitalismo de libre empresa sacó de la miseria a miles de millones de seres humanos.
La misma causa que nos llevó al espacio exterior, a la luna y hará de la especie humana una civilización interplanetaria. En definitiva, hablo de la gran gesta civilizatoria que es Occidente, una causa de honor, de coraje, de mérito y de búsqueda implacable de la verdad. Esa es nuestra causa.
Esa es la línea histórica que venimos a restaurar, por eso cuando digo que la fuerza del cielo nos acompaña no se trata de una superstición, se trata de la verdad histórica, de reconocernos y mantenernos en el sendero del bien.
Defender una causa es un valor demasiado trascendente para la comprensión del político promedio. Ellos están acostumbrados a defender únicamente su interés material, su beneficio inmediato, no tienen una noción de lo verdadero ni una noción de lo bueno.
Si comprendemos el profundo valor de aquello por lo que luchamos, si comprendemos el tamaño de la causa que defendemos, comprendemos también otra cosa: para estar a la altura de lo que la causa exige, necesitamos dejar nuestras aspiraciones personales de lado. No hay lugar para ambiciones personales, no hay lugar para mezquindades, no hay lugar para el yo. Si quieren pensar en la propia, váyanse a su casa. Lo que está en juego es demasiado grande para quienes no han probado su fe.
Estas son las 10 consignas políticas que les quería dejar hoy, porque como decía Lenin, sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario.
Creo fervientemente que no solo es un decálogo de acción política para los argentinos, sino también para todos aquellos que comparten nuestras ideas en el resto del mundo.
Quién desee ver la presentación completa puede seguir el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=7rSq7ECO60A
Lampadia