En pleno desplome de las preferencias electorales de Donald Trump, vale la pena indagar qué implicaría para nuestra región un posible ascenso del demócrata Joe Biden a la presidencia de EEUU, de concretarse su victoria en noviembre de este año.
Al respecto The Economist presenta unas breves reflexiones (ver artículo líneas abajo) y muestra cómo, haciendo un balance en el ámbito económico y de relacionamiento exterior, América Latina tiene más de ganar que perder frente a si Trump permanece en el poder. Ello porque el background de Biden inducen a que su política ayude al re alocamiento de industrias estadounidenses de China hacia esta parte del mundo, además de tener un claro sesgo a favor de la inmigración latinoamericana. Ver en Lampadia: Atraer inversiones – Crisis y oportunidades.
Asimismo, ahondaría en explorar nuevas políticas para concretar la salida de Maduro del poder en Venezuela que, como se ha venido demostrando con la administración Trump, han quedado en sólo discurso y poca implementación hasta el momento.
Aunque aún no está todo dicho pues el descubrimiento de una vacuna en EEUU en los próximos meses – así como su rápida distribución – podría ayudar a Trump a remontar su baja aprobación, vale la pena ponerse en todos los escenarios posibles. Veamos el análisis de The Economist. Lampadia
Cómo Joe Biden podría cambiar la política hacia América Latina
Menos confrontación, más cooperación
The Economist
8 de agosto, 2020
Traducida y comentada por Lampadia
«Por primera vez en la historia, realmente se puede imaginar un hemisferio occidental que sea seguro, democrático y de clase media, desde el norte de Canadá hasta el sur de Chile, y en todas partes». Así lo dijo Joe Biden en un discurso en la Universidad de Harvard en 2014. Mucho ha cambiado desde entonces, sobre todo la destrucción de vidas y medios de subsistencia provocada por la pandemia. Aun así, si Biden fuera elegido presidente de los EEUU en noviembre, para muchos latinoamericanos ofrecería una visión tranquilizadora y familiar en comparación con el sonido impredecible y la furia de Donald Trump.
Trump ganó en 2016 en parte porque prometió construir un muro para mantener alejados a los inmigrantes latinoamericanos, declarando que México “no era nuestro amigo”. Sin embargo, ha desarrollado relaciones relativamente buenas con los gobiernos más importantes de la región. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, utilizó el éxito de Trump como modelo para su propia campaña en 2018. Ha alineado estrechamente la política exterior de Brasil, normalmente independiente, con las opiniones de la administración Trump. Andrés Manuel López Obrador, en su único viaje al extranjero en 21 meses como líder de México, el mes pasado fue a Washington y elogió la «amabilidad y respeto» de Trump. Para mantener la frontera abierta al comercio, el gobierno de México ha colaborado cerrándola a los solicitantes de asilo.
Desconfiados de las amenazas de Trump de aranceles y sanciones, muchos gobiernos se han alineado «por necesidad y especialmente por miedo», dice un funcionario latinoamericano. Los latinoamericanos comunes no están impresionados: el porcentaje que expresa una opinión favorable de EEUU cayó de los altos 60 en 2015 a alrededor de 45 en 2017, según el Pew Research Center.
La política latinoamericana de Trump se ha centrado en un intento fallido (hasta ahora) de derrocar lo que John Bolton, su ex asesor de seguridad nacional, llamó «la troika de la tiranía»: las dictaduras de izquierda en Venezuela, Cuba y Nicaragua. En sus memorias recientes, Bolton culpó al fracaso de la expulsión de Nicolás Maduro en Venezuela, a pesar de las drásticas sanciones, a la falta de constancia de Trump y a la tardanza dentro de la administración. Igual de importante, la administración subestimó la dificultad de apartar al ejército de Maduro. Sus críticos dicen que sus políticas latinoamericanas se basan en la necesidad del presidente de ganar Florida, hogar de grandes diásporas cubanas y venezolanas, en noviembre. “La política doméstica siempre figura en la política hacia América Latina, pero nunca antes en este grado”, dice Michael Shifter de Inter-American Dialogue, un think tank en Washington.
Si ganara Biden, sus prioridades serían la economía estadounidense y el trato con China. Pero América Latina podría no estar al final de su lista de tareas pendientes. Conoce la región mucho mejor que los presidentes recientes. En el segundo mandato de Barack Obama, el vicepresidente Biden asumió la responsabilidad de las Américas. “Le dedicó tiempo, se propuso conocerlo y conversó con mucha gente de la región”, dice el funcionario latinoamericano.
Juan González, quien asesoró a Biden sobre América Latina en ese entonces, enfatiza que la región y el mundo no son como eran en 2016. “Los desafíos son mucho mayores”, dice. Pero cree que hay oportunidades para EEUU en la región, no solo amenazas que manejar. Las empresas estadounidenses que traen cadenas de suministro de China podrían beneficiar a México y América Central [y ¿por qué no Perú?]. Biden ha apoyado durante mucho tiempo la reforma migratoria. Como presidente, es probable que reanude su política anterior en Centroamérica, con un programa de ayuda destinado a combatir la corrupción y disuadir la migración a través del desarrollo económico.
Sobre Venezuela, González dice que las sanciones deberían ser parte de una política más amplia que incluiría la búsqueda de negociaciones para elecciones libres. Una presidencia de Biden volvería a la política de Obama hacia Cuba, que consideraba que el compromiso era más probable que debilitara el régimen comunista que la intensificación de las sanciones de Trump. Presionaría a Bolsonaro por su incapacidad para proteger el Amazonas.
Un problema inmediato se refiere al liderazgo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Rompiendo con un entendimiento de 60 años de que su presidente es latinoamericano, la administración Trump quiere el puesto para Mauricio Claver-Carone, un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional y arquitecto de su política hacia Venezuela. Puede que lo consiga en una reunión de los gobernadores del banco el próximo mes. Una administración de Biden probablemente lo obligaría a optar por una figura menos polarizante. Para hacer eso, Biden debe ganar. Lampadia