E incentivar las alianzas
Jaime de Althaus
Para Lampadia
La comisión de Constitución del Congreso ha elaborado un predictamen que regula aspectos vinculados a la aplicación de la bicameralidad.
Lo más notorio es que se establece una relación de un diputado por cada ciento sesenta mil electores y el doble de electores por cada senador.
Esto llevaría el número de diputados de 130 que es el número base previsto en la Constitución, a 157, y el número de senadores de 60 a 78.
Total: 234 congresistas, en lugar del número mínimo de 190 establecido en la Carta Magna.
Se ha criticado el aumento de congresistas, pero en realidad el Perú tiene ahora una cantidad muy reducida de parlamentarios en relación con la población. Claro, si tuviéramos distritos uninominales, eso no sería problema, porque cada congresista representaría a una cantidad de población mucho menor.
Pero no se ha ido al sistema de circunscripciones uni o binominales. Sin embargo, por lo menos debió dividirse Lima cuando menos en 4 distritos electorales. Eso mejoraría la relación de representación. Es algo que debe hacerse en la redacción final de la ley. Pues, por lo demás, es muy distinta la realidad de San Juan de Lurigancho que la de San isidro o Miraflores.
Además, el Congreso debería aprovechar esta ley para introducir otros cambios en las reglas electorales, necesarios para mejorar la calidad de la democracia y que se vienen demandando hace tiempo.
Como consecuencia de la eliminación de las PASO, se eliminó también el filtro para pasar a la elección general. El resultado es que 47 partidos podrían terminar participando en las próximas elecciones considerando que tenemos ahora 28 partidos inscritos y 19 en proceso de inscribirse. La confusión será total y podrían terminar pasando a la segunda vuelta dos partidos de izquierda con porcentajes mínimos.
Si no se va a poner una valla en las elecciones internas de los partidos, por lo menos debería incentivarse las alianzas eliminando los puntos adicionales por cada partido en la valla de 5% para acceder al Congreso y no perder la inscripción. Y posibilitar que pueda haber una alianza para plancha presidencial, pero que cada partido pueda presentar su propia lista congresal.
Además, tiene que restablecerse la posibilidad de que las empresas formales puedan financiar de manera transparente a partidos y campañas electorales, para no dejarle la cancha libre al financiamiento de fuente ilegal.
No queremos un congreso integrado por una representación fuerte de la minería ilegal, del narcotráfico o de los traficantes de terrenos. Aquí se ha dado el caso absurdo de que el sector empresarial formal ha sido expulsado de la política, tanto por la persecución judicial por donaciones de campaña, que no eran delito, como por la prohibición legal de que puedan aportar a las campañas. Es indispensable reconectar al empresariado con la política, con la preocupación sobre el destino nacional. Se podría establecer fondos o fideicomisos que canalicen donaciones para que los partidos no sepan qué empresa les aportó, por ejemplo. Y establecer think tanks partidarios por impuestos, a fin de elevar la calidad propositiva de los partidos y volverlos más atractivos.
Tenemos que recuperar la calidad de la política. La bicameralidad es un paso adelante. Pero se necesita todas estas medidas complementarias. Lampadia