Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, todos están emitiendo una opinión o un juicio. Hoy, The Economist Espresso, un briefing informativo de cinco historias destacadas de la Revista, dedicó sus cinco secciones a las implicancias de Trump en distintos aspectos: geopolítica global, economía, México, juicios pendientes y tecnología (las cuales compartimos líneas abajo). De esta manera, buscan ampliar el espectro de análisis que en la mayoría de periódicos, sobretodo peruanos, se ha centrado en las consecuencias cortoplacistas de los mercados, los cuales solo muestran ‘una foto’ de las emociones del mercado en el momento.
En verdad, la elección de Trump es un movimiento tectónico, un cambio estructural de la geopolítica global y el libre comercio. Los movimientos iniciales de precios no importan nada. De lo que se trata es de juzgar los impactos de largo plazo que tendremos que afrontar en los próximos años.
Otro grupo de gente, se refugia en afirmaciones, como ‘no pasará nada’, ‘se acomodará a lo actual’. Nos parece que eso es irresponsable, tenemos suficientes elementos de juicio como para asumir que solo se ha dado una campaña de corte latinoamericana.
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU refleja el retroceso político de la globalización y consolidad, de alguna manera, las tendencias contra el libre comercio. Esto también fue afirmado durante la mesa de diálogo “Análisis sobre la elección presidencial: USA 2017″, organizada por la UNAM, donde la ex directora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, Paz Consuelo Márquez-Padilla, afirmó que: “Es una tendencia que se está dando de limitar la migración, de proteccionismo económico y contra la globalización. Pero qué es lo importante de esta elección, que la primera potencia del mundo ya eligió ese camino, es una tendencia que se va a dar en todo el mundo y consideró que no es positiva, de caer en el nacionalismo exagerado donde ven al otro como enemigo”.
En al menos tres países (Gran Bretaña, EE UU y Francia) de los cuatro que junto con Alemania representan la columna vertebral del orden político-económico establecido en el mundo occidental, se registra un claro viraje hacia posiciones tendientes a «cerrarse» en sus propias necesidades, a mirarse el ombligo, a contramano de un proceso de globalización que demanda mayor integración.
El mundo libre requiere de voluntad y acción política para asumir la defensa da las instituciones económicas que han producido tanto bienestar en la humanidad, como el libre comercio y la globalización. La próxima semana estarán en Lima muchos líderes globales y el Perú tiene la gran oportunidad de presentar un llamado a la reflexión y reacción contra las tendencias populistas que pueden arruinar la vida de las siguientes generaciones. Lampadia
THE ECONOMIST ESPRESSO
10 de Noviembre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia
El destino en un dedo: en el botón nuclear
En el Día de la Inauguración de enero, el presidente Donald Trump recibirá el «CHIP», una tarjeta que lo identifica como Comandante en Jefe, que lleva los códigos que autentican una orden para lanzar hasta 2,000 misiles nucleares estratégicos con objetivos en Rusia y China, y con algunos para Irán y Corea del Norte. Cientos de millones de personas morirían. Ningún control o equilibrio restringe esa decisión. Por más imprudente o impetuosa que sea, la orden se llevaría a cabo. Después de unos minutos, es irrevocable. Trump desestima las sugerencias de que está dispuesto a usar el gatillo: sería «el último» en usar armas nucleares. Él califica su uso como un «horror», aunque ha hablado con ligereza e ignorancia sobre su proliferación. No bebe y parece funcionar bien a pesar de estar cansado, que es bueno. Pero, ¿cómo podría este hombre, notoriamente sensible a las críticas, lidiar con una eventual intensa confrontación con una Rusia lista para desenvainar el sable nuclear?
¿De quién es el problema? Trumponomics
Las incertidumbres abundan, pero el probable efecto de Donald Trump con respecto a las políticas económicas será dañino, especialmente en el extranjero. Eso sucedió la última vez que EEUU abdicó de su rol en el corazón del sistema financiero mundial: cuando, en 1971, bajo Richard Nixon, se puso fin al régimen de la postguerra de tipos de cambio fijos, diciendo a los líderes europeos «el dólar es nuestra moneda, pero su problema». El populismo económico de Trump tiene dos objetivos: el proteccionismo comercial -aumentando los aranceles- e impulsar la demanda. Los recortes de impuestos alentarían a las grandes compañías estadounidenses a repatriar su dinero en el extranjero. Un mayor déficit significaría una mayor inflación y rendimientos más lucrativos de los bonos, atractivos para los inversionistas extranjeros. Todo eso apoyaría al dólar, el principal motivo para la rápida recuperación después de la noche de las elecciones. Pero Trump también tratará de mantener la demanda extra dentro de las fronteras de Estados Unidos, y un dólar más fuerte probablemente reforzaría las condiciones financieras mundiales. Lo mismo ocurriría con la confianza causada por las amenazas (o la realidad) de guerras comerciales.
Caminando en un muro: México
Enrique Peña Nieto fue castigado en su país por la cumbre presidencial con Donald Trump de agosto pasado. Argumentó que un diálogo temprano podría mitigar el daño potencial. Pronto se probará esa estrategia. Las cuestiones de seguridad parecen estables; es improbable que Trump ordene medidas que aten de manos a los narcotraficantes de los que se ha quejado tan a menudo. Pero su victoria hizo caer al peso; el banco central probablemente elevará las tasas de interés, obstaculizando una economía ya tensada por la caída de la demanda en Estados Unidos. El verdadero riesgo es que Trump rompa «el peor acuerdo comercial de la historia»: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que supone US $ 580,000 millones al año en comercio bilateral. Después de la victoria de Trump, Peña señaló que México y Estados Unidos «son amigos, socios y aliados». Criticado por su ‘toque suave’, tal vez el presidente mexicano desee tomar un tono más severo en el tiempo. Pero se enfrenta a una contraparte irascible y aún no probada.
Nos vemos en la corte: tras las elecciones
Donald Trump acaba de convertirse en el primer presidente electo de Estados Unidos que carece de experiencia política o militar. Este mes será ‘el primero’ en otro tema: defenderse ante un jurado en un tribunal civil federal contra acusaciones de fraude y chantaje. Las quejas provienen de sus seminarios inmobiliarios de la Universidad Trump, en donde los demandantes alegan que violaron los estatutos de fraude de consumo en California, Florida y Nueva York. También se enfrenta a otras disputas legales. El fiscal general de Nueva York está investigando su fundación caritativa. Trump está demandando a dos cocineros famosos que cancelaron planes para abrir restaurantes en su hotel en Washington, y ha amenazado con demandar a varias mujeres que lo acusaron de impropiedades sexuales. Su gerente de campaña dice que no ha descartado el nombramiento de un fiscal especial para investigar el uso de un servidor de correo electrónico privado por parte de Hillary Clinton mientras se desempeñaba como secretaria de Estado, a pesar de que el FBI ya se ha negado a acusarla.
Caída del sistema: Trump y tecnología
«Me gustaría despertarme ahora, por favor», twitteó Sam Altman, quien dirige Y Combinator, la escuela más importante para startups de Silicon Valley. La victoria de Donald Trump es una pesadilla particularmente para la industria de la tecnología. Puede limitar la inmigración de los empresarios y trabajadores calificados que se necesitan. Ha criticado a Apple por tener sus iPhones fabricados en China y por no ayudar al FBI a descifrar el smartphone de un terrorista (lo que sugiere que puede presionar para que el gobierno tenga acceso a «puertas traseras» en software cifrado). Y puede ir tras las grandes empresas de tecnología con la ley antimonopolio. Ha dicho claramente que Amazon tendría ‘grandes problemas’ bajo su presidencia. En el lado positivo, Trump ha propuesto reducir los impuestos a las firmas que traigan sus ganancias a EEUU, y que antes las mantenían en el extranjero: los gigantes de la tecnología (y farmacéuticos) poseen la mayor parte de los US$ 2.5 millones de millones escondidos en el extranjero.