Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
En la política hay sorpresas y suceden cosas que superan la imaginación. Sin embargo, también hay constantes. Con una economía mal manejada y en bajada, no hay ministros que duren.
Alex Contreras, el ministro de Economía, tiene el mérito de no ser Franke o Burneo, los alcahuetes económicos de Pedro Castillo y no ser de los asesores que le inventaron la tesis de la “Economía Popular con Mercados” o le recomendaron desconocer Tratados de Libre Comercio, nacionalizar empresas o desaparecer el sistema privado de pensiones. No es de esa laya. Sin embargo, esa es una condición necesaria para ser ministro, pero no suficiente.
Castillo ya se fue, su desvarío pro senderista terminó por mano propia y él está preso. Las revueltas sociales que él y sus cómplices azuzaron para sostener un golpe de estado que duró minutos, han pasado a las hojas negras de nuestra historia y hoy día no ponen en tela de juicio la gobernabilidad. Sin embargo, la secuela económica de la aventura socialista de nuestro país es seria y se requiere más que no haber sido parte de la camarilla que asaltó el poder el 28 de julio de 2021.
Hoy tenemos una economía en recesión.
Otros millones de peruanos vuelven a la pobreza. La inversión minera fue la primera en caer y la inversión privada en general no se recupera. El déficit fiscal se incrementa y los peruanos no tienen recursos para enfrentar sus gastos familiares.
Frente a ello, no necesitamos un ministro que esconda la recesión y sólo la reconozca para pedirle 5,400 millones de soles al Congreso, para seguir gastando. No necesitamos un ministro sin capacidad de agencia política que permita el paso de leyes populistas. No queremos un ministro que no defienda a los sectores económicos del propio Estado. No necesitamos un ministro de economía que solucione la crisis con más bonos, gasto y derroche fiscal. Menos un ministro que acerque los ahorros previsionales de los peruanos a las fauces del Estado. Mucho menos un ministro que frente a la crisis no nos plantee soluciones arancelarias o fiscales, sino recetas de cocina.
El modo de flotación política sucia que inventó Nadine Heredia, la presidenta real de 2011 a 2016, donde el país estuvo contento de que no nos convertimos en Venezuela y se toleró gasto, corrompió y dilapidó la bonanza macroeconómica, no es posible mantenerlo Señor Otárola con las cifras actuales de nuestro PBI, Gasto e Inversión.
Ese modo humalista de mantenerse en el poder, donde encajan sus declaraciones en contra de Tía María es inviable las cifras actuales de nuestra economía. La única ruta es alentar, atraer y concretar inversión privada en todos los sectores. Generar confianza. Sus declaraciones sobre Tía María son señal de que usted flota, pero no gobierna.
Entonces, o sale Contreras e ingresa alguien que ponga el país en movimiento, genere confianza, tenga liderazgo y deje que las empresas y los peruanos emprendamos, trabajemos y generemos empleo y bienestar o, en poco tiempo, tendrá que salir también el señor Otárola, cuyo modelo humalista de gobierno fue necesario para sortear la crisis política de inicios de año, pero no es suficiente, ni para conducir el país, ni llegar al 2026.
Lampadia