La irrupción de Podemos, la nueva fuerza política de España que sorprendió por su enorme aceptación en las elecciones para el parlamento europeo en mayo último, ha encendido las alarmas en la península. Este movimiento está decidido a “tomar el cielo por asalto”, como ha señalado su líder Pablo Iglesias, citando la tristemente célebre frase de Karl Marx. Para ello, los líderes de Podemos han descargado un agresivo ataque de verborragia (al mejor estilo chavista) contra lo que denominan la “casta” (los ricos, a los que culpa de todos los males) y contra el sistema político español al que llaman despectivamente “el régimen del 78”, en alusión al pacto de la Moncloa que cerró la división abierta por la guerra civil española y que permitió la convivencia democrática. Un admirable ejemplo de responsabilidad de la política española.
Como sostiene El País, “Podemos no es un fenómeno tan extraño en el contexto europeo y puede enmarcarse dentro de lo conocido como [la emergencia de los] partidos anti-establishment. Este tipo de partidos ha cristalizado de manera muy diferente según el país. Mientras que entre los acreedores de la zona euro [los más ricos] estos movimientos han tendido a canalizarse a través de la extrema derecha xenófoba, en el sur [los más pobres] tienden a favorecer a los partidos izquierdistas. [El ambiente más propicio para la emergencia de estos movimientos es cuando] coinciden problemas internos con un shock externo (…) Ahora bien, cuando esto se combina con una crisis económica y de gobernanza pueden ser un coctel inflamable”.
El descontento por la crisis del 2008 con su altísimo desempleo ha desacreditado al sistema democrático. “El daño de la crisis fue psicológico y financiero. Reveló debilidades fundamentales en los sistemas políticos de Occidente, socavando la confianza que tenían en sí mismos, que era uno de sus grandes activos. Mucha gente se desilusionó con el funcionamiento del sistema (ver en Lampadia (L): Bienestar y buenas instituciones, fundamentales, para la democracia). Esto se agravó cuando los gobiernos rescataron a los banqueros con el dinero de los contribuyentes, quienes luego continuaron pagándose enormes bonificaciones”, asegura The Economist.
Felizmente, aunque tarde para el impacto político, los banqueros han empezado a pagar caro sus debilidades. Para evitar una crisis a futuro, El Consejo de Estabilidad Financiera ya ha creado una serie de medidas y reglas impuestas a los bancos, en algunos casos hasta de manera exagerada, como indica The Economist. (Ver en L: Pena Capital)
Los desilusionados parecen estar aceptando el discurso anti-establishment y abrazando “las soluciones milagrosas” que proponen irresponsablemente estos movimientos.
“¡Claro que los ciudadanos prefieren oír buenas noticias que malas! Así pasó a los británicos cuando su primer ministro Chamberlain hablaba de ‘appeasement’, recién llegado de Múnich en 1938. Mientras Churchill se hacía incómodo con sus proféticas palabras: ‘habéis tenido que elegir entre la guerra y el deshonor, habéis elegido el deshonor, y ahora tendréis guerra’”.
Por lo general se aceptan las posturas populistas bajo la creencia de que los nuevos caudillos, nos liberarán de las penurias económicas. Nada más falso. Como ha demostrado la historia sin excepción.
Podemos está totalmente identificado con el discurso y la praxis política del populismo latinoamericano. ¿Qué reclama Podemos como préstamo — o legado— que resulte viable en la España de hoy?, se pregunta el politólogo venezolano, Ibsen Martínez, en El País. Martínez se responde que mucho, y advierte de lo peligroso que sería para las fuerzas políticas de España, pensar que un engendro político como ese pueda hacer de España una Venezuela sin petróleo.
Francia, en cambio, sufre el embate de un extremismo de derecha encarnado en el Frente Nacional (FN). Un partido xenófobo que ha resurgido con fuerza desde la crisis. Hoy amenaza seriamente la política francesa, el paneuropeísmo y aplaude al neo-imperialismo ruso.
Recientemente, Marine Le Pen, la líder del FN, criticó los planes de las autoridades francesas de anular el envío del portahelicópteros militar “Mistral” a Rusia, según RT.
Mientras que EE.UU. y varios países europeos han aplaudido las informaciones sobre la posible suspensión del suministro a la flota rusa del portahelicópteros, la líder nacionalista, Le Pen, en una entrevista concedida a la radio RTL criticó severamente la actitud de las autoridades francesas al respecto. Según Le Pen, anular el contrato del suministro sería «una decisión muy grave, ya que, en primer lugar, va en contra de los intereses del país y, en segundo lugar, muestra que estamos actuando al dictado de la diplomacia estadounidense».
La cancelación del contrato «tendrá graves consecuencias para la reputación de Francia y afectará negativamente a la imagen de París en materia de comercio, especialmente en términos del comercio de armas, que proporciona parte del crecimiento económico de nuestro país«, argumentó la política. La ultra derechista Le Pen, que ha tomado mayor peso electoral, amenaza con una discontinuidad de la política francesa llegando incluso a abogar por la salida de Francia de la OTAN.
Cómo advierte The Economist en su especial sobre democracia (citado más arriba), la suma de la crisis, el éxito económico relativo de la autocracia china y los reveses en Irak, Egipto y Rusia, han debilitado la confianza en ella, al punto que Europa enfrenta el embate de movimientos contestatarios que amenazan desestabilizar aún más, las posibilidades de un siglo XXI de paz y prosperidad. Lampadia