Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
Gracias a un reportaje de Juana Avellaneda en “Contracorriente” de Willax TV, el Perú se enteró que Martín Belaunde Lossio estaba libre. Y no solo libre sino, al parecer, volviendo a las andadas, con toda desfachatez.
Esta vez manteniendo una muy estrecha relación con la gerente de logística de Petroperú, la elefantiásica empresa estatal que ha sido fuente de corrupción en varios gobiernos incluyendo, por supuesto, el de Pedro Castillo, en el que se nombró gerente general a Hugo Chávez, a cambio de una coima y a través de uno de los chotanos de su gavilla, según se reveló en su momento.
Poco después del reportaje de Avellaneda, Petroperú emitió un comunicado “separando” a la funcionaria cercana a Martín Belaunde y disponiendo una investigación sobre su contratación.
El caso de Belaunde tiene más de una década.
Él fue un estrecho colaborador de Ollanta Humala y Nadine Heredia desde su campaña electoral de 2006 y luego, cuando esa nefasta pareja llegó al poder en 2011, sus oscuros negociados avanzaron rápidamente. Su especialidad eran los gobiernos regionales y estuvo vinculado, entre otros, al hoy sentenciado César Álvarez, de Ancash.
Cuando lo procesaron, huyó del país, pero fue capturado el 2015 en Bolivia y extraditado al Perú. Después de varios años en prisión preventiva, salió en libertad por exceso de carcelería porque el ineficiente sistema judicial no ha sido capaz de sentenciarlo (o declararlo inocente).
Otro caso patético es el del indescriptible congresista de Acción Popular por Puno Jorge Flores Ancachi, que fue grabado -según una revelación de “Cuarto Poder” de América TV-, quejándose de que sus empleados en el Parlamento no se dejan robar parte de su sueldo con alegría y agradecimiento.
Este “Niño” es también, según esa evidencia, otro de los numerosos robasueldos, que cercenan sistemáticamente una parte de los emolumentos de sus trabajadores a cambio de hacerles el favor -según se deduce de las palabras de Flores- de otorgarles un puesto.
Como se puede deducir de este caso -y de los muchos otros denunciados-, el mecanismo para contratar a los funcionarios del Congreso consiste en nombrar allegados, gente de confianza, que estén dispuestos a entregar parte de su remuneración a cambio de esa “gracia”. Es obvio entonces que los reclutados por este perverso sistema no serán personas capaces, sino gente sin empleo que está dispuesta a sufrir este menoscabo para lograr un ingreso.
Naturalmente, no todos los congresistas actúan como Flores ni todos los empleados del Parlamento se prestan a eso. Pero, a juzgar por la cantidad de denuncias, son muchos los que están en esa situación.
Son tantos, que el periodista Alfredo Vignolo tiene la hipótesis de que el pago de un absurdo bono de hasta 14,200 soles a todos los trabajadores del Congreso tiene el propósito de “mantener en silencio a aquellos que han sido objeto de acciones ilícitas de parte de los congresistas, al cometer el delito de cobrarles un diezmo a los trabajadores.” (“El bono del silencio”, Expreso, 10/7/23).
Sería algo así como ´nosotros les robamos, pero ahora les restituimos parte de lo robado con el dinero de todos los peruanos´. O, peor, aún, podría ser también que parte de ese bono caído del cielo, que ningún trabajador estatal recibe, sea también amputado por algunos de los codiciosos padres de la patria.
Por último, parece que por la directa intervención de Dina Boluarte, el presidente de Essalud fue defenestrado por el pago de 41 millones de soles de pruebas rápidas presuntamente sobrevaluadas, adquiridas cuando el Lagarto ocupaba la presidencia de la república, según denunció “El Comercio”.
En síntesis, estos casos que han aflorado en los últimos días, muestran que la corrupción, a todo nivel, goza de buena salud. Es más, todo indica que seguirá floreciendo, dado que las probabilidades de que los responsables sean sancionados son pequeñísimas.
¿O alguien cree que el congresista Flores será la excepción y terminará entre rejas? Lo más probable es que como sus congéneres quede impune, o con una sanción imperceptible. ¿En Petroperú habrá una purga? Casi imposible. ¿El Lagarto que sigue libre, y sus secuaces, serán investigados y sancionados por corruptelas como la de las pruebas rápidas que ocasionaron la muerte de tantas personas? Difícil.
Solamente con soluciones radicales se podría revertir el descalabro de esta democracia fallida. Lampadia