Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
Esconder sus fracasos políticos es el primer recurso del gobernante inepto. Pero el más perverso, es atribuírselo a otros.
Desde el 01 de mayo de 2020, en Lampadia (¿Hasta cuando? – Hasta que la verdad sea la principal herramienta de la política), mostramos que la salud había sido un mero relleno en la agenda gubernamental ocupada en el control de los otros poderes del Estado, que los 80 hospitales ofrecidos por Vizcarra a inicios del 2019 no se construyeron, que el 2019 el Ministerio de Salud sólo ejecutó el 41.2% del presupuesto de obras, que el gobierno no se había preparado para la llegada de la pandemia sino hasta que llegó el primer contagio y que la sobre exposición mediática del presidente y sus ministros durante la cuarentena sólo eran la cortina de humo para ocultar un fracaso que era evidente desde abril.
Esta semana, cuando el fracaso ya es reconocido hasta por los alcahuetes del gobierno en los medios que lo han apañado desde el referéndum del 2018, cuando estamos en el 7mo lugar mundial, cuando los contagios superan los 268,000 casos, los muertos oficialmente declarados se acercan a 9,000 y hemos destruido nuestra economía y desempleado a medio país, el gobierno ya no puede esconder su fracaso y se ve obligado, una vez más, a atribuírselo a otros.
Al inicio de esta crisis, le atribuyó las malas condiciones del sistema de salud a la corrupción, el mantra con el cual adormece a la ciudadanía que ve la paja en el ojo ajeno, pero no ve la viga en el propio. Con ello, calló, escondió y disimuló los 80 hospitales no construidos, la pobre ejecución presupuestal del 2019 en salud y la falta de preparación para la pandemia.
En medio de la crisis, cuando la meseta no llegaba, cuando las medidas no surtían efectos y eran contraproducentes, le atribuyó la responsabilidad a los peruanos pobres que tenían que salir a la calle a conseguir el pan para sus familias.
Ahora, cuando las cifras del fracaso ya son evidentes, hay que buscar nuevos culpables. Hay que construir enemigos falaces contra quienes luchar, a quienes atribuirle el fracaso, sobre quienes el pueblo descargará su frustración. Estatizar, intervenir o expropiar las clínicas privadas sólo es eso, el perverso recurso de atribuir a otros la responsabilidad de la inepcia. Un paso más en el libreto autoritario que muchos no han querido ver.
Pese a que en el Perú la única inmunidad que parece haber logrado en el pueblo este gobierno es la inmunidad a la data, al narcotizarlo con información inexacta y campañas muy bien pauteadas, mostraremos a continuación algunas cifras que demuestran que la expropiación de las clínicas no es ni el problema, ni menos la solución:
- El Perú, según el Repositorio Único Nacional de Información de Salud del Minsa, tenía a inicios del 2019 la cantidad de 51,328 camas hospitalarias, repartidas de la siguiente forma:
- MINSA y Gobiernos Regionales 28,493
- ESSALUD 9,640
- Otras entidades públicas y privadas 13,195
- Según el reporte de la Sala Situacional del Covid del MINSA, hoy 26 de junio hay 10,587 pacientes hospitalizados, es decir el 20% de la capacidad hospitalaria del país. Si revisamos la cifra, a nivel público (Minsa, Essalud y FFAA y PNP) hay 9,357 hospitalizados, lo cual representa alrededor del 23% de la cantidad de camas de ese sector.
- Según este mismo reporte, toda la disponibilidad de UCIs incluida la de las clínicas privadas ya está prácticamente agotada, quedando únicamente UCIs disponibles en ESSALUD (56) y en los Gobiernos Regionales (62).
Esta información confirma que la intervención de clínicas no es ni el problema, ni será la solución. Solo es el chivo expiatorio de hoy.
¿A quién se buscará culpar mañana? ¿A quien apuntarán mañana sus baterías el Ejecutivo y sus cómplices los congresistas para atribuirle la culpa de este fracaso?
¿A las farmacias?, ¿a los bancos? ¿a las bodegas de la esquina? …………………….
A cualquiera, mientras la ciudadanía no advierta el embuste autoritario del cual somos víctimas. Lampadia