Rafael Venegas
Director Independiente de Empresas
Para Lampadia
Es una verdadera lástima que nuestro querido Perú, cumpla su bicentenario republicano viviendo una de las peores crisis de sus 200 años. No se si será la peor, pero de hecho es la más complicada por los múltiples eventos negativos que nos están impactando y por la extrema polarización de la población que esto ha suscitado.
¿Quién nos metió en este callejón que parece no tener salida?
¿Existe la posibilidad de encontrarla?
La polarización es de carácter temporal y ha sido causada por este accidentado y manoseado proceso electoral. Lamentablemente hay mucha gente cegada por diferentes motivos que está dispuesta a aceptar cualquier cosa con tal de satisfacer sus odios, sus frustraciones, sus miedos, sus penas y sus ilusiones. De esto se han aprovechado un puñado de malos peruanos, para llevar agua a sus molinos.
La población se ha dividido en dos polos. La mitad se ha unido al bando comunista y la otra al bando que defiende el statu quo.
El primer polo agrupa a los verdaderos comunistas, que en realidad sólo son 10.5%, según la primera vuelta. El resto (casi 40%) se ha unido a este bando por diferentes motivos, sin ser necesariamente de izquierda.
La mayoría de ellos han sido incitados y convencidos por estrategias basadas en la victimización, el odio, el racismo, las desigualdades, la pobreza y la nefasta actuación de la clase política en los últimos años. Además, los izquierdistas se han aprovechado malévolamente de la situación vulnerable en que se encuentran muchos peruanos, debido a la pandemia, la crisis económica y el desempleo.
También integran este grupo los agazapados, tibios y enmascarados caviares, que se acomodan como sabandijas y que son los grandes culpables de los odios y las divisiones entre peruanos.
Finalmente, un componente importante de este polo, son los recalcitrantes anti-fujimoristas, que han exacerbado su odio a niveles extremos, llegando incluso a preferir apoyar al comunismo. Este odio desmedido es un trabajo de martilleo constante por muchos años, ejecutado por los caviares y por la prensa irresponsable y vergonzosamente parcializada.
En resumen, la maquinaria de comunicaciones del foro de Sao Paulo, los acomodados caviares y la prensa contratada y parcializada, son los creadores directos de este polo. La izquierda en su conjunto nunca había superado el 30%. Hoy, gracias a este trabajo subterráneo, ha conseguido llegar al 50% y ha polarizado completamente a la población.
En el otro polo están los fujimoristas que en la primera vuelta sumaron cerca del 10%. A ellos se les han sumado, por necesidad, los demócratas de derecha y de centro de diferentes partidos, así como los demócratas sin partido y por supuesto, los anti-comunistas. Este polo ha tenido una baja muy importante: los demócratas anti-fujimoristas, que increíblemente han preferido pasarse al bando comunista, votar en blanco o no participar.
La polarización es clarísima y los ánimos están muy caldeados. Lo curioso es que los partidos que verdaderamente disputan esta elección son el comunismo y el fujimorismo y ambos solo llegan al 10%. Es decir, ninguno de los dos tiene la representatividad necesaria para ser finalistas de una segunda vuelta, ni mucho menos para gobernar el país.
Casi el 80% de la población, que no es ni comunista, ni fujimorista, se ha visto obligada a tomar partido por uno de los dos polos y defenderlo. Este escenario que era ideal para que un buen líder, apoyado decidida y firmemente por la población, presionara y consiguiera la anulación del proceso, cosa que no ha sido posible. Y no lo ha sido porque lamentablemente ya no existen líderes políticos de grueso calibre y capaces de dirigir una empresa de esta magnitud. Esa es una de nuestras grandes debilidades; carecemos de verdaderos líderes políticos.
A esta precariedad de partidos y candidatos sin representatividad, se suma el infame manejo irregular, dictatorial y anti-constitucional de las autoridades electorales, avaladas por un gobierno inepto, parcializado y sin representatividad. Todo pareciera indicar que se está siguiendo la consigna del líder comunista Josef Stalin: ¨No importa quien vota, sino quien cuenta los votos¨.
El Artículo 176 del Capítulo XIII de la constitución política del Perú dice de manera clara y contundente: ¨El Sistema Electoral (RENIEC, ONPE y JNE) tiene por finalidad asegurar que las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos y que los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector expresada en las urnas por votación directa¨.
Por lo tanto, está muy claro que la función principal que debe cumplir la autoridad electoral es asegurar que el voto ciudadano sea respetado por encima de todo. Sin embargo, en los últimos días hemos sido testigos de todo lo contrario, cosa que es ilegal y está penado por la ley.
Lamentablemente existe una larga lista de hechos que nublan totalmente el proceso y que lo convierten en extremadamente dudoso, por decir lo menos. Irregularidades de todo tipo que son copia fiel de otros procesos viciados y manipulados para conseguir o mantener el poder en los países del foro de Sao Paulo.
El padrón electoral con errores de todo tipo y con un millón y medio mas de personas, si se compara con el utilizado para la vacunación pública. Muertos y menores de edad que no sólo votan, sino que son miembros de mesa. Firmas claramente falsificadas que no quieren ser verificadas por la autoridad, votos en blanco convertidos en votos a favor de solo uno de los candidatos, mesas enteras con votación cero para un candidato, etc., etc., etc. Un desmadre, que no quiere ser reconocido, ni revisado por la autoridad.
Tampoco se entiende porque no se pone el padrón electoral a disposición de la revisión, siendo estos documentos de carácter público, donde se encuentra la información base. ¿Por qué los esconden? Esto también es ilegal.
Otro tema digno de resaltar es por qué se ha aceptado que la plancha presidencial del candidato Castillo, sólo tenga dos miembros, cuando deben ser tres. Además, la candidata a vicepresidente ha incumplido la ley al no renunciar a su cargo público 6 meses antes de la elección. Ella sólo solicitó licencia y recibió su sueldo. Lo peor de todo es que su cargo es en la RENIEC, parte del sistema electoral, lo que hace aún mas conflictivo el caso. Por temas mucho menos graves, se inhabilitó a otros candidatos del proceso, como al APRA y a Fernando Cillóniz. ¿Porque en este caso y en el de Vizcarra, no fueron igualmente inhabilitados? ¡Eso es también ilegal!
Tampoco se entiende porque la JNJ aprobó el nombramiento del jefe de la ONPE, habiendo este sido funcionario de otro ente del sistema electoral (RENIEC). ¿No se dieron cuenta que existía un claro conflicto?
Si todas estas irregularidades no crean dudas sobre el proceso, estamos todos locos. Por lo tanto tienen que ser tomadas en cuenta por la autoridad electoral, por el presidente de la república y por las instituciones democráticas internacionales. Esta muy claro que, para darle la debida legitimidad al proceso y a quien resulte ganador, no deben existir estas dudas. Por eso es preciso hacer una revisión técnica exhaustiva e independiente. Mas del 50% de la población lo está solicitando, por lo tanto tiene que ser atendida.
Para enfrentar esto hay dos soluciones: La primera es que se anule el proceso electoral por exceso de irregularidades. Esto tendría que ser definido como una excepción por el JNE o por el presidente de la república y todos sabemos que esto no va a ocurrir dada la actitud parcializada mostrada por ambos entes.
La segunda es una alternativa en la que deberían estar de acuerdo los dos polos, a no ser que tengan algo que ocultar. Esta opción que es utilizada en todos los ámbitos cuando existen diferencias, es el arbitraje independiente.
En el caso de los procesos electorales, este arbitraje se traduce en una auditoría especializada e independiente, que puede estar a cargo de uno o mas organismos internacionales como la OEA o la UE y que ya lo han hecho muchas veces antes. Sin embargo, el único que la puede solicitar es el presidente.
Esta es la solución ideal para ambos polos, ya que mientras uno está absolutamente convencido de que hay fraude, el otro está también convencido de que no lo hay. Por tanto, tiene que ser un tercero (el árbitro) quien luego de un análisis técnico, defina quién tiene la razón. De esta manera ambos polos tendrán que aceptar la decisión y el proceso tendrá la legitimidad que se requiere.
¿Porque no se quiere pedir la auditoría? ¿A qué le teme la autoridad electoral y el presidente encargado? ¿Hay gato encerrado?
Vamos señor Sagasti, no pase a la historia como un intrascendente caviar, hágalo como un valiente demócrata: Solicite a la OEA y/o a la UE, que practiquen una auditoría al proceso electoral.
¡El Perú entero se lo va a reconocer y agradecer! Lampadia