Fausto Salinas Lovón
Exclusivo para Lampadia
La disputa por la sucesión de Evo Morales no había logrado unir a los políticos bolivianos que se presentaron divididos a las elecciones del 20 de octubre pasado. Las visiones limitadas, los apetitos personales y los intereses de grupo impidieron en Bolivia (como sucede en otras partes del continente), que la oposición sea una alternativa política unitaria y contundente frente al autoritarismo marxista. Sin embargo, el espanto frente a una autocracia sin fin (que se quitó la careta con el escandaloso fraude electoral perpetrado por Evo Morales y orquestado por sus patrones de La Habana, Caracas y potencias injerencistas), si logro hacer lo que sus políticos no hicieron: unir a los ciudadanos bolivianos. (Boliviano: si no los une el amor que los una el espanto frente a una autocracia sin fin. Lampadia 18.10.2019)
Los políticos que eran funcionales a Morales con su espíritu de facción y su afán de figuración se unieron para pedir primero la segunda vuelta y luego, nuevas elecciones y la renuncia de Evo. Las clases medias que toleraban la aventura indigenista en la medida en que la macroeconomía no fue destruida como si sucedió en Venezuela, despertaron. Los jóvenes, a quienes adormecía el encanto del relato indigenista y la gesta antiimperialista, también salieron del letargo. Los ciudadanos bolivianos en esta primavera de octubre demuestran que saben hacer lo más importante en la vida: luchar por su libertad.
- Primero fueron los potosinos que hicieron huir en moto y luego en helicóptero al entonces candidato reeleccionista Evo Morales Ayma.
- Luego, tras el fraude, los ciudadanos de Oruro y Sucre fueron los primeros en alzar su voz, a los que se sumó su policía, que no ha estado dispuesta en esa última región boliviana a reprimir a sus hermanos que piden algo elemental: elecciones limpias y trasparentes.
- Luego fueron Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, La Paz, entre otras zonas del país.
- Finalmente 8 de 9 regiones se pusieron de pie y mediante marchas, protestas y el grito unánime de que “No nos da la gana de vivir en dictadura como la venezolana”, exigieron primero la segunda vuelta electoral que la patética presidenta del organismo electoral boliviano negó al pueblo de ese país. Luego el reclamo ha ido tomando un calibre mayor y frente a las evidencias de fraude, se exige la renuncia misma de Evo Morales y su camarilla. Sendos Cabildos abiertos así lo exigen.
La prensa boliviana ha jugado el papel que le corresponde a la prensa seria. Ha puesto en titulares el fraude y la represión del Mas (la organización político social de Morales para conquistar y no dejar el poder). El diario Potosi de la ciudad de ese mismo nombre, El País de Tarija, Los Tiempos de Cochabamba, El Diario, el Deber de Santa Cruz, entre otros, no han ocultado esa verdad a cambio de jugosos contratos publicitarios como sucede en nuestro país.
El ejército boliviano, dando muestras de que no todo esta podrido en América Latina (por ahora), hasta el momento no se ha prestado al fraude. No se sabe si es por un genuino afán institucionalista o si es simplemente porque su precio aún no ha sido alcanzado o existe la amenaza a que sus altos jefes militares pierdan los visados norteamericanos, país donde viven sus familias. A diferencia de sus pares venezolanos que enjugados en millonarios sobornos y negocios sostienen al régimen de Maduro o de sus pares peruanos, que no dudaron en sonreír en la foto para la aventura autoritaria que disolvió el Congreso, los militares bolivianos se han quedado por el momento en sus cuarteles, en espera de un desenlace democrático o que su precio, seguramente más elevado, sea amortizado con petrodólares caribeños. Creamos y esperemos que sea lo primero.
En estas dos semanas, jóvenes, profesionales, trabajadores, obreros, frentes cívicos, partidos de oposición, indígenas, mujeres, millones de bolivianos marchan en las calles de las ciudades bolivianas con las únicas armas que la libertad concede: el raciocino y la voz. El dictador los enfrenta con hordas de asalariados militantes de su partido transportados en buses por el gobierno y provistos de palos, púas, municiones y armas entregadas por las propias autoridades gubernamentales. Morales está dispuesto a llevar a su país a la guerra civil o la secesión si es necesario, con tal de no desoír el mandato de sus patrones: debe cuidar la finca si es necesario con el precio de su vida y la vida de miles de bolivianos.
Pero, Bolivia resiste. Está dando una demostración de fuerza y dignidad que hay que tomar muy en cuenta y de la cual hay mucho que aprender.
Pero, Bolivia no puede resistir sola. Necesita del resto de América. Por ello, no es casual que previamente se haya alborotado Ecuador, se haya neutralizado al Grupo de Lima dinamitando desde dentro la estabilidad política peruana, ni es casual que se incendie Santiago con aceleradores químicos y con sincronización talibana. Los orquestadores saben que para defender los enclaves hay que llevar el fuego, el conflicto y el ruido lejos, mejor si es donde están los que más critican. Por ello, también preocupa el silencio de Guaidó y la oposición venezolana, que resulta útil en estos momentos a los fines intervencionistas en Bolivia y Chile.
Los ciudadanos libres de América Latina tenemos el deber de contribuir a que la resistencia boliviana no sea efímera, vana, pasajera. Nuestra voz es muestra primera arma. Nuestras ideas son nuestros fusiles y las podemos disparar en las redes sociales para contrarrestar el fuego sostenido del relato que se nos impone desde La Habana y se financia desde Caracas. Tenemos los 120 caracteres para librar batalla. Tenemos el voto para sacar de la vida política a los primos, hermanos, socios o lacayos de Maduro, Castro, Chávez o Morales que vendrán en el Perú y en otros países en las siguientes elecciones. Tenemos el poder de nuestra elección de compra, dejando de comprar los diarios y revistas que le hacen el juego a la brisa bolivariana o glorifican autócratas. Tenemos el poder de apagar nuestros televisores cuando las guaripoleras de los autócratas y del relato izquierdista pontifican desde los altares de su medianía. Tenemos la opción de no quedarnos callados en la charla familiar o la reunión de promoción donde unos cuantos repiten lugares comunes y balbuceos antiimperialistas desde sus polos Tomy o sus zapatillas Nike. Tenemos el poder de elegir por ejemplo a quienes acaben el nexo entre gobierno y prensa, con el cual se adormece al pueblo y se consigue la hegemonía. Tenemos el poder de dejar de comprar los productos que auspician a la prensa funcional al relato.
Los latinoamericanos libres tenemos muchas armas ciudadanas para defender nuestro continente y nuestra libertad. Tenemos muchas armas para apoyar la resistencia boliviana y no seguir siendo funcionales al relato marxista con nuestro silencio o nuestra indiferencia. Podemos seguir siendo tontos útiles o despertar. Bolivia nos esta demostrando, por ahora con más fuerza que el sufrido pueblo venezolano, que se puede despertar y levantar la voz.
Bolivia Resiste. Estamos contigo. Lampadia