Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Entre las cosas que los seres humanos aprendemos con los años, está que, en la vida de las personas, las organizaciones y los países, se generan los llamados círculos virtuosos y círculos viciosos.
Desde niños, si en el colegio te juntas con los más disciplinados, deportistas y estudiosos, lo más probable es que tiendas a destacar en el deporte y los estudios, se incentive el deseo de cooperar entre los compañeros y se genere un sano deseo de competencia. El producto de ese ejercicio permanente, repercutirá en el aprecio dentro del grupo de tus compañeros, tu equipo de fútbol, básquet, natación u otros. El aprecio de los profesores quienes, viendo el potencial de sus alumnos, los incentivarán a seguir trabajando, a esforzarse y a superar a equipos deportivos o de estudios de otros colegios y comunidades. Esos resultados repercuten en la satisfacción de los padres y grupos familiares, los que, a su vez, se traducen en el orgullo de amigos, la comunidad de alumnos y exalumnos del colegio, el reconocimiento del barrio. No faltará quien publique en las redes sociales estos hechos y que la información llegue a periódicos, revistas, radio o televisión.
Esta superación, por supuesto, genera una dinámica positiva, que hará que los clubes deportivos se interesen en ellos, las universidades los acojan tras los exámenes de admisión y toda esa trayectoria, será de máximo provecho el día que aspiren a un puesto de trabajo. No cabe la menor duda que, aplicando esa disciplina y herramientas adquiridas durante la infancia y juventud, el éxito será la constante durante su vida personal, familiar y profesional y es a esto a lo que llamamos un “círculo virtuoso”.
En el caso de niños que siguen el camino cómodo, se juntan con los más indisciplinados, no hacen deporte, no estudian y no forjan lazos familiares de cariño, ni amicales positivos, lo más probable, es que sean parte de un grupo no aceptado, los profesores les prestarán atención sólo por temas disciplinarios. Seguro que generarán conflictos entre sus compañeros de clase y grupos del barrio, al igual que podrían generar conflictos y problemas a nivel familiar. Ojalá, Dios quiera, que no caigan en vicios de drogas y alcohol. Podemos estar seguros que no destacarán en nada positivo en el colegio, los profesores no tendrán incentivo para ayudarlos a desarrollarse y más adelante, los clubes deportivos no se interesarán en ellos, ni las universidades los admitirán. Prontamente, por su inadecuada actitud, les será muy difícil conseguir un trabajo acorde a sus expectativas, no habrán forjado un perfil personal, ni profesional que los conduzca al éxito personal, familiar y profesional. A este fenómeno se le conoce como “círculo vicioso”.
A los países les ocurre exactamente lo mismo. Si sus pueblos no les cierran el paso a los corruptos, eligen por gobernantes a delincuentes e irresponsables. Luego, los políticos y gobernantes no plantean ni hacen lo correcto, no inculcan ni forjan una cultura de honestidad, no respetan la constitución y las leyes, no defienden la institucionalidad, no hacen respetar el principio de autoridad y, de otro lado, mientras son candidatos ofrecen (sabiéndolo) cosas que no se pueden cumplir razonablemente, no trazan un plan adecuado para satisfacer las necesidades básicas, no inculcan el orgullo por el estudio y el trabajo duro y noble, el respeto al prójimo, a los mayores, a los acuerdos entre personas, grupos de interés y con los países y empresas con los que nos relacionamos, pasando en cambio mensajes populistas, que van en contra de la institucionalidad. Si no generan las condiciones propicias para la libre competencia, para atraer la inversión, creando más y mejores oportunidades de trabajo, educación, salud y seguridad, estaremos entrando en un “círculo vicioso”.
En estos últimos días, a pesar de las grandes reservas internacionales del BCR, los mensajes inadecuados e irresponsables de gente (candidatos) que nunca ha hecho empresa, jamás ha pagado una planilla, ni ha arriesgado su patrimonio en una empresa, pero que pretenden llegar a la presidencia de la república en estas elecciones, lograron generar nerviosismo entre los inversionistas, al punto que, en sólo una semana, los Fondos de Inversión vendieron sus bonos de tesorería peruanos y retiraron cerca de 2,500 millones de dólares, haciendo subir el tipo de cambio a más de S/.3.70/dólar.
¿Podemos imaginarnos qué podría pasar ante el afianzamiento de alguna de esas candidaturas, que quieren una asamblea constituyente para “cambiarlo todo”? Sabemos que eso es como echar los naipes de un castillo por los aires, sin saber siquiera quiénes serían los autores de esa nueva constitución. En esas condiciones, las leyes, reglamentos, acuerdos y contratos, quedarían también en el aire, pues las reglas del juego podrían cambiar radicalmente.
Lo dicho, suspendería todas las inversiones, la calificación de riesgo de la deuda peruana se vería castigada, los capitales se retirarían del país para ponerse a buen recaudo hasta que las cosas se aclaren (no menos de tres a cuatro años), la caída del PBI sería importante, el precio de los productos importados subiría por efecto devaluación y el Estado, como producto de esta menor actividad económica, reduciría la recaudación de impuestos, justo después del debilitamiento de la caja fiscal, resultado de la pandemia y su pésimo manejo.
Los peruanos tenemos el deber de generar nuestro “círculo virtuoso” y para eso, debemos observar a los países exitosos, imaginar qué futuro queremos, analizar qué estrategias siguieron, qué buenas practicas adoptaron y qué malas prácticas desterraron, pues sólo así podríamos soñar con un mejor futuro para las nuevas generaciones.
¡Dios ilumine a nuestros conciudadanos en estas elecciones, para no hundir a nuestro Perú! Lampadia