Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
La caída de Chile en manos de la oclocracia posmoderna que destruye todo en nombre de un bienestar que dice merecer y que no sabe de donde viene, no es un episodio aislado, ni solamente el epílogo de las revueltas de octubre de 2019.
Chile viene tropezando desde el año 2013. En “Tropieza Chile” (Lampadia 25.11.13) un primer artículo sobre el tema di las primeras razones de esa percepción:
“I) Veo en su escenario político cierto hastió por el modelo bi partidista (o de dos bloques predominantes), ya que desde la elección anterior se abrió espacio a los “outsiders políticos”, ese fenómeno tan peruano que no parecía imitable, pero que resultó copiado con la misma facilidad que el cantante chileno Américo hizo suyos los ritmos que en estas tierras popularizaron previamente los hermanos Yaipen y otros grupos musicales peruanos.
II) Su sistema político de dos coaliciones fuertes muestra grietas internas serias, al punto que la derecha no pudo articular una candidatura oportuna y sólida para enfrentar a la izquierda de Bachelet y esta, se vio obligada a “rebautizar” su coalición y a ampliar su abanico de propuestas en una dirección más populista.
III) Advierto que ganan simpatía y protagonismo los agentes libres de la política (esos radicales libres cuyos efectos patológicos tiene bien clara la medicina), que al igual que en el Perú llegan a la escena oficinal desde la calle, la protesta y el disturbio, como los jóvenes Jackson, Vallejo y otras, de indisimulada filiación comunista, que naturalmente y como siempre, cuentan con el padrinazgo de los señores Castro, a quienes la decrepitud y el fracaso del modelo cubano no les resta bríos para seguir “exportando la revolución”, como lo han hecho hace más de medio siglo, aun cuando su producto ya esté caduco.
IV) Sin embargo, el que parece el mayor tropiezo es el que propugna la misma señora Bachelet: la reforma constitucional, que puede llevar a Chile a un debate ideológico de proporciones inmensas e inevitables consecuencias en la inversión privada.
En “¿Chile Tropieza y nosotros también?” (Lampadia 26.05.15), menos de dos años después, mostré como ese tropiezo se agravaba con las reformas tributaria, educativa y constitucional alentadas por la señora Bachelet.
Hoy. 8 años después, Chile ha caído y con estrépito. Las evidencias de esta caída son la misma convocatoria a una Asamblea Constituyente, que legitima un poder paralelo al del Congreso Chileno que debió ser el llamado a emprender razonadamente cualquier reforma y, sobre todo, las tendencias constitucionales de los flamantes constituyentes chilenos, que, según da cuenta el Diario El Mercurio de ese país, irán en las siguientes direcciones:
- Limitar la propiedad privada,
- Limitar la inversión extranjera,
- Ampliar la participación estatal en la economía,
- Interferir la autonomía de su autoridad monetaria,
- Retornar a sistemas públicos de pensiones,
- Limitar la actividad privada en el manejo de los Recursos Naturales, entre otras medidas que desarmarán el modelo económico chileno y la clave de su crecimiento y bienestar.
Salvo que la sensatez retorne a la política chilena, ese será el destino de ese país. A la hora del ajuste de cuentas, además de la “brisa bolivariana” no pueden dejar de mencionarse dos cosas de las cuales son responsables los propios chilenos:
- La “fatal ignorancia de la derecha chilena” tan bien graficada por Axel Kaiser, que, a mi juicio entregó irresponsablemente la Constitución para salvar el gobierno y;
- como bien señala J.L Espert para los argentinos, hay “una sociedad cómplice” que no solamente no defiende los pilares de su bienestar, sino que los destruye con la principal arma que tiene: el voto.
Lamentablemente, ese también puede ser nuestro destino. Nuestro tropiezo ya tiene varios años, es paralelo al chileno, pero puede convertirse en una caída más si imitamos la suerte chilena y desarmamos institucionalmente el país el 6 de junio eligiendo con nuestros votos al títere de Cerrón. El Perú podría está a punto de hacer lo mismo, para estar siempre a la cola de Chile.
Estamos a tiempo de que no suceda. No debemos seguirlos.
Si ellos quieren caer, que caigan. Si sus empresarios entregan la plaza, que lo hagan. Si sus intelectuales se dejan seducir y ceden, que lo hagan. Si sus emprendedores se agotan que lo hagan. Si sus jóvenes no quieren ver el futuro sino el presente, que lo hagan. Si sus políticos quieren entregar su Constitución para salvar el mandato, que lo hagan. Si su sociedad es cómplice, que lo sea. Nosotros, los peruanos no podemos seguirlos. Lampadia