Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Por estos lares no sabíamos que el proceso constituyente chileno estaba acompañado militantemente por la progresía global, por lo más graneado de las izquierdas, intelectuales y artistas de EEUU y Europa.
Axel Kaiser, de la Fundación para el Progreso de Chile, nos cuenta como personajes como
Justin Trudeau, Alexandria Ocasio-Cortez, Martin Schulz, Nils Schmid, Joseph Stiglitz, Slavoj Žižek, Rania Batrice, Mariana Mazzucato, Thomas Piketty, Ha Joon Chang, Noam Chomsky, Rashida Tlaib, Silvia Federici, Jeremy Corbyn y artistas como Vigo Mortensen, Peter Gabriel, Sting, Danny Glover, Roger Waters, Mark Ruffalo, Pedro Pascal y Susan Sarandon; tomaron partido por la fallida constitución.
“Docenas de destacados intelectuales de izquierda declararon que la nueva Constitución favorecida por Boric establecía “un nuevo estándar global en su respuesta a las crisis climáticas, cambio climático, inseguridad económica y desarrollo sostenible”. Que “el enfoque de género en la Constitución marca un gran paso adelante en el modelo económico de desarrollo””.
El grupo Progressive International (PI), incluso, lanzó una plataforma donde personas notables podían registrarse para apoyar y “felicitar” a la Convención Constituyente de Chile “por la finalización de una nueva Constitución Política” que “inspiraría a personas de todo el mundo”. Posibilitaría una “república feminista, ecologista y plurinacional”. Los firmantes aseguraron estar luchando en contra de las “fuerzas reaccionarias” que se oponen al derecho de Chile a la “refundación” en líneas feministas, indígenas y ecologistas.
Sin embargo, el 62% de los chilenos rechazó el proyecto de la izquierda. La derrota de Boric y la izquierda fue aún mayor entre los más pobres y los indígenas, así como en el convulsionado sur.
El pueblo chileno dio el ejemplo de cómo debemos rechazar esas malignas influencias de la progresía internacional, que ya sea por sus golpes de pecho, o por lejanos laboratorios sociales, pretenden experimentar en carne ajena.
Tal como denunció el ‘Manifiesto Powell’ en 1971 en EEUU, que denunció como las izquierdas habían tomado el control de los medios de comunicación, de los espacios académicos y ocupado gran parte del mundo intelectual, generando una gran reacción pro economía de mercado; habría que volver a denunciar esa ocupación ideológica retardataria del desarrollo de los pueblos, especialmente de los más rezagados. (Ver el Manifiesto Powell en Lampadia: De cómo EEUU defendió su sistema económico).
El Perú y buena parte de nuestra región, ofrecen un gran potencial de desarrollo, vidas plenas y significativas, que pueden transformar el atraso en progreso y prosperidad. Para ello, solo necesitamos una visión positiva de futuro que convoque nuestras voluntades a emprender la ‘gran gesta del desarrollo’. Lampadia
Una derrota para el progresismo global
Fundación para el Progreso – Chile
Axel Kaiser
Publicado en El Mercurio
24.09.2022
Pocos en Chile parecen dimensionar el duro impacto ideológico que, para la izquierda occidental, tiene el hecho de que los chilenos hayamos rechazado la propuesta constitucional de la izquierda extrema el pasado 4 de septiembre. Lo cierto es que, desde el principio, el proceso revolucionario chileno embriagó las mentes de lo más granado de la élite progresista europea y americana, esas que jamás pagan los costos por promover a tiranos, charlatanes y demagogos en el tercer mundo.
Ya en octubre de 2020, la representante americana Alexandria Ocasio-Cortez, figura de la línea más radical del Partido Demócrata, celebró con entusiasmo los resultados del referéndum inicial, donde el 78% de los votantes aprobaron la idea de crear una nueva Constitución que se suponía sería más “diversa e inclusiva”.
En diciembre de 2021, celebridades como Vigo Mortensen, Peter Gabriel, Sting, Danny Glover y Roger Waters dieron su apoyo al candidato presidencial Gabriel Boric, autodenominado “marxista”, que ganó las elecciones prometiendo liderar el cambio constitucional de Chile.
Mientras Waters argumentó que la victoria de Boric en las elecciones era un tema de “vida o muerte”, Sting y Gabriel lo apoyaron en los siguientes términos en una declaración conjunta: “Exhortamos a todos los chilenos mayores y especialmente a los jóvenes a salir a votar. Y voten por la esperanza y un futuro en el que los derechos humanos estén al frente y al centro en una nueva Constitución”.
Con un tono similar, después de las elecciones, el Primer Ministro canadiense e ícono de la cultura de la cancelación, Justin Trudeau, describió a Boric como una “voz progresista con una agenda emocionante”.
Pero la agenda revolucionaria de Boric y la izquierda antidemocrática que lo respalda también obtuvo el apoyo del premio Nobel de Economía y viejo admirador de la dictadura castrista Joseph Stiglitz, así como del filósofo marxista esloveno Slavoj Žižek. Según Stiglitz, Boric terminaría con el “neoliberalismo”, lo que traería consigo una nueva era de prosperidad para Chile, algo de lo que ya estamos gozando.
La revista Time, incluso, nombró a Boric como una de las 100 personas más influyentes en 2022. El perfil, escrito por el mismo Stiglitz, argumentaba que Boric estaba convirtiendo a Chile, nada más y nada menos, que en “el laboratorio social, económico y político del mundo una vez más”.
En la misma línea, Žižek argumentó que el programa de extrema izquierda de Boric estaba ofreciendo una nueva visión política que garantizaría un futuro estable, no solo para Chile, sino para el mundo entero. Stiglitz y Žižek, por cierto, no estaban solos en su visión de Chile como un experimento progresista que podría servir como modelo a seguir para el resto del mundo.
Poco antes del referéndum del 4 de septiembre, el actor Mark Ruffalo declaró que “el mundo mira a Chile como un modelo para abordar el cambio climático y la necesidad de una mayor democracia”. Los colegas de Ruffalo, Pedro Pascal y Susan Sarandon, también expresaron su apoyo al proyecto de Constitución de la izquierda extrema como si el futuro de la humanidad dependiera de su ratificación. “Estamos mirando a Chile… por el bien de todos”, tuiteó Sarandon en respuesta a un tuit de la activista feminista Rania Batrice, según la cual Chile estaba “brindando una hoja de ruta para el resto del mundo”.
De manera similar, en una carta abierta, la profesora del University College London Mariana Mazzucato, los economistas Thomas Piketty, Ha Joon Chang y docenas de otros destacados intelectuales de izquierda declararon que la nueva Constitución favorecida por Boric establecía “un nuevo estándar global en su respuesta a las crisis climáticas, cambio climático, inseguridad económica y desarrollo sostenible”.
También agregaron que “el enfoque de género en la Constitución marca un gran paso adelante en el modelo económico de desarrollo”. El grupo Progressive International (PI), incluso, lanzó una plataforma donde personas notables podían registrarse para apoyar la Convención Constitucional de Chile. Entre los firmantes más emblemáticos se encontraban Noam Chomsky, Rashida Tlaib, Silvia Federici y Jeremy Corbyn. El propósito de la plataforma era “felicitar” a la Convención Constituyente de Chile “por la finalización de una nueva Constitución Política” que “inspiraría a personas de todo el mundo”. Según PI, el nuevo documento venía a reemplazar la “Constitución neoliberal” de Augusto Pinochet por una que posibilitaría una nueva financiación de una “república feminista, ecologista y plurinacional”. Dándose a sí mismos una relevancia histórica, los firmantes aseguraron estar luchando en contra de las “fuerzas reaccionarias” que se oponen al derecho de Chile a la “refundación” en líneas feministas, indígenas y ecologistas.
Miembros relevantes del Partido Socialdemócrata de Alemania también apoyaron la revolución. Días antes del referéndum, Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo (2012-2017), tuiteó que estaba “conmovido por los grandes avances en derechos sociales, medio ambiente e igualdad de género en la propuesta de nueva Constitución”, y agregó que establece “un nuevo estándar para el progresismo del siglo XXI”. Nils Schmid, diputado en el Bundestag, celebró que “con la introducción de la democracia igualitaria y los derechos fundamentales correspondientes, la Constitución sería ejemplar para todos los demás Estados del mundo, especialmente para Europa”.
Así las cosas, el contundente rechazo por 62% del proyecto revolucionario de la izquierda, que dejó a esta sin siquiera una victoria moral para mostrar, pues perdieron entre los más pobres e indígenas por un margen mayor que el promedio, no puede entenderse simplemente como un capítulo más de nuestra historia doméstica. Sus implicancias ideológicas y políticas alcanzan a todo Occidente y constituyen, una vez más, una derrota simbólica formidable de la izquierda extrema y elitista de parte de los chilenos comunes y corrientes que valoran su libertad. Lampadia