Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 11 de noviembre de 2022
Para Lampadia
En los tramos finales de la Gran Guerra, cuando había que sacrificarlo todo para vencer al enemigo, el gran Winston Churchill arengó así a sus compatriotas: “Alemania debe ser derrotada. Alemania ha de saberse vencida, ha de sentirlo en su propia carne. Su derrota ha de ser expresada en unos términos, y mediante unos hechos, susceptibles de disuadir eternamente a cuantas naciones tuvieran la veleidad de imitar sus crímenes, y ha de afirmarse de un modo que le imposibilite repetir su intento.”
Bueno pues, parafraseando al gran soldado y político británico, y ciertamente, guardando las distancias del caso, Pedro Castillo debe ser derrotado. Pero, además, Castillo ha de saberse vencido, ha de sentirlo en su propia carne. Su derrota ha de ser expresada en unos términos, y mediante unos hechos, susceptibles de disuadir eternamente a cuantos tuvieran la veleidad de imitar su aventura política, y ha de afirmarse de un modo tal que sea imposible que se repita otro intento similar al suyo.
Se trata pues, de derrotar a un presidente corrupto, cínico, incapaz y todo lo demás. Un presidente que, sin tapujo alguno, es capaz de rodearse de lo peor de lo peor en materia ministerial, para robar indebida y descaradamente, él y su pandilla. Un presidente que pretende, como sus pares de Venezuela, Cuba y Nicaragua, aniquilar la democracia y la libertad de los peruanos. Por eso, es de vida o muerte derrotarlo constitucionalmente.
Ahora bien, como arengó Churchill a sus compatriotas, además de derrotarlo constitucionalmente, los peruanos debemos lograr que Castillo se sepa vencido. A ese respecto, las acusaciones fiscales, las denuncias constitucionales, los desplantes de militares, los frecuentes destapes periodísticos, los actos de repudio popular espontáneos como el de los pacientes de EsSalud, y por supuesto, las marchas masivas contra Castillo como la del 5 de noviembre último… todo apunta a que se sepa vencido. Y que lo sienta en carne propia. En ese sentido, aunque muchos digan lo contrario, claramente estamos avanzando.
Por otro lado, su derrota ha de ser expresada a través de sanciones previstas en la Constitución para casos de incapacidad moral como la de Castillo. Me refiero a sanciones como la vacancia, suspensión, inhabilitación o destitución presidencial. Total, da lo mismo. La cosa es que se vaya. Pero eso sí… que se vaya de Palacio a la prisión. Y que el escarmiento carcelario sea el que corresponda a un presidente muy corrupto, cínico y traidor; y que además, haya empobrecido malamente a millones de peruanos.
Ese sería el hecho concreto – el de la prisión – susceptible de disuadir eternamente a cuantos tuvieran la veleidad de imitar su tramposa aventura política. Así, sólo faltaría la reforma política e institucional que haga imposible que se repita otro intento político similar.
A ese respecto, me referiré a las reformas que muchos vienen proponiendo, y que David Tuesta sintetizó de manera muy didáctica en la reciente CADE 2022:
- bicameralidad,
- reelección congresal,
- idoneidad para acceder a cargos de elección popular,
- ampliación de acusación presidencial por delitos graves,
- celeridad y transparencia en procesos judiciales,
- renovación congresal por mitades, entre otras.
Incluso, yo agregaría las reformas del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), que claramente son parte del problema:
Alfombra roja para partidos y candidatos mafiosos; y exclusiones y tachas por nimiedades, a partidos y candidatos correctos.
Si no ¿cómo explicar la participación de partidos como Perú Libre y Podemos, cuyos líderes están siendo procesados por corrupción?
¿Cómo pasaron la valla Pedro Castillo, Dina Boluarte y demás secuaces, ¿si en sus hojas de vida omitieron información que los hubiera sacado de carrera, ipso facto?
¿Por qué fueron excluidos el APRA, PPC, y otros partidos políticos?
Y lo mismo sucede en el interior del país, donde muchos mafiosos pueden acceder a los Gobiernos Regionales y Locales.
¿Por qué unos sí y otros no?
No nos vengan con cuentos. ¡Claro que hay direccionamiento político desde el JNE y la ONPE!
Pues bien, curiosamente, frente al corrupto presidente Castillo, los peruanos estamos enfrentando un proceso parecido al de los soldados británicos en la Gran Guerra. En nuestra guerra política, congresistas honestos, jueces y fiscales extraordinarios, periodistas valientes, militares y policías patriotas, y millones de peruanos buena gente, de todas las edades y regiones, estamos luchando y avanzando poco a poco, sacrificada y valientemente, hacia el gran objetivo de derrotar al presidente Castillo… y que se sepa vencido.
A ese respecto, no nos dejemos engañar. Castillo lo niega, y lo podrá negar mil veces. Pero, no. En el fondo, Castillo se sabe vencido. En las noches, a solas, Castillo se dice a sí mismo: ya fui. Estoy seguro de ello.
Por eso, sigamos luchando. Cada vez estamos más cerca de la derrota final de Castillo.
Dicho en sentido positivo, cada vez estamos más cerca de la victoria de la libertad y la democracia del Perú. Mientras tanto, sigamos otra célebre arenga del gran Winston Churchill:
“nunca rendirse, nunca, nunca, nunca… en nada grande o pequeño, enorme o minúsculo, nunca rendirse; salvo a las convicciones de honor y el buen sentido.”
Lampadia