La izquierda duramente golpeada
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Un balance preliminar de las elecciones municipales y regionales arroja un resultado positivo para el país, aunque con algunos retrocesos.
Rafael López Aliaga, pese a sus ideas conservadoras en lo moral que, sin embargo, no deberían tener incidencia en la gestión municipal, era la mejor opción por capacidad de gestión, experiencia, contactos y visión.
El ha sido regidor de Lima metropolitana, conoce los problemas, y fue parte de las primeras dos gestiones de Luis Castañeda que tuvieron propuestas muy creativas y redistributivas para Lima como las escaleras, los hospitales de la Solidaridad y los parques zonales convertidos en clubes populares.
Además, su elección tiene una significación política porque representaba la opción de contrapeso al gobierno, mientras que una victoria de Urresti hubiese implicado un nivel de respaldo a Castillo considerando la votación de la bancada de Podemos en la censura al ministro Huerta, que revelaría algún acuerdo de ese partido con el Ejecutivo.
Hay otras lecturas posibles y complementarias. Entraron a funcionar hasta cierto punto las valoraciones que están detrás de la división antifujimorismo – fujimorismo (“caviares” – “anticaviares”), pero ya no con Urresti (que posee un discurso antifujimorista, pero es visto como fujimorista esencial por su énfasis en la seguridad), sino con George Forsyth y Elizabeth León. Es decir, desde ese sector esencial o estructuralmente antifujimorista se levantó las candidaturas del Forsyth y de León en oposición no solo a López Aliaga sino a Urresti también.
Lo cierto es que en Lima la izquierda como tal ha tenido escasísima votación.
Juntos por el Perú obtuvo 5.7% de los votos y Perú Libre 1.3%. Este último fracasó absolutamente a nivel nacional, aunque aún hace falta verificar los resultados a nivel provincial y distrital. Por lo que se ve hasta ahora, casi no existe.
El sueño de Cerrón de pasar de un partido regional a uno nacional se desvaneció.
La izquierda en general ha sido la gran derrotada, aunque pueda haber conquistado algunas municipalidades. Salvo en el Cusco, los gobernadores electos o que pasan a la segunda vuelta en las regiones mineras, son promineros y pro-inversión. Son buenas noticias.
Acción Popular de los “niños” también casi ha desaparecido, aunque en parte porque presentó muchos menos candidatos que en elecciones anteriores debido a luchas intestinas. Es un activo de la democracia peruana que se esfuma.
Fuerza Popular de Keiko Fujimori ya había implosionado porque presentó también pocos candidatos. Ese partido sufre las consecuencias de la persecución judicial y política a Keiko Fujimori, que la metió dos veces en prisión, lo que llevó al electorado a sentenciarla como corrupta. Al mismo tiempo no tuvo capacidad para viajar por provincias y recomponer el partido. Otro activo partidario que tiende a diluirse.
Sólo Alianza para el Progreso y Somos Perú tienen cierta presencia a nivel regional y provincial. Han logrado consolidarse hasta cierto punto como partidos nacionales, aunque en alguna medida, sobre todo en el caso de Somos Perú, mediante la venta de candidaturas. A estas alturas Somos Perú, más que una tienda política, es una tienda comercial. Pero aprovecha lo que antes tenía Acción Popular: un logo relativamente atractivo por poco contaminado.
El lado claramente negativo de estas elecciones ha sido la confirmación a la tendencia a la fragmentación política y la feudalización del territorio. El número de gobernadores regionales electos (en algunos casos falta la segunda vuelta) pertenecientes a partidos políticos ha bajado de 10 en el 2018 a 9 en esta elección. Correspondientemente, el número de electos pertenecientes a movimientos regionales ha subido de 15 a 16. Y en provincias y distritos la proporción seguramente será mayor en favor de los movimientos regionales. Esto se agrega al excesivo número de distritos y de niveles de gobierno para conformar una estructura política excesivamente fragmentada, inmanejable.
Es indispensable eliminar los movimientos regionales, fortalecer los partidos y restablecer la reelección. Tarea del Congreso. Ineludible. Lampadia