Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
En la historia de cada Nación hay todo tipo de momentos. Hay momentos corrientes, hay momentos dramáticos y hay momentos cruciales, decisivos, donde se escribe o deja de escribir el curso de la historia. Sin embargo, esos momentos tienen protagonistas y son ellos los que llenan las páginas de nuestra historia.
Atahualpa al aceptar el encuentro con Pizarro pactado por sus emisarios, no advierte la implicancia de su decisión y cae prisionero. Con ello, cae el Imperio y se marca el rumbo de la historia. Tal vez no la cambia para siempre, porque otros barbudos hubieran llegado tarde o temprano, pero entrega la plaza al conquistador, sin reparar en la magnitud del error.
Tupac Amaru, cuando decide arrestar y ejecutar a Arriaga, cruza una línea, comete una traición y un crimen, paga muy caro el precio por ello, esculpe, en letras de piedra, su sitio en la historia impulsando la emancipación mestiza y criolla que nos dio la libertad.
Bolognesi supo, antes del día de la respuesta, qué tenía que decir. El camino que debía tomar era el más difícil, el más duro, pero el único al cual la historia le abriría paso en un país que perdía territorio, pero conservaba algo de dignidad.
En este siglo, Belaunde decidió dos veces en el lugar común, sin mirar el rumbo de la historia. No destituyó a Velasco cuando todos le advertían que lo echaría a la calle y décadas después, no autorizó la captura de la cúpula senderista por el temor a que los daños colaterales lo pongan en entredicho frente a las instituciones de derechos humanos. Dejó que el país desvariara 12 años en una dictadura comunista inepta y mantuvo con vida y fuerza a Sendero Luminoso que cobró 50,000 víctimas más en la década siguiente. Una decisión histórica en cada uno de esos momentos, difícil pero valiente, por encima de los apremios del presente le hubiera abierto otro sitio en la historia.
Como lo demuestran estos 4 ejemplos de nuestra historia, hay quienes, compelidos por las circunstancias presentes, no miran 360°, no miran el futuro, ni miran la historia y se equivocan. Felizmente, también hay quienes, no tan mortales como nosotros, aún apremiados por las circunstancias y sus temores y amenazas, deciden mirando el futuro, el bien mayor e incluso entregan su vida en esta tarea.
Esta semana, el Congreso, dirigido por el General ® José Williams, enfrenta un momento similar.
O se deja parametrizar por las circunstancias, cede a la presión del poder político y acoge las interpretaciones que abundan para que así lo haga o, entendiendo que la política es y debe ser ante todo moral, hace lo que tiene que hacer, impide que los que no creen en ella usen la Constitución como escudo para sus latrocinios y libra a nuestro país del triste destino que le espera si el elenco digitado desde Caracas y La Habana, sigue destruyendo nuestro país con el aplauso de sus cómplices y tantos otros alcahuetes con toga, micrófono o sitio en las redes sociales.
La Fiscal Benavides ya nos demostró que la Constitución no es una coartada para el crimen impune y que el orden supranacional, al que tanto apelan los que hoy detentan el poder, impele una acción decisiva de limpieza política en el país e interactúa con el sistema legal interno. Ella ya miró más allá del espejo retrovisor donde aguaita el reglaje amenazador de la corrupción y esculpió su sitio en la historia.
El Congreso tiene la oportunidad de escoger entre la historia o el basurero.
Lampadia