Rafael Aita
Historiador
Para Lampadia
La vuelta de la estatua de Francisco Pizarro a la Plaza Mayor de Lima no está libre de polémica y uno de los argumentos más recurrentes para desacreditar esta obra es que la figura a caballo no se trata de Francisco Pizarro, sino de Hernán Cortés.
El mito de la estatua de “Cortés camuflado” no solo habla de una confusión entre monumentos, pues además pone especial énfasis en una crisis de identidad nacional.
Según esta historia, el autor realizó originalmente una estatua de Hernán Cortés para ofrecerla a México, pero los mexicanos, llenos de un orgullo patrio, rechazaron la figura del colonizador.
El autor, sin saber qué hacer con una gran estatua en su depósito, la ofreció a la ciudad de Lima alegando que se trataba de Francisco Pizarro, y los peruanos la aceptamos gustosa y sumisamente.
A los peruanos nos agarraron de tontos, a los mexicanos no. Debemos aprender de los mexicanos y rechazar la estatua para descolonizarnos.
¿Es cierto este mito? Para responder a esta pregunta es preciso estudiar la historia de esta estatua y su autor, Charles Rumsey, un escultor norteamericano nacido en Buffalo, Nueva York, que realizó distintas obras con motivos históricos, entre ellas, las estatuas de Francisco Pizarro.
Y usamos la palabra “estatuas” en plural porque no fue una sola la realizada por Rumsey.
Según el artículo “Estatuas Móviles. El caso del monumento a Francisco Pizarro en Lima”, la primera estatua de Pizarro realizada por Rumsey fue un monumento de 1.80 metros de altura fundida en 1910.
Posteriormente, Rumsey hizo una segunda versión más grande, de más de 5 metros, que se mostró en 1915 en la Exposición Internacional del Pacífico en San Francisco como conmemoración de la apertura del canal de Panamá.
Esta segunda estatua de Pizarro realizada por Rumsey fue expuesta posteriormente en el Grand Palais de París en 1927, donde aparecía el comentario “Su colosal escultura, Pizarro, está ubicada en el centro de la Sala de la Cúpula, en el Grand Palais”. No cabe duda que esta estatua se trataba de Francisco Pizarro y no Cortés. Otra prueba de su identidad es que en 1929 fue enviada a Trujillo de Extremadura, ciudad natal de Pizarro donde se encuentra hasta el día de hoy.
La tercera estatua, es gemela de la segunda y también fue realizada en 1910, pero se envió a Lima desde Nueva York mucho tiempo después, en 1934 e inaugurada en 1935, por ser Lima la ciudad fundada por Pizarro y donde finalmente reposan sus restos. La similitud que guarda esta tercera estatua con la ubicada en Trujillo de Extremadura hace incuestionable que se trate del mismo Pizarro.
Por lo tanto, si el mito del “Cortés encubierto” fuera cierto, Charles Rumsey debió camuflar no solamente una, sino tres estatuas inauguradas con 25 años de diferencia entre la primera y la última.
Debió anticipar que su tercera estatua, fundida poco tiempo antes de 1935 en base al diseño de la segunda, sería rechazada por los mexicanos y viajar en el tiempo 20 años atrás a 1915, cambiarle la identidad a su estatua en la exposición de San Francisco, luego hacer otra exposición en París, 12 años después con identidad camuflada, enviarla a la ciudad natal de Pizarro, y luego de 20 años de este elaborado plan, poder enviar la tercera estatua a Lima en 1935 para que sea aceptada sin sospechas por los peruanos.
Un plan que, además, en su mayoría de tiempo lo realizó desde el otro mundo, pues Charles Rumsey murió en un fatídico accidente de auto en 1922.
Ante esta evidencia que deja en ridículo la teoría que la estatua de la Plaza de Lima es la de Cortés, es válido preguntarse ¿de dónde surgió el mito de la estatua de Cortés camuflada como Pizarro?
El artículo “La Estatua de Francisco Pizarro en Lima. Historia e Identidad Nacional” de Rafael Varón Gabai, nos entrega algunas pistas del origen de esta confusión. Si bien el artículo hace referencia que Rumsey solo representó estatuas de Pizarro durante su vida y nunca tuvo intención de representar a Cortés, la exposición de 1915 de San Francisco colocó su estatua de Pizarro junto a otra estatua de Hernán Cortés, obra del artista Charles Niehaus. Tanto Rumsey como Niehaus fueron alumnos de Emanuel Fremiet, por lo que la influencia de su maestro debió llevar a similitudes entre ambas obras, especialmente en los caballos.
El resto de la historia es edulcoración de un cuento que se ha perpetuado con el único objetivo de descalificar la presencia de la estatua de Pizarro en la Plaza Mayor de la ciudad que fundó.
En las fotos podrán ver la similitud entre las estatuas del Pizarro de Lima (primera foto) y la del Pizarro de Trujillo (segunda foto).
Lima – Perú
Trujillo de Extremadura – España
Lampadia