Jaime Spak
Para Lampadia
Las generaciones actuales viven inmersas en esa vorágine que nos dan las redes sociales y los celulares inteligentes.
Nosotros, los que hemos pasado la barrera de los 70, no tuvimos esa influencia en nuestra infancia.
En mi niñez la televisión recién llego al Perú en el segundo lustro de la década de 1950 y nuestra diversión podía ser jugar con los amigos a las canicas, a los trompos, escondidas y algunos nos abstraíamos leyendo libros.
Si a la generación de hoy les mostramos un casette o un VHS, les causara una enorme intriga de que se trata.
Hoy en día es más difícil dedicarse a leer, por la enorme competencia que tenemos de la televisión, el cable, los mensajes de whatsapp, que, si no contestas de inmediato, puede ser una ofensa para el que te escribió.
Antes, para quedar en encontrarnos con alguien, bastaba con indicar día y hora y no faltábamos.
Ahora es imposible una cita sin un whatsapp de por medio.
Por ello decidí escribir este artículo basándome en el título de uno de los libros de poemas de mi escritor favorito, Mario Benedetti.
Esta semana que paso, he asistido a una ceremonia muy conmovedora en el colegio donde estudie desde infantil hasta quinto de secundaria.
De mi promoción de 60 compañeros en estos años han fallecido 18 queridísimos amigos.
Hombres y mujeres que partieron sin poder gozar de la vida a plenitud.
Y me llevó a reflexionar sobre este poema de Benedetti que dice así:
Cuando el no ser queda en suspenso
se abre la vida ese paréntesis
con un vagido universal de hambre
somos hambrientos desde el vamos
y lo seremos hasta el vámonos
después de mucho descubrir
y brevemente amar y acostumbrarnos
a la fallida eternidad
la vida se clausura en vida
la vida ese paréntesis
también se cierra incurre
en un vagido universal
el último
y entonces sólo entonces
el no ser sigue para siempre
Esa gran incógnita que de dónde venimos y hacia donde nos vamos, es ese paréntesis que se llama vida.
En mi promoción de la Universidad Nacional de Ingeniería también son muchos los compañeros que se nos han adelantado.
Por ello pienso en voz alta.
Nos esforzamos en crecer, más en el tema material, que en el espiritual.
¿Y para qué?
¿Para ser los habitantes más ricos del cementerio?
Con esa gran incógnita que nos ponemos a pensar que sucederá después de esta vida, en muchos casos no hacemos un alto en el camino y decidimos ser más felices, solidarios y sobre todo más reflexivos.
Por ello insisto, en este paréntesis, uno debe de esforzarse en ser una persona de bien.
Aprovechare para compartir algunas frases de Benedetti que siempre me han hecho pensar y en ser una mejor persona.
La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar
Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza
Yo no sé si dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda
En este mundo tan codificado con internet y otras navegaciones, yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto
A veces me siento infeliz sin un motivo concreto
Usted no sabe cómo yo valoro su sencillo coraje de quererme
Pedir perdón es humillante y no arregla nada. La solución no es pedir perdón, sino evitar los estallidos que hacen obligatorias las excusas
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas de pronto cambiaron todas las preguntas
Honestidad, ven a mí y aunque quieras no dejaré que me abandones
Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura
De todas aquellas manos, la suya era la única que me transmitía la vida
Un pesimista es solo un optimista bien informado
Creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Soy un ateo. Creo en un dios personal, el cual es la consciencia, y eso a lo que tenemos que rendir cuentas cada día
De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: de la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra
El problema no es que ustedes sean de izquierda y ellos de derecha. El problema es que unos y otros pertenecen a una generación debilucha, novelera, frívola, habituada solamente a repetir frases hechas, incapaz de pensar por su cuenta.
Por ello es que debemos de pasar por ese paréntesis, haciendo lo mejor para pasar por este mundo dejando un nombre que pueda ser un orgullo de los que quedan.
Y como decía Benedetti, pasemos por este mundo tratando de hacer el bien, porque estamos hechos de buena madera.
Ojalá nuestras nuevas generaciones de políticos entiendan que la vida es un paréntesis y que hagan el mayor esfuerzo para que nuestro mundo y sobre todo nuestro país sea un lugar más apacible para vivir. Lampadia