Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 17 de junio de 2024
Para Lampadia
En mi gestión como Gobernador Regional de Ica, fueron destituidos o sancionados cerca de 500 servidores que cometieron faltas graves. Es decir, aquellos funcionarios probadamente corruptos, o que no cumplieron con los objetivos y metas de la institución, o aquellos malos servidores que maltrataron cruelmente a la ciudadanía.
Léase, médicos que abandonaron los hospitales – y por ende, a los pacientes – en horarios de trabajo,
Funcionarios de la Dirección Regional de Transportes que coimearon en el otorgamiento de brevetes (Dinámicos del Centro hay en todo el país),
Dirigentes sindicales que sustentaron gastos de viáticos con facturas falsas (come-pollos también hay en todo el país),
Docentes que, para aprobar a sus alumnas, abusaban sexualmente de ellas, y así.
Es decir, toda la podredumbre que abundaba – y sigue abundando – en el Estado peruano, pero que los Órganos de Control Institucional (OCI´s), la Contraloría General de la República (CGR), la Defensoría del Pueblo, los Consejos Regionales y Congreso de la República (¿no es que tenían que fiscalizar a los funcionarios públicos?) … ¡no se oye padre!
Efectivamente, en el Estado peruano “no pasa nada” ni con la corrupción, ni con el maltrato cruel a la ciudadanía. Y menos con los indolentes que no se duelen del dolor de los ciudadanos, los conspiradores que fotografían y graban todo para luego extorsionar a sus víctimas, los ineptos y los holgazanes que ingresaron a trabajar al Estado por la puerta falsa, los temerosos que no firman nada por miedo al OCI y a la CGR, y los ineficientes que simplemente no hacen nada por servir a la ciudadanía.
Sin embargo, todo eso cambió cuando asumimos el Gobierno Regional de Ica, en enero del 2015. En aquel entonces, eliminamos – de cuajo – el clientelismo político en la institución. Es decir, no hicimos caso a ninguna persona – ya sea Congresista de la República, Consejero Regional, u otra, cualquiera sea su cargo – que pretendiera favorecer indebidamente a algún familiar o allegado con algún trabajo, obra, o adquisición de cualquier bien o servicio, sin el correspondiente concurso de méritos. Tampoco hicimos caso a aquellos Congresistas y Consejeros Regionales que pretendieran la destitución de cualquier funcionario, simplemente porque no era de su agrado.
En lo que a malos funcionarios o trabajadores se refiere, me estoy refiriendo a un universo muy acotado que – lamentablemente – estuvo enquistado en la organización regional; tal como sucede en la mayoría de instituciones públicas de nuestro país.
No obstante, llama la atención que – antes y después de nuestra gestión – no haya habido ninguna destitución de ningún servidor del Gobierno Regional por ninguna falta grave.
¡Como si no hubiera habido ninguna corruptela, incapacidad o maltrato a la ciudadanía! Eso no se lo cree ni Santa Inocencia.
Pues bien, nosotros acabamos con tamaña impunidad. La legislación laboral peruana es muy clara – y justa – en materia de sanciones a los servidores que cometen faltas en el trabajo. En efecto – de acuerdo a ley – son faltas graves
(1) el incumplimiento de las obligaciones de trabajo,
(2) la apropiación indebida de bienes y servicios del Gobierno Regional,
(3) la sustracción o utilización no autorizada de documentos de la institución,
(4) la concurrencia al trabajo en estado de embriaguez,
(5) los actos de violencia, injuria y faltamiento de palabra en agravio de otros funcionarios de la institución,
(6) el daño intencional de los bienes del Gobierno Regional,
(7) el abandono de trabajo y / o impuntualidad reiterada; entre otras.
En ese sentido, por respeto a la población iqueña – a quienes nos debimos por entero – todas nuestras gerencias y direcciones regionales fueron muy rigurosas en el cumplimiento de las leyes y reglamentos en materia laboral.
¿Qué logramos con dicha política laboral? Disciplina.
¿Y qué vino detrás de la disciplina en el trabajo? Mejores servicios a la ciudadanía.
¡Ese fue el punto! Aunque los funcionarios sancionados pusieron el grito en el cielo, y jamás reconocieron sus faltas graves, impusimos – en buena lid – la disciplina laboral en el Gobierno Regional.
Gracias a la disciplina laboral – poco a poco – mejoramos la calidad de los servicios a la ciudadanía. Efectivamente, preguntados por la cordialidad, celeridad y honestidad con que fueron atendidos los ciudadanos que recurrieron al Gobierno Regional, al final de nuestra gestión; 70 % respondieron bueno y 27 % excelente. ¡Eso fue progreso!
La atención en nuestros hospitales, escuelas, y direcciones como transportes, agricultura, trabajo, minería, y demás, mejoraron notablemente durante nuestra gestión. Con el aporte generoso y sacrificado de los trabajadores del Gobierno Regional ¡lo logramos!
Liderazgo. Disciplina. Idoneidad. De eso se trata la gestión pública. ¡No al “no pasa nada” con la corrupción y el maltrato a la ciudadanía! ¡Al que le caiga el guante, que se lo chante! Lampadia