Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
El Perú ha sido un importante productor de oro, habiendo alcanzado en el pasado el quinto lugar a nivel mundial. Lamentablemente, las corrientes antimineras, por cuestiones más ideológicas que científicas, se han opuesto por años a la exploración, desarrollo y puesta en producción de yacimientos, que han demostrado importante potencial. Baste ver como en Cajamarca, se ha llevado a la inanición las operaciones de Yanacocha, quien ha tenido que buscar zonas alternativas, postergando indefinidamente el desarrollo de Quillish, un depósito de oro diseminado, en óxidos, que tuvo que retirarse del libro de reservas por razones sociales. El proyecto Conga, donde después de haber invertido US$ 1,500 millones, se tuvo que paralizar, postergando una inversión de US$ 4,800 millones en el año 2012, que hubiera tenido muy importante efecto social y económico en la zona.
Otro tanto se puede decir del proyecto Tambogrande, liderado en su tiempo por Manhattan Minerals, a quien las ONGs de siempre, incluyendo el escandaloso respaldo de OXFAM, impidieron el desarrollo de una operación moderna, limpia y segura, forzaron el retiro de Manhattan y no quedaron contentos, sino hasta que, esa zona fue convertida en un horrible pasivo ambiental en manos de la minería ilegal. No obstante ello, el Perú que llegó a producir 208.4 toneladas de oro el año 2005, el 2019 produjo sólo 128.4 toneladas y continúa cayendo.
Hace cerca de 25 años, las empresas productoras de oro constituimos el Comité Aurífero, que se incorporó posteriormente a la SNMPE. A mi me cupo el honor de ser su vicepresidente por algunos años y presidente por cerca de una década. Ciertamente, el sector minero formal es uno de los más fiscalizados, especialmente en el aspecto tributario y desde luego, se sujeta estrictamente a las prácticas dictadas por la SUNAT para el control de la producción y ventas. Ya desde ese entonces, interactuamos muy fluidamente con el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), quien tenía el monopsonio y monopolio del oro y que, a su vez, vendía a los joyeros debidamente registrados, siguiendo las mismas prácticas que en su tiempo, tuvo el Banco Minero del Perú.
Con posterioridad, se decretó la libre comercialización del oro, el BCRP cambió su política de reservas y gradualmente dejó de mantener, prácticamente, reservas en oro, las que hoy sólo significan el 4% del total. Paralelamente, dejó de comprar oro a los productores mineros y de venderlo a los joyeros. Recuerdo claramente las circunstancias, pues mis amigos joyeros de ADEX y nosotros trabajamos juntos y de la mano del gobierno de turno, el mecanismo de “swap” de oro, que resolvió absolutamente todos los problemas a la joyería de exportación, lo que ha funcionado a la perfección, pero que por la entrevista de Lampadia a Julio Pérez Alva, VP de ADEX, pareciera ya no los satisface. Por supuesto, el mecanismo antes mencionado no tiene nada que ver con la minería ilegal, aquella que no cumple con la SUNAT, ni cuenta con los registros y controles correspondientes y no se trata de relajar esos controles.
Me preocupa mucho sí, que se mencione falacias tales como, que podrían multiplicar la exportación de joyería de US$ 100 millones a US$ 1,000 millones de dólares y que tengan que importar el oro refinado para trabajarlo y luego reexportarlo como joyas. Eso no es cierto. Y, para los que no lo hayan pensado, una joya es una pieza de arte hecha en un material noble, el valor de la joya está en la calidad y belleza de su diseño, así como en su exclusividad, que se perenniza en el oro.
Los principales productores y exportadores de joyería en el mundo, son los italianos. Italia no produce oro, pero no es casualidad que los mejores diseñadores de ropa, calzado, automóviles, muebles y joyas, entre otros, sean los italianos, quienes nacieron en cuna de artistas, pintores y escultores y “respiran y viven arte” desde que nacen y este arte los rodea durante toda su vida.
Suelo bromear con amigos diciéndoles que, “tener una buena ladrillera en Huachipa, no te convierte en arquitecto constructor de edificios de alta calidad arquitectónica”. Pues lo mismo sucede aquí; ser un país productor de oro, no te hace joyero, a menos que quieras producir cadenas de oro, hechas a máquina y venderlas por metro, pero ahí no está la creación de valor, ni el concepto de la joyería al que debemos aspirar.
Para terminar, sólo un dato. En el mundo, cerca del 49% del oro se destina a joyería, el resto se convierte en barras con “Good delivery seal”, para ser usado como instrumento de inversión y reservas de bancos centrales. Lampadia