Jorge Chamot
Enero 31, 2023
Para Lampadia
El ministro de Energía y Minas acaba de anunciar que, una vez más, se revivirá el gaseoducto del sur (a todos los peruanos nos cuesta alrededor de 40 millones de dólares al año mantener las tuberías y otros equipos que se encuentran ya hace tiempo semi abandonados y malográndose en el medio de la nada), por supuesto, con la consabida declaración de la masificación del gas y más bonos de regalo a la población que son simple gasto, no inversión, que en realidad perpetúan la distribución de pobreza y no generan riqueza.
La idea de un gaseoducto al sur, que ya figuraba en nuestras proyecciones para continuar el desarrollo de Camisea (llamémosla Camisea I) desde el año 2000, no es nueva.
Coincidencia, pero real, es que ya llevamos 20 años, y el sur del Perú no tiene gas natural que, como ya sabemos abunda en nuestra selva. Y la coincidencia está en que Camisea I se demoró también 20 años para concretarse después de varios fallidos intentos y el abandono del contrato por la Shell.
El gobierno en 1999 se dio cuenta que el clásico contrato de explotación de PERUPETRO bajo su esquema de desarrollo integral y el control de una sola empresa simplemente ya no funcionaba y se optó por un cambio radical que se tradujo en establecer nuevos objetivos claros, realizables, con el debido apoyo político y técnico y por último con un cronograma firme y creíble. Se le encargó a un comité de privatización de la COPRI, con esos nuevos objetivos, la realización de una serie de licitaciones internacionales que dejaban atrás al tradicional proyecto de gas natural que solo priorizaba el pago de regalías. Estos objetivos fueron:
- Reducir las tarifas eléctricas en todo el país al asegurar que el gas natural sería el combustible más barato para el kilovatio marginal de generación y aprovechar la integración de los sistemas eléctricos a uno solo a nivel nacional mediante la puesta en operación de la línea troncal de transmisión Mantaro-Socabaya. Más importante aún, sería que así aprovecharíamos en su verdadera extensión un recurso energético doméstico bajo un esquema de producción, transmisión y distribución modernos, que usa a la generación eléctrica como ancla del proyecto, como ya se hace en todas partes del mundo.
- La disminución agresiva y masiva de la balanza de pagos altamente onerosa por concepto de importación de combustibles de petróleo que cambiaría con la producción de líquidos en la planta de fraccionamiento en Pisco, que nuestros yacimientos contienen en inusual y alto porcentaje.
- La creación de una industria de gas natural que además de cambiar nuestra matriz energética aseguraba que el lote 88, que contiene más que suficiente cantidad para cubrir las necesidades locales, se mantuviera en todo caso para el uso del mismo en el país. Hasta el día de hoy se sigue reinyectando gas natural que se produce por no tener suficiente demanda local, así como para mantener la presión en el reservorio y maximizar de esa manera la producción de líquidos, que es la parte más rentable, ya que el gas natural para generación eléctrica tiene un precio regulado mediante fórmula contractual que garantice esa bajada de las tarifas eléctricas en todo el país, objetivo ya establecido en el primer punto.
Estos complicados contratos se negociaron durante meses, pero aseguraron los objetivos que se establecieron y que hasta el día de hoy y por muchos años más, ya han traído beneficios de miles de millones de dólares al país como ya se ha puntualizado en otros artículos de Lampadia.
Me pregunto si el otrora proyectado gaseoducto del sur debería dejar de desarrollarse, como una simple concesión de transmisión de gas natural y más bien se debería convertir en parte de un Camisea II con contratos y negociaciones que garanticen la obtención de objetivos claros y particulares, como por ejemplo:
- Asegurar mediante contratos previos que entrarían en vigor sólo al estar disponible el gas en el sur, tal como se hizo inicialmente el contrato de compra que se le hizo firmar a Electroperú para una planta generadora con gas natural, genérica e inexistente en el momento, que se le mostró a los participantes en la licitación de explotación del lote 88 asegurándoles una demanda mínima cuando el gas llegara a Lima. Estos contratos podrían firmarse con las plantas ya existentes de reserva fría en Matarani e Ilo, y quizá con la que hoy funciona a carbón, también en Ilo, que asegurarán nuevamente con fórmulas adecuadas su despacho de electricidad, eventualmente una se convertirá en ciclo combinado como ya pasó en Chilca con el gaseoducto de Camisea I. Electricidad que obviamente será requerida si se considera el crecimiento de la demanda por las necesidades de la minería existente en el trayecto a Ilo, donde además ya existe una refinería de cobre y la demanda que surgirá en las regiones de Arequipa, Moquegua, Cuzco y Tacna.
- Dentro de un paquete integral que debería por lo menos estudiarse, la formación de consorcios adecuados que aten los diferentes matices de Camisea II que bien podría incluir la explotación de otro lote de la Gran Camisea dedicado al mercado a crearse al Sur. Los líquidos se pueden manejar a través de una ampliación de la planta de separación en Malvinas así como las modificaciones necesarias a las capacidades del poliducto y de la planta de fraccionamiento de Pisco.
- Parte de un proyecto integral Camisea II, debería ser, por ejemplo y de una vez por todas, la construcción de una planta de urea de un millón de toneladas al año (todavía nos acordamos del chasco de las sucesivas licitaciones fallidas para su importación en el 2022). Dicho sea de paso, esta producción de urea sería aproximadamente por casualidad lo que importan Ecuador, Perú y Chile. Ello implica también una planta de amoniaco, que tendría que ser de capacidad a nivel mundial para tener adyacente a ella una de explosivos que nuestra futura ampliación de actividad minera pedirá a gritos. Y si de pensar en grande se trata, quien sabe, el potencial de esa planta de amoniaco para otros productos y convertirse también en materia prima para fertilizantes avanzados, como por ejemplo, al combinarse con los sulfatos de Bayóvar.
- Camisea II, al incluir la explotación de otro lote en la gran Camisea, ya que las reservas de gas existen, abre un nuevo renglón de ingresos adicionales. El posible aumento en la producción de líquidos que estarían disponibles, no solo de gasolina natural, sino de GLP, nuevamente influirá en la balanza de pagos y, más urgente, cubrir el aumento de la demanda existente de GLP que ya nos obliga a importarlo otra vez porque la producción de Camisea I ya no es suficiente. El aumento de la demanda de gas natural y de GLP dentro del marco de los consorcios sugeridos estaría justificando ampliamente la explotación y construcción de instalaciones, entre ellas el gaseoducto del sur, y a lo mejor hasta una planta que segregue el etano, también en proporciones interesantes en nuestro gas, que abriría la posibilidad de otras industrias anexas.
Estas oportunidades y la serie de plantas a construirse, conjuntamente con la disponibilidad de electricidad y la futura explotación de Litio y Uranio de Puno, así como las condiciones geográficas del puerto de Ilo, indiscutiblemente lo convertirían en un verdadero polo de desarrollo.
No es soñar el pensar en un gran puerto, una ampliación de la refinería de cobre ya existente, la creación de una industria petroquímica y la de fabricación de productos intermedios y finales de cobre y otros, para darle valor agregado local a nuestros metales, y si sobra electricidad podríamos exportarla al norte de Chile, que la necesita y que la genera con muy caro LNG que importa de Trinidad y Tobago e Indonesia o Qatar.
Este es el momento de pensar en grande y tenemos tiempo para organizar esto, digamos un par de años. Hoy, en 2023, nadie vendrá a invertir para estos proyectos. Hemos perdido la narrativa internacional donde la izquierda publica y machaca, en coordinada campaña, los supuestos abusos de derechos humanos y el caos y el alegado abuso de las fuerzas del orden, que se defiende, cuando puede, con escudos y palos. No sé qué hace nuestro cuerpo diplomático, no veo que estemos contrarrestando esta campaña, sobre todo en Europa y los medios de comunicación internacionales, donde debemos exponer la verdad de los disturbios que están ocurriendo.
Mi propuesta:
1.- Establecer un Comité de Privatización Camisea II siguiendo el molde de independencia y apoyo que tuvo Camisea I para estudiar y proponer un nuevo esquema que asegure los objetivos y, de ser necesario, que inclusive sugiera modificaciones al marco legal para lograrlos.
2.- Poner a disposición del Comité Camisea II, todos los activos involucrados para incluirlos en el paquete de licitaciones, tanto materiales como las tuberías, como también las concesiones que han revertido al Estado y la información que hubiera para suministrarse gratuitamente a los interesados en los consorcios.
3.- Iniciar una campaña a través de PROINVERSION, de la envergadura e impacto que tendría Camisea II, aclarando que esto es Política de Estado, independiente del gobierno de turno. Se habla mucho del Sur del Perú, es hora de actuar en serio, o ¿PROINVERSION también está paralizada?.
Lampadia