Jorge Chamot
Julio 14, 2024
Para Lampadia
En toda política energética que obviamente todo gobierno debe tener, el principio básico consiste en utilizar al máximo los recursos energéticos disponibles dentro del territorio nacional. Las razones son obvias, independencia energética de recursos extranjeros como objetivo y la evidente necesidad de evitar la salida de divisas al adquirirlos. Agreguemos el desarrollo que implica una actividad energética creciente debido al efecto multiplicador en la economía.
La posibilidad de desarrollar nuestros múltiples proyectos de energías alternativas es evidente. Recordemos nuestras fuentes hidroeléctricas, eólicas, fotovoltaicas y, por qué no, geotérmicas y nucleares. Pero, además de la inclusión de energías renovables, que en nuestra opinión deben desarrollarse sin favoritismos, ni subsidios ni ayudas especiales, debe existir una política clara sobre combustibles fósiles de los que disponemos entre nuestras reservas de recursos energéticos.
A pesar de todo lo que se dice en relación a la responsabilidad de la industria de combustibles fósiles y el cambio climático, y más aún en el caso de petróleo y gas, la industria sigue invirtiendo en proyectos futuros, porque así lo demanda el mercado.
Es más que evidente que el ideal de cero emisiones netas deseadas para el 2050 según el Acuerdo de Paris del 2015 no se va a alcanzar y petróleo y gas serán siendo utilizados por mucho tiempo más, y me atrevería a decir, para siempre.
En todo caso debemos acordarnos de lo que dijo el Ministro Yamani de Arabia Saudita hace 50 años a la salida de una reunión de OPEC cuando le preguntaron sobre la duración de las reservas de petróleo en el mundo. Dijo, “La era de piedra no se acabó por falta de piedra” y siendo realistas todavía hay mucho petróleo para ser producido en el mundo. Las tecnologías siguen avanzando y se produce hoy a increíbles bajos niveles de costos que garantizan que el petróleo seguirá siendo muy competitivo como fuente de energía en el mercado por muchos años.
Es claro que conforme aumenta la proporción de energías renovables en la matriz energética mundial, la producción de petróleo llegará a un máximo volumen en algún momento, el llamado “peak oil”, pero no porque se acabe el petróleo sino porque la demanda de petróleo ya no seguirá aumentando en cifras volumétricas, a pesar de que la demanda de energía primaria total lo va a seguir haciendo. Para eso están las nuevas tecnologías en renovables.
Digamos que se llegue a ese “peak oil” a 105 millones de barriles por día (MMB/D), y de ahí se inicia la tendencia a bajar. Pero a bajar ¿hasta dónde?. Especulemos que dentro de los siguientes 40 años se baje a 90 MMB/D, o a ¿80 MMB/D?, eso sigue siendo una tremenda producción de petróleo y una industria fuerte, exitosa e influyente. A los ambientalistas les tenemos que hacer recordar que el petróleo no se vende, el petróleo se compra. Es decir, mientras exista demanda, y el mercado lo sigua demandando, seguirá produciéndose petróleo y gas.
Sobre combustibles fósiles en general, tenemos muy poco carbón, pero en todo caso el manejo de este recurso caería dentro del ámbito de la minería. Lo que queda entonces que analizar es la política de hidrocarburos que lamentablemente, tenemos que hacer hincapié, no es clara en el gobierno actual. Si consideramos que todavía le faltan dos años en su período a este gobierno, no tenemos por qué esperar al próximo gobierno para que recién entonces establezca una política clara, agresiva, precisa y que aproveche la coyuntura actual para desarrollar los recursos que tenemos en las varias cuencas con potencial hidrocarburífico de nuestro territorio.
El Ministro de Energía y Minas tiene el plato lleno con la Minería, sector crucial para la economía del país, pero estamos confundidos en relación a la política actual de Hidrocarburos. Si hay una característica en la política de hidrocarburos de este gobierno, es aparentemente la limitada al salvataje de Petroperú, que como sabemos está quebrada y sin posibilidades de realizar las inversiones necesarias en las actividades de riesgo que caracterizan a la industria petrolera moderna.
Es inaceptable que no haya una política agresiva para reactivar nuestra industria petrolera, mientras esperamos las decisiones sobre Petroperú que sobre todo tiene que dejar de ser un barril sin fondo que solo da pérdidas. Además, como ya sabemos, el uso de los recursos del Estado en su actividad empresarial está circunscrita, constitucionalmente, solamente a las que caen dentro de un marco subsidiario. La industria privada tiene la liquidez y capacidad necesaria para seguir desarrollando nuestros recursos de petróleo y gas.
Tenemos petróleo, y en cantidades que no conocemos por falta de exploración. Tenemos cuencas sedimentarias con estructuras probables de contener recursos, tenemos miles de pozos abandonados hace mucho tiempo, cuando las tecnologías de la época ya no permitían producir a retornos de inversión aceptables. A través de los tiempos se produjeron muchos descubrimientos que dieron resultados positivos pero los precios del crudo no justificaban la inversión y los campos no se desarrollaron. Hoy cuando los marcadores WTI (West Texas Intermediate) y Brent, usados en el mercado internacional, consistentemente están sobre los 80 USD por barril, se podrían atraer nuevas inversiones para producir esos recursos bajo tierra, recordemos que recursos bajo tierra no es riqueza, hay que monetizarlos. Para eso se necesitan los incentivos competitivos que demanda el muy activo y volátil mercado internacional de crudo.
¿Gas Natural?, hay mucho gas en el Gran Camisea todavía. Por la desidia de los últimos gobiernos y falta de una política atractiva de inversión de capitales extranjeros no se explota todo su potencial.
Fácilmente podríamos duplicar la producción de gas natural (y de los líquidos que vienen en el gas) a las de los lotes hoy en producción en Camisea I, pero con los incentivos suficientes para confirmar nuevas reservas en lotes aledaños que podrían justificar el gaseoducto al sur del país con un nuevo proyecto Camisea II (Ver nuestro artículo en Lampadia #5 “CAMISEA II”). Y, crucial, sin que el Estado arriesgue un centavo, tal como fue el caso en Camisea I.
No nos vaya a pasar lo ocurrido en Bolivia, que por no seguir explorando y desarrollando sus campos de gas está ahora en problemas. Mas bien, veamos a Argentina, que con las nuevas inversiones en sus campos de Vaca Muerta en Neuquén, pasará de importar LNG a exportarlo en solo unos años, cubriendo además su incremento de la demanda doméstica de gas. Europa ya está firmando contratos de compra del LNG que producirá Argentina en el futuro.
Camisea II daría un empuje muy considerable a la economía de la región del SUR cubriendo las necesidades energéticas de la minería a lo largo de la ruta del nuevo gaseoducto de Camisea a Ilo por ejemplo, así como suficiente materia prima para un polo de desarrollo minero-energético-industrial, y en especial, petroquímico (fertilizantes, explosivos, hidrógeno, amoníaco para una serie de aplicaciones como llevarlo también a Bayovar y fabricar fosfatos más sofisticados). Y no nos olvidemos, será combustible para las plantas térmicas ya construidas en la región, inicialmente como reserva fría, que todavía están esperando el gas natural de Camisea para generar electricidad, y todo con inversión privada.
Mi propuesta, por lo menos:
1.- Ya hemos sugerido una serie de cambios al contrato de Exploración/Producción (E&P) de Perúpetro como mínimo para atraer nuevas inversiones a esa actividad. Podemos para empezar, con extender la vigencia de los contratos hasta el final de la vida económica del reservorio, bajar las regalías mínimas, establecer Silencio Administrativo Positivo en todos los trámites administrativos (Ver nuestro artículo #27 “Contratos Offshore” en Lampadia el mes pasado).
2.- Devolver a Perúpetro, para su inmediata puesta en licitación o concurso internacional tal como lo manda la ley, los lotes E&P que todavía están en control de Petroperú. Daría un claro mensaje al mercado de reactivación de nuestro interés en atraer nuevas inversiones, con la aclaración que la actividad de exploración/producción será desarrollada solo por la industria privada. También necesitamos más exploración, más contratos de evaluación como los offshore.
3.- Para interesar nuevamente a la industria en prospecciones en la Amazonía, privatizar el Oleoducto Nor-Peruano. A lo mejor a los privados se les ocurre algo como inyectar agua para aumentar drásticamente el volumen a transportarse y hacer viable su utilización por los productores de crudo. El crudo también se puede usar como combustible para generar electricidad y bajar los costos de operación del oleoducto. El agua fresca de la amazonia se puede utilizar en la costa, donde se necesita.
4.- Iniciar negociaciones con el Ecuador para estudiar la posibilidad de explotación de proyectos conjuntos en yacimientos que colindan en la frontera. Si, por ejemplo, Kuwait y Arabia Saudita, Venezuela y Trinidad, Mauritania y Senegal lo hacen, ¿por qué no Perú y Ecuador?. PetroTal anuncia en su último reporte publicado, el haber llegado a acuerdos para transportar crudo de su Lote 95 en barcazas para llevarlo a la costa del Pacífico utilizando el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) en Ecuador. Eso es un buen comienzo.
5.- Sacar a licitación Camisea II desarrollando nuevos lotes de gas natural, incluyendo una planta de LNG, o incentivando ya sea la ampliación de la planta de LNG existente en Pampa Melchorita o una flotante adicional (Ver nuestro artículo en Lampadia #8 “LNG”). Tenemos las reservas de gas natural para, además, impulsar aún más la actividad privada en el transporte y distribución de gas natural comprimido (GNC) y licuado (LNG), así como GLP, ya que con mayor producción de gas natural vendrán más líquidos.
6.- Bajar los impuestos a la venta de combustibles a los consumidores. La SUNAT alcanza récords de recaudación, no se necesita mantener los niveles actuales en el caso de los combustibles. El gobierno tiene liquidez suficiente y se impulsaría el desarrollo en general al bajar costos tanto a individuos como a la industria y comercio.
7.- Declarar nuestro sector petrolero en |emergencia. Si el país va a desarrollar, necesita más energía y a pesar de la vigente transición energética mundial, tenemos que saber de dónde y hacia dónde va esa transición, pero igual se seguirá usando petróleo y gas. En el Perú importamos en crudo y productos al talán de casi 10 millones de USD al día, ….al día. Eso es mucho más de 3,500 millones de dólares al año. Teniendo recursos de petróleo y gas que no se explotan, mejor dicho, que ni siquiera se explora para encontrarlos, es un crimen.
Lampadia