En las siguientes líneas del blog del Banco Mundial, se presenta el caso de los pobladores de la municipalidad de Coyllurqui, que se prepararon para pasar del tradicional estadio de pobreza y limitación de recursos económicos a la abundancia, producto de un proyecto minero. La capacitación de los dirigentes del pueblo permitió, por ejemplo, que sepan priorizar el uso de los recursos. Excelente ejemplo de cómo aprovechar los recursos y evitar los conflictos de la transición social.
COMPARTIENDO LOS BENEFICIOS DE LOS PROYECTOS MINEROS EN PERÚ
Líderes comunitarios reciben preparación para poder discutir sobre las prioridades de los gobiernos locales © IFC
Blog del Banco Mundial
Agosto 2016
Glosado por Lampadia
Durante generaciones, los habitantes de la municipalidad alto andina de Coyllurqui, en el Perú, saben lo que es vivir en carestía de servicios básicos o falta de acceso a los recursos que podrían ayudarlos a prosperar. En esta zona quechua-hablante, la pobreza rural sobrepasa el 50% y las tasas de analfabetismo y desnutrición son más del doble que el promedio nacional.
Sin embargo, hoy, los 8,550 habitantes de Coyllurqui están ante un desafío sin precedente: un aumento importante de los ingresos públicos. Esta única oportunidad es posible gracias a los impuestos y regalías que comenzarán a generar los proyectos mineros ubicados en esta región.
Para las autoridades de Coyllurqui, la responsabilidad de construir un futuro que nunca antes había sido posible —con nuevas escuelas, caminos y hospitales— era intimidante. Después de todo, ellos carecían de experiencia en la gestión de grandes presupuestos y en la supervisión de la construcción de obras públicas de gran envergadura. Nunca antes habían tenido acceso al conocimiento ni a las herramientas o sesiones de capacitación institucionales que sí están a disposición de aquellos ubicados en zonas con más recursos.
Después de recibir la capacitación, los ciudadanos están preparados para participar en los procesos de toma de decisiones públicas © IFC
El programa de Gestión de Regalías implementado por la Corporación Financiera Internacional (IFC) en colaboración con el Gobierno de Canadá, está brindando dicho acceso. El programa busca fortalecer las capacidades de los líderes de la comunidad para ayudar a los gobiernos locales a administrar los recursos generados por la minería de una manera adecuada y responsable.
Más de 100 líderes de Coyllurqui y sus alrededores han participado en actividades de capacitación y preparación rigurosa. “Esta ha sido la primera vez que hemos recibido capacitación y hemos podido participar en el proceso de toma de decisiones de la municipalidad”, dice Miguelina Arriola, una lideresa local.
Los participantes aplicaron sus conocimientos de forma casi inmediata, entablando con sus autoridades un diálogo abierto e informado sobre sus principales necesidades y prioridades de inversión a mediano plazo. Como resultado, las autoridades y los líderes locales llegaron recientemente a un total acuerdo sobre el uso de los recursos del Presupuesto Participativo para los próximos tres años. Los proyectos seleccionados abarcan los sectores de agua y saneamiento, educación y riego.
UN IMPACTO DURADERO
El enfoque del IFC en el Perú —y en proyectos similares en Colombia— se centra en el principio de “distribución equitativa” de los costos y los beneficios del desarrollo de los recursos naturales en la sociedad. Creemos que es importante asegurar que los proyectos y sus impactos positivos sean duraderos y resilientes a los cambios con el paso del tiempo.
Inversionistas, gobiernos, comunidades y demás actores clave comparten un fuerte interés en lograr una distribución razonable de los beneficios.
Este modo de pensar en una “distribución equitativa” ha surgido de los aprendizajes de décadas de trabajo en el campo. Actualmente, la mayoría de los inversionistas privados se da cuenta de que los proyectos que dan ventajas para el país y para las comunidades que los acogen —y cuya distribución de beneficios es percibida como razonable— tienen menos probabilidades de sufrir interrupciones, renegociaciones o incluso expropiación. En el largo plazo, los inversionistas obtienen una retribución por las habilidades desplegadas, el capital invertido, y por los riesgos asumidos.
A medida que los promotores de estos proyectos comprenden mejor esta relación y experimentan dificultades, e incluso conflictos sociales con los actores involucrados, aumenta su interés en entablar un diálogo para crear valor y beneficios compartidos.
Este cambio de perspectiva ha sido positivo para Coyllurqui. Mientras la municipalidad hace la transición de la pobreza a una mayor autosuficiencia, sus líderes están en mejores condiciones de tomar decisiones que representarán beneficios duraderos y positivos para sus habitantes, las instituciones y las infraestructuras. Este podría ser un desafío sin precedente, pero uno muy bien recibido.
Lampadia