“Quiero bañarme en una
piscina llena de sangre.
Sangre de tombo,
esa sangre beberemos
en vasitos descartables.
Sus mujeres violaremos
y a sus hijos comeremos”.
(Cita textual)
Asqueroso y criminal estribillo de los cantos de (¿reservistas?) que se corearon en las calles de Cocachacra el pasado miércoles 15 de abril.
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Esto, comparado con: atacar las instalaciones de los bomberos, o cortar el agua de todo un pueblo, o dejar sin agua 3,000 hectáreas, o cerrar una carretera y cobrar cupos para regular el paso de un espacio público, parecen juego de niños. Pero no nos equivoquemos, todas esas acciones son criminales y sus autores directos e intelectuales deben ir a la cárcel por semejantes atropellos a la dignidad humana.
Lo peor es que esto se ha silenciado. ¿Lo han visto ustedes en algún medio importante? Claro que no. Sus corresponsales están amenazados. Mientras los medios nacionales no envíen corresponsales incógnitos, en Lima y el resto del Perú, nunca sabremos lo que hacen estas cúpulas miserables. Lo mismo ocurrió en Cajamarca con el proyecto Conga. Ver en Lampadia: Stalinismo en Cajamarca.
Los líderes de estas cúpulas no quieren dialogar, no asisten a las invitaciones del Primer Ministro. Las cosas se tienen que hacer como a ellos les da la gana, punto.
¡Esto no va más!
El país entero se tiene que poner de pie para terminar de una vez por todas con estos dislates socio-criminales de cúpulas violentistas que siguen los postulados de líderes políticos nacionales ideologizados que buscan el poder como lo pretendía hacer Sendero Luminoso, a cualquier costo, si es necesario con un baño de sangre. ¡Basta!
Lampadia