Todos los peruanos nos hemos visto afectados con la postergación del proyecto Conga. Como ha señalado en un reciente informe el IPE, nuestro crecimiento, la reducción de la pobreza y la desigualdad habrían mejorado sustancialmente, si es que este y otros proyectos de igual importancia se hubieran puesto en marcha (Ver en Lampadia: El costo de la trampa anti-minera). Sin embargo, existe un grupo de ciudadanos que se ha visto directamente afectado por la paralización de Conga: se trata de los pobladores de Cajamarca que viven en las 32 comunidades (pertenecientes a los distritos de Sorochuco y Huasmín) que forman parte de la zona de influencia de este proyecto.
La zona está habitada por diez mil pobladores (aproximadamente), diez mil ciudadanos que no pueden ejercer sus derechos, que no pueden seguir progresando, que no pueden salir de la pobreza. A pesar de tener la oportunidad que les ofrece el hecho de que en sus tierras se halle un rico yacimiento de cobre, no pueden beneficiarse como quisieran de ello, porque los ronderos de Bambamarca y Celendín y, los dirigentes anti-mineros que gobiernan Cajamarca a su antojo lo impiden sin que el gobierno central haga nada al respecto. El último comentario del Presidente Humala sobre Conga fue que su puesta en marcha dependía de la empresa.
Vistos con distancia y frialdad, los acontecimientos de Conga del 2011 que originaron la parálisis de la inversión minera y el enfriamiento de nuestra economía, son un despropósito y una vergüenza para el gobierno, la clase política, los empresarios y los medios, que no supieron mostrar la realidad y se dejaron amilanar por unos cuantos falsos dirigentes populares.
Mediante tácticas de terror y uso indiscriminado de la violencia, los anti-mineros han amenazado, golpeado y hasta saqueado a los comuneros de Sorochuco y Huasmín por el solo hecho de apoyar las labores de Yanacocha. Así lo denuncia, el dirigente del Centro Poblado Santa Rosa de Huasmín, Faustino Rillo Huamán. “Nos han pegado, nos han dicho que somos mineros. Así nos amenazan. Esto no puede ser. Nosotros queremos trabajar”, asegura. Su voz demuestra la impotencia, la amargura que le causa que nadie los defienda de este atropello.
Durante las protestas anti Conga del 2011, la violencia, la manipulación y la intimidación a los cajamarquinos que apoyaban el proyecto, fueron los únicos argumentos para detener el inicio de las operaciones (ver en Lampadia: Stalinismo en Cajamarca). Esa estrategia se despliega hasta hoy. Los comuneros de Sorochuco y Huasmín viven con temor por desear que el proyecto se ejecute.
Esta situación se asemeja a un secuestro. Les han quitado la libertad para decidir como desean vivir y desarrollarse. Ellos más que nadie saben las ventajas que trae que una inversión como la de Conga se lleve a cabo, pues los beneficios que ya han recibido han trasformado radicalmente su vida y sus ingresos.
“La mina ha construido la carretera a Cajamarca, antes no teníamos. Nos demorábamos dos o tres días en nuestros caballos para llegar a Cajamarca y vender nuestra papa. Ahora, en dos o tres horas llegamos. Ya hay movilidad. Nos podemos trasladar sin problema”, manifiesta Rillo.
Más allá de la enorme importancia de la carretera, la obra que parece haberles traído más beneficios y de la que se sienten más orgullosos es la de los reservorios de Chailhuagón (en el caserío de San Nicolás), construido en el 2013 sobre la laguna del mismo nombre. Actualmente almacena unos 2.6 millones de metros cúbicos y fue levantada por contratistas locales usando materiales de la zona. (La antigua laguna contenía un poco más de la mitad de lo que actualmente se almacena)
En el estío sus aguas benefician los cultivos y las zonas de pastoreo de las comunidades de San Nicolás, Quinuapampa, San Juan de Yerbateros, Yerbabuena Chica, Porvenir, el Valle Maraypata y Lagunas de Combayo.
Esto ha permitido que la productividad de estos poblados mejore sustancialmente. Los cultivos de papa y el ganado (por que ahora tiene pastizales de mayor calidad) se han incrementado subiendo los ingresos de la zona. De esta forma la calidad de vida de los comuneros es superior a la que tenían antes del proyecto.
El reservorio Chailhuagón, es además una demostración de que la minería y la agricultura no compiten por el agua, sino que por el contrario, el encausamiento de las fuentes de este recurso, permite un mejor y mayor aprovechamiento del mismo. Los beneficiados son los propios comuneros que continúan dedicados a la agricultura y ganadería.
Es por ello, que a toda costa los dirigentes anti-mineros se oponen a que se construyan otros reservorios. Por eso, con justa razón, los comuneros de San Nicolás se preguntan: “Si tanto quieren agua ¿por qué se oponen a los reservorios?” Incluso las rondas anti-mineras están exigiendo que el reservorio Chailhuagón sea entregado al gobierno regional de Cajamarca. Un despropósito.
Los comuneros de la zona de influencia de Conga están a favor del proyecto porque entienden que ese es el camino para salir de la pobreza. Como indica Wilson Cotrina Palma: “Nosotros defendemos la oportunidad de desarrollo que nos abre el proyecto de la mina. Sabemos que va a mejorar la alimentación y la educación de nuestros hijos. Nuestros sembríos van a mejorar con abonos y fertilizantes… Por eso comunidades y empresa vamos a seguir de la mano para que el proyecto Conga salga adelante”.
Ya es hora que las autoridades defiendan el derecho de estos peruanos que apuestan por el desarrollo y se desmarcan de las posiciones interesadas e ideologizadas. Lo mismo ocurre en otras zonas del país (en Puno, por ejemplo con las comunidades que desean que Bear Creek explote el yacimiento Santa Ana. Ver en Lampadia: Santa Ana: La decisión del mes). La democracia no es compatible con la imposición de ideas por medio de la violencia. Se puede estar de acuerdo o no con un proyecto como este, pero jamás se puede emplear la violencia para imponer una postura.
La realización de obras como el reservorio Chailhuagón, pone en evidencia que los argumentos de los anti-mineros son falsos. Primero, porque ahora hay más agua que antes y porque los comuneros de la zona de influencia se benefician de ella en gran forma,mejorando su calidad de vida. Basta de engaños y de falacias. Los peruanos queremos crecimiento, desarrollo y mejor calidad de vida. Lampadia