Jaime Spak
Para Lampadia
En los inicios de la historia de la televisión peruana, el periodista Guido Monteverde, quien escribía en Última Hora, se aventuró a tener un programa en los inicios del canal 9, al que denominó “La Escalera del Triunfo“.
Para animar esta secuencia convocó a un conocido narrador de carreras de caballo, Augusto Ferrando.
Este programa tuvo tanto éxito, que luego de un tiempo, Ferrando se cambió de canal y tuvo su propio programa al que denominó “Trampolín a la Fama”.
Este programa que se convirtió en una leyenda en la televisión peruana, surgieron artistas que luego brillaron con luz propia.
Como decía Ferrando, “yo lo descubrí“, de ese programa surgieron a la fama, Cecilia Barraza, Fernando Armas, Melcochita, el Loco Ureta, Carlos Alvarez, Jorge Benavides entre otros.
El gran mérito de Ferrando, fue apoyar a gente de mucho talento que en base a su esfuerzo y calidad triunfaron en sus profesiones.
Pero esto llevó tiempo y dedicación.
En el otro lado de la vereda tenemos a personajes como Alejandro Toledo, Joaquín Ramírez, Pedro Castillo, Fernando Zevallos, Zamir Villaverde, Daniel Urresti, entre otros.
Haciendo una analogía al programa de Ferrando, es como si se hubieran presentado en otro programa: “Trampolín a la Cana”.
Los peruanos estamos cansados que estos oscuros personajes que provienen de distintas cunas, que al final se hagan famosos no por su calidad y talento, sino por atributos nada santos.
Los peruanos podemos creernos que:
Joaquín Ramírez, que empezó hace tres décadas, siendo cobrador de microbús, esté en un proceso donde se le han incautado bienes por Mil Millones de Dólares?
Este oscuro personaje que actualmente es alcalde de Cajamarca y que hace una década fue secretario general del partido político Fuerza Popular, con el cuento que como soy “cholo y rico“, el ministerio público y el poder judicial se la han agarrado conmigo.
No señor Ramírez a los peruanos no pretenda agarrarnos de cholitos.
Como escribió León Tolstoi, “atrás de cada gran fortuna, hay un pequeño crimen”.
En este caso atrás de esta gran fortuna hay un gran crimen.
Pedro Castillo, que nos hizo creer que era un modesto profesor de primaria en un pueblo olvidado de Cajamarca y por cuestiones del destino, llegó a la presidencia de la república.
Desde antes de asumir la presidencia, se convirtió en el jefe de “La Banda del Choclito“ y en estos nefastos 15 meses de presidencia, esquilmo al estado con tanto dinero que será muy difícil hacer un recuento de ello.
Licitaciones fraguadas, poner a su familia y amigotes en puestos importantes y vender el alma al diablo, con la ayuda de Satanás Torres y de la indescriptible Betsy Chávez, fueron sus obras favoritas.
Fernando Zevallos, un narcotraficante a quien la DEA ya lo tenía en su relación de los más importantes mafiosos de la droga, llegó a lavar tanto dinero que fundó una empresa de aviación Aero Continente.
Llegó a ser una de las más importantes de Perú, compitiendo con Faucett la empresa más antigua, exitosa y orgullo de todos los peruanos.
Ahora este señor cumple una condena de 20 años de prisión.
El crimen nunca paga.
El inefable Alejandro Toledo, que se convirtió en el líder de “la marcha de los 4 suyos “y lideró a la población que condujo a la caída de Fujimori y su posterior huida.
Este caballero de etiqueta azul, al poco tiempo se convirtió en un mafioso más, que cobraba millonarias coimas por apoyar en licitaciones fraudulentas.
Toledo sigue haciendo denodados esfuerzos para que la orden de extradición al Perú se dilate semana a semana.
Tarde o temprano llegará al Perú y le esperan largos años de cárcel, en donde pasará los últimos años de su vida.
El caso más patético de este gobierno fue el de Zamir Villaverde, un exconvicto que fue capturado en flagrancia, asaltando una pizzería y que luego de purgar prisión, se convirtió en un cercano colaborador de Castillo, vía sus ingenuos sobrinos.
Daniel Urresti, un general del ejército, que en la oscura época del terrorismo estuvo a cargo del cuartel en Huanta y después de 35 años de ocurrido el asesinato del periodista Hugo Bustios, corresponsal de Caretas en Ayacucho, ha sido condenado a 12 años de cárcel como responsable mediato del cruel asesinato.
Este personaje luego de ello se hizo conocido como figureti ministro del interior de Humala, congresista y aspirante a la presidencia de la República y hace pocos meses por pocos votos no salió elegido alcalde de Lima.
Acá está la gran diferencia entre la calidad humana y la escoria corrupta que debemos de erradicar.
Mientras en el programa de Ferrando, la gente logró gracias a sus cualidades personales, superarse cada vez más alto brincando en el trampolín a la fama.
Los otros oscuros personajes saltaron en otro trampolín, del cual no pudieron permanecer con equilibrio y en base al exceso de peso delictivo, salieron despedidos de ese trampolín y cayeron en el fango de la corrupción.
Qué triste el final de estos pobres personajes, que han llegado al pináculo de la fama por el camino equivocado. Lampadia