Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 8 de abril de 2024
Para Lampadia
El tema preferido de los detractores de la agricultura empresarial iqueña es la sequía o escasez de agua. Conozco a varios seudo especialistas – llenos de maestrías y doctorados, eso sí – que despotrican de las empresas agroexportadoras de la región. – El consumo de agua para sus cultivos es insostenible – anuncian apocalípticamente. Y agregan – la agricultura iqueña está condenada a una sequía de muerte –.
El problema es que luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario; los ríos se cargan de bote a bote – inclusive algunos se desbordan – y los agricultores brindamos por ello.
A los hechos me remito. ¿Vieron la gran cantidad de agua que trajeron nuestros ríos – desde noviembre pasado… hasta la fecha – que se perdieron en el mar? Incluso, muchos no quieren ver – seguramente por temas de soroche – la belleza de Choclococha y las demás lagunas altoandinas llenas, las pasturas de Huancavelica y Ayacucho verdes y frondosas, y el ganado sano y bien nutrido.
Ahora – estando por acabar la temporada de lluvias 2023 / 2024 – entraremos al estiaje, y (acuérdense de mí) muchos se lamentarán por la escasez de agua. Pregunto: ¿qué hicieron esos quejumbrosos para retener parte de las abundantes aguas de lluvias que tuvieron frente a sus narices y que se perdieron en el mar? La respuesta es… nada. Nada de nada.
Entonces, en vez de quejarse – más bien – hay que actuar como corresponde.
Desde las cabezadas de nuestras cuencas – en hermandad entre la Costa y la Sierra, tal como lo hicimos entre Ica, Huancavelica y Ayacucho en el período 2015 / 2018 – hasta las desembocaduras de nuestros ríos en el mar, debemos llevar a cabo lo que se denomina la “Siembra y Cosecha de Agua”.
Arriba – donde más llueve – debemos construir muchos reservorios… pequeños, medianos, y grandes. No importa el tamaño, sino el volumen de agua almacenable por todos los reservorios en conjunto. De eso se trata; de guardar la mayor cantidad de aguas de lluvias posible, para disponer de ellas en los estiajes.
También debemos reforestar y revegetar todas las cabezadas y quebradas. La tala indiscriminada de bosques nativos de las últimas décadas ha dejado a nuestros cerros pelados, lo cual – ante cualquier lluvia, por más pequeña que sea – deviene en mortíferos huaicos que arrasan todo lo que encuentran en su camino. La vegetación compuesta de bosques y pastizales fungen de gigantescas esponjas naturales, que retiene las aguas de lluvias, y evitan la erosión de nuestras quebradas.
La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. Y el riego en sí, debe tecnificarse a todo nivel. Hay que instalar aspersores de agua en las planicies y quebradas altoandinas, y riego por goteo en las partes medias y bajas de nuestros valles maravillosos.
Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve muy bien para almacenar grandes cantidades de agua. En ese sentido, los acuíferos se rellenan naturalmente; a través flujos de aguas superficiales (ríos, acequias, surcos, etc.) y artificialmente; a través de procesos de infiltración inducida, tal como se está haciendo en Ica, con resultados muy favorables.
Excepto – ¡cuándo no! – cuando la política regional corrupta e inoperante mete su cuchara en el tema. A ese respecto, debemos deplorar el revestimiento (léase, impermeabilización) del cauce del Río Ica, que está llevando a cabo – con mucha corrupción de por medio – el Gobierno Regional. En buena cuenta, el Estado está invirtiendo una millonada (más de S/. 200 millones) en revestir con concreto el cauce del río (atentando contra la infiltración del acuífero de Ica) … en vez de construir reservorios aguas arriba, para evitar las consabidas inundaciones de cuando en cuando, de la ciudad… y tener agua en los estiajes. ¡Oh diosa corrupción… cuánta inoperancia, cuánta insensatez, cuánta coima!
En fin. El manejo eficiente del agua implica – también – acciones administrativas innovadoras, tales como tarifas diferenciadas, o lo que en su momento planteamos como “tomas libres”. ¿Qué significa eso? Pues que en épocas de abundancia – llámese, en las temporadas de lluvias, como la que está por acabar – casi no se debe cobrar por el agua. Y todas las compuertas deben abrirse para que el agua discurra libremente por todos los cauces y acequias.
En cambio, el agua regulada; aquella proveniente de reservorios y represas debe cobrarse a tarifas que cubran los costos de inversión y distribución del agua. De esa forma, promovemos la infiltración de las aguas de avenida, para – precisamente – recargar al máximo los acuíferos, y hacer uso de las aguas subterráneas en los estiajes. Y todo ello, sin afectar las finanzas de las Juntas de Usuarios
Dicho esto, no podría concluir este artículo sin dar gracias a Dios y a la madre naturaleza, porque las últimas temporadas de lluvias – sobre todo la 2023 / 2024 – hayan sido tan generosas para Ica… y para todo el Perú. Y rogarle al Señor de Luren – y a la Virgencita de Yauca – que curen la miopía ideológica de los detractores de nuestra agricultura empresarial, quienes ven sequías apocalípticas, allí donde hay agua en abundancia. Lampadia