Jaime de Althaus
Para Lampadia
Cuando el 2018 tuvimos la enorme alegría de ir al Mundial luego de 36 años de sequía, escribimos acá que pudimos hacerlo porque Gareca había logrado maximizar el funcionamiento de los pocos buenos jugadores que teníamos, gracias a que tuvo la inteligencia de recuperar la esencia de nuestro fútbol, agregándole disciplina defensiva y recuperativa. Fue casi un milagro.
Pero agregamos que, si queríamos seguir yendo a los siguientes mundiales, teníamos que hacer una reforma profunda del futbol peruano para crear un sistema que genere una base amplia de buenos jugadores, como hicieron en su momento Chile, Ecuador y Colombia, con los resultados que conocemos.
Si a Gareca se le invitara nuevamente a dirigir el Perú, diría que no, porque no se ha avanzado en ese plan. Lo peor de todo es que comenzó a hacerse, pero fue abandonado.
Durante su gestión, Edwin Oviedo conformó comisiones integradas por profesionales de primer nivel que diseñaron el llamado Plan Centenario, que contenía varios programas.
Los clubes debían licenciarse, para lo cual debían tener canchas de entrenamiento e instalaciones básicas, divisiones inferiores -para generar jugadores- y una administración profesional, con gobierno corporativo. Si no cumplían los requisitos y estándares establecidos, no se licenciaban y debían abandonar la primera división.
Incluso se firmó un convenio con la liga española para asesorar la gestión de la liga 1 y convertirla en una liga competitiva y plenamente profesional.
Todo eso ha sido abandonado por la gestión de Lozano.
Mas aun: como ha recordado Guillermo Ackermann, se había puesto en marcha un ambicioso plan de menores, justamente para generar jugadores, que consistió en lo siguiente:
- Se creó la Unidad Técnica de Menores, incorporando a un equipo de más de 20 profesionales multidisciplinarios.
- Se conformaron 25 Centros de Desarrollo, uno por cada región
- Se hicieron visorias en cada región, pasando un promedio de 25,000 chicos y jóvenes de los lugares más recónditos del país.
- Se organizaron Torneos Regionales Sub-12, Sub-14 y Sub 16, que servirían para abastecer a los clubes para sus categorías Sub 13, Sub 15 y Sub 17 que estarían obligados a tener por el Sistema de Licencias FIFA a partir del 2016.
- El 2016 se creó el nuevo Sistema de Fútbol Juvenil Profesional, con el Torneo Centenario en las categorías sub-15 y sub-17 a nivel nacional con los 18 clubes de Primera división: participaron 720 juveniles.
- El 2017 se agregó la categoría sub-13 y a los 12 clubes de Segunda División: 360 nuevos jugadores + 720 juveniles.
- A partir de 2018 y así cada año sucesivamente se incorporarían 600 juveniles en la categoría sub-13 para los 30 clubes profesionales.
Ese plan fue puniblemente abortado.
“Hoy el 2023 tendríamos por lo menos 4,800 jugadores juveniles en formación y competencia constante en un ambiente profesional. Este es el valor que el país ha perdido por irresponsabilidad de las personas hoy a cargo de nuestro fútbol”, escribe Ackermann.
Según Felipe Cantuarias, el dinero que recauda la Federación se ha destinado a gastos corrientes en los clubes y a viajes de dirigentes, a fin de que el señor Lozano pudiera reelegirse. Algunos dueños de clubes provincianos los usan para lavar activos o para hacer negocios inmediatos, en lugar de invertir en el futuro.
Pero podríamos avanzar por el lado del desarrollo y modernización de los clubes si empresarios privados formales invirtieran en ellos. Finalmente, un club de fútbol puede ser un excelente negocio, si es capaz de invertir en divisiones menores para ir gestando jugadores que luego puedan exportarse a las mejores ligas. Pero para interesar a empresas o empresarios importantes lo primero, como señala Felipe Cantuarias, ex presidente del Sporting Cristal, es que se apruebe una ley que, de un lado, facilite la conversión de las asociaciones civiles que son los clubes en sociedades anónimas y, de otro lado, facilite también que la Sunat capitalice en la bolsa de valores las acreencias que tiene con varios clubes, a fin de que inversionistas adquieran esas acciones y se conviertan en socios de esos clubes convertidos en sociedades anónimas.
He ahí una tarea para este Congreso, a ver si se reivindica. El futbol es una causa nacional. Deben sumarse clubes, empresas y Estado.
Ese deporte es fundamental para la unidad, la identidad y la autoestima nacional. En la selección de Gareca los peruanos proyectamos el modelo de lo que en el fondo somos y podríamos ser si tuviéramos profesionalismo, disciplina, meritocracia y entrega.
Nos identificamos con una selección que hacía las cosas bien, con un estilo propio, porque allí no había corrupción, ni compadrazgos ni favoritismos. Se ponía a los mejores y se dejaba que la virtud aflorara. Hacia eso tenemos que ir. Lampadia