Jaime de Althaus
Para Lampadia
La presidenta del Congreso, junto con algunos congresistas de Acción Popular, ha tenido la buena iniciativa de presentar un proyecto de ley de reforma constitucional para restablecer la bicameralidad. Es una de las reformas fundamentales necesarias para mejorar la calidad y funcionalidad de nuestra democracia.
El proyecto está bien planteado en general: una cámara de senadores revisora de las leyes aprobadas en diputados, lo que ayuda a mejorar la calidad de las leyes y a controlar excesos populistas.
La cámara de senadores estaría compuesta por 30 miembros elegidos en distrito nacional único, acaso con la idea de recuperar a la élite nacional que, sin embargo, sólo se sentirá interesada en participar en política si al mismo tiempo se realizan reformas en la ley de partidos, permitiendo, por ejemplo, que las empresas puedan financiar think tanks o centros de pensamiento en los partidos con parte de los impuestos que pagan. Esto elevaría la calidad y capacidad de los partidos, que atraerían así a personas de mayor capacidad profesional y moral.
Un planteamiento alternativo sobre el Senado es el de Carlos Meléndez, que propone que los senadores sean elegidos en macroregiones, para contrapesar la elección de los diputados -según su propuesta- en distritos principalmente binominales que reflejen microrregiones económicas. El proyecto de Alva deja a la ley la delimitación de los distritos electorales para elegir diputados.
Pero el proyecto contiene algunas disposiciones inconvenientes.
- Por ejemplo, se insiste en que los candidatos a la presidencia de la república no pueden integrar las listas de candidatos a senadores o diputados. Eso es un error, porque es importante que los líderes de los partidos -aquellos que han postulado a la presidencia- formen parte del Congreso para que éste pueda convertirse en un foro político de alto nivel, capaz de concertar decisiones legislativas y programáticas.
- Otra disposición errada es la que establece que cuando el Ejecutivo observa una ley, el Congreso, para insistir en su redacción original, requiere del voto favorable de la mitad más uno del número legal de miembros de la o las Cámaras que aprobaron la iniciativa en última instancia. En la mayor parte de los países el Congreso puede insistir, pero con los 2/3 del número legal de miembros. Esto para darle poder de veto al presidente ante leyes que considere inconvenientes o contraproducentes.
- En cambio, se ha modificado la cantidad de votos para aprobar una reforma constitucional en dos legislaturas, que se ha reducido de los 2/3 de ambas cámaras a los 3/5. No entendemos la razón para facilitar de esa manera las reformas constitucionales, que deberían tener un alto consenso.
Sería importante que se atienda las objeciones señaladas. Pero lo saludable es que ya se inicia el debate de la reforma política. En buena hora. Lampadia