Jaime Spak
Para Lampadia
La semana pasada falleció en Lima un peruano ilustre, el señor Guillermo Dañino.
En medio de la mediocridad que nos ha invadido con la gente involucrada en el terrible gobierno de Pedro Castillo, no debemos olvidar que existen ciudadanos de gran nivel y que son los que deberían de estar en los principales titulares.
Una de estas ilustres personas de una calidad intelectual y humana excepcionales, nos acaba de dejar a la edad de 93 años.
Hoy le dedico esta columna a mi amigo Lao Ji.
Guillermo era hermano de la congregación de La Salle, fue catedrático universitario, poeta, escritor, filosofo, actor de cine, pero sobre todo un gran sinólogo.
A la edad de 50 años, recibió una invitación de la universidad de Nan Kin en China, para dictar unas conferencias sobre el idioma español.
Su identificación con la cultura china fue inmediata, al punto que permaneció en este país más de 30 años.
En China, fue testigo del cambio que se produjo en el país, pasando de la dirección de Mao en donde toda la población se vestía igual, hasta la apertura de China para convertirse en una potencia mundial.
En China no solo fue catedrático, sino que empezó a editar libros traduciendo la poesía china que tanto le apasionaba.
Llego sin saber una sola palabra del lenguaje y se propuso aprender cada día un símbolo del enorme lenguaje chino, hasta poder hablar correctamente ese idioma.
Una de sus obras cumbres es la enciclopedia de la cultura china, publicada por la corporación de Lenguas extranjeras de aquel país en al año 2013.
Adicionalmente Guillermo participo en no menos de 50 películas filmadas en China, donde interpreto numerosos personajes.
El que más cariño le tenía, era el papel de embajador de USA en China, en una super producción filmada hace muchos años.
En su billetera guardaba la foto con el personaje que caracterizó y con mucho orgullo lo enseñaba a quien lo requería.
Mi esposa que es agente de viajes, y estaba llevando a un numeroso grupo a China, lo convocó hace varios años, para que nos ilustre sobre la cultura china, pues deseaba instruir a los viajeros sobre las costumbres e historia de esta milenaria cultura.
Recuerdo esas charlas amenas y tan profundas que no hacia sino destacar sus notables conocimientos.
Allí nos conocimos y desde allí nació una gran amistad.
En el segundo grupo que mi esposa llevo a China, Guillermo fue nuestro guía.
Fue un viaje, donde durante algunas semanas pudimos convivir con una persona de una calidad humana insuperable.
Muchas veces ceno en casa, o salíamos a comer a la calle para disfrutar de las innumerables anécdotas de su paso por China.
Entre las numerosas obras que ha dejado, está un libro al que título “Y ahora quién soy yo “, en donde se podía ver que había una gran dualidad de cariño sobre su identidad peruana y siendo el jesuita, pudo convivir durante varias décadas en un país donde la religión no era permitida.
Su nombre en chino era Lao Ji, así le gustaba que lo reconozcan, él se consideraba el más chino de todos los peruanos.
Recuerdo una cena que hicimos en la casa para agasajar al embajador de Perú en China, que nos atendió de una manera excepcional cuando estuvimos allí, y nos preguntó si no nos importaba invitar al embajador de China en Perú.
En aquella ocasión compartimos nuestra mesa con estos ilustres invitados que fueron sugeridos por Guillermo.
Al cabo de unas semanas, nos llegó una invitación de la embajada de China, para participar de una comida a la que estábamos invitados mi esposa y yo junto con Guillermo.
Hasta ahora recuerdo el banquete que nos ofrecieron y Guillermo nos dijo muy sutilmente: “cuando te sirvan plato tras plato, mientras dejes tu plato vacío te seguirán sirviendo, algo que aprendimos de las costumbres chinas”.
Guillermo vivía en una casa comunal de la congregación en la avenida Mariátegui de Jesús María y cada vez que acabábamos de comer en casa, personalmente lo llevaba de regreso.
Guillermo cultivo muchas amistades, fue un hombre excepcional y sobre todo como los grandes hombres: humilde.
Mi querido amigo, no podía dejar de escribir unas líneas sobre una persona que merece ser recordada como uno de los peruanos más ilustres.
Zai-jian Lao Ji Lampadia