Si no hay reforma, no tiene sentido continuidad de Gareca
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Luego de la clasificación del Perú al mundial de Rusia en el 2018, yo escribí un artículo titulado “Si no reformamos el futbol tendremos que esperar otros 36 años”. Es lo que está pasando. El futbol peruano casi no genera buenos jugadores. Gareca logró armar un buen equipo maximizando el funcionamiento de los pocos buenos jugadores que tenemos. Recuperó la esencia de nuestro fútbol, agregándole disciplina defensiva y recuperativa. Pero eso tiene sus límites y los hemos visto. No hay material. Y se nota cuando nuestros clubes participan en la copa Libertadores. Somos el país de Sudamérica que menos jugadores exporta.
Lo peor de todo es que la Federación Peruana de Futbol empezó efectivamente hace unos años, en la gestión de Edwin Oviedo, a trabajar un plan serio de reforma y mejora de nuestro futbol, que ha sido abandonado. Oviedo conformó comisiones integradas por profesionales de primer nivel que diseñaron el llamado Plan Centenario, un plan de cinco años para modernizar el futbol, que contenía cuatro programas:
- Infraestructura
- Desarrollo Deportivo
- Gobierno corporativo de los clubes
- Profesionalización.
Se concibió y puso en marcha campeonatos de menores y juveniles, justamente para generar jugadores. Ese plan estuvo a cargo de Daniel Ahmed, que avanzó lo que pudo, hasta que fue despedido y el plan de menores cancelado. Recién hace pocas semanas se ha restablecido el campeonato de reservas.
También se lanzó un programa de licenciamiento de los clubs de primera y segunda división, y para lo cual debían tener canchas de entrenamiento e instalaciones básicas, divisiones inferiores -también para generar jugadores- y una administración profesional. Si no cumplían los requisitos y estándares establecidos, no se licenciaban y debían abandonar la primera división. Incluso se firmó un convenio con la liga española para asesorar la gestión de la liga 1 y convertirla en una liga competitiva y plenamente profesional.
Todo eso ha sido dejado de lado casi completamente y ha quedado prácticamente en nada desde que asumió la presidencia de la FPF el señor Agustín Lozano. De todas las personalidades que se convocó y que entregaron lo mejor de si, solo quedan Juan Carlos Oblitas y Ricardo Gareca, que no se fueron porque no podían.
Según Felipe Cantuarias, el dinero se ha destinado a gastos corrientes en los clubes y a viajes de dirigentes, a fin de que el señor Lozano pudiera reelegirse. Se dice que la Federación invitó a más de 100 personas a Doha. Son temas que deben investigarse, porque no se puede tolerar corrupción en algo tan importante para la salud nacional.
Como fuere, es imperativo retomar el plan de reforma del futbol. De lo contrario, no tendría sentido la continuidad de Gareca: ¿para seguir engañándonos y creando ilusiones sobre una base extremadamente precaria? Se requiere un plan a fondo que convoque a clubes, empresas y Estado.
Este deporte, como sabemos, es fundamental para la unidad y la autoestima nacional. Y para la identidad nacional.
En la selección de Gareca los peruanos proyectamos el modelo de lo que en realidad somos y podríamos ser si tuviéramos profesionalismo, disciplina, meritocracia y entrega. Nos identificamos con una selección que hacía las cosas bien, con un estilo propio, porque allí no había corrupción, ni compadrazgos ni favoritismos. Se ponía a los mejores y se dejaba que la virtud aflorara. Hacia eso tenemos que ir. Lampadia