Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Parece que, en el Perú, jamás aprenderemos la importancia que tiene la prevención de catástrofes. Esto tiene que ver con el recurrente Fenómeno del Niño (FEN) que, como sabemos, tiene sus impactos en la costa norte, específicamente en los departamentos de Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad, si lo vemos en términos de inundaciones. Otro tanto en todos los departamentos costeños expuestos a huaycos, producto de las acumulaciones de agua en las zonas alto andinas.
Debemos considerar también, los casos de heladas de la sierra de Puno, Arequipa y Moquegua, así como otros fenómenos ya recurrentes y conocidos en nuestro país.
De todas las actividades que demanda la presencia de esos fenómenos naturales, la principal y menos trabajada, es la prevención. Ya pareciera un problema de nuestra cultura, si no el de una desidia incurable, así como el de un desprecio extremo de nuestros políticos y gobernantes, tanto a nivel nacional, como subnacional.
Cuando se presentó el FEN del año 2017, se le planteó este asunto al gobierno de turno, así como la necesidad de hacer un estudio integral de la situación geográfica, la topografía, la hidrografía y los cauces naturales de estas avenidas, de forma que se haga un nuevo planeamiento y diseño de los drenajes adecuados, se identifique las alturas aprovechables para la construcción y diseño de protecciones ribereñas, así como un replanteo de la forma de urbanizar zonas que, a futuro, no se vean afectadas. De ahí que se adoptó el nombre de “Reconstrucción con Cambios” (RCC).
Han pasado seis años y este replanteo y nuevo diseño de drenajes, no se hizo. Hoy ya estamos sufriendo la consecuencia natural de la incapacidad de los gobernantes, quienes bien merecen el castigo de la sociedad, en lo político, civil y penal. Ser Alcalde, Gobernador Regional, Presidente o Ministro, no es cosa de juego. Eso acarrea responsabilidades civiles y penales, de modo que la incapacidad y falta de preparación para ejercer esos cargos, no es óbice para que no sean sancionados. Además, esa es una buena razón para que, ante las responsabilidades asumidas, cualquier individuo no preparado evite acceder a esos cargos.
Ciertamente, ante la tarea no realizada, tenemos la obligación de hacer los estudios adecuados de canalización de los ríos, diseño adecuado de los drenajes, descolmatación permanente de los cursos de agua y sanción muy severa a los que arrojan basura y desmonte en ellos. En esencia, debemos estar preparados para retornos de muchos años, de forma que tengamos márgenes de seguridad y podamos proteger nuestra infraestructura, puentes, carreteras y las ciudades mismas, incluyendo la protección a las viviendas, zonas industriales y comerciales, fuentes de nuestra actividad económica.
De la misma manera, las zonas expuestas a huaycos, deben ser liberadas de obstáculos y construcciones, tarea difícil pero indispensable, para evitar catástrofes con pérdida de vidas humanas.
Tenemos que trabajar en las zonas que tradicionalmente sufren heladas, para diseñar y construir casitas calientes y espacios apropiados para neutralizar los efectos del frío, especialmente en colegios y hospitales o puestos de salud. La respuesta típica del Estado de pedir y enviar frazadas y ropa de abrigo, siendo necesaria, es una acción secundaria. Lo principal es brindar espacios habitables, con temperaturas aceptables y con sistemas de calefacción saludables.
Las sequías, son otros eventos para los que debiéramos estar preparados, contar con reservorios e irrigaciones, de forma que podamos prevenir y mitigar sus efectos.
Debiéramos estar haciendo uso adecuado y provechoso del satélite, que por US$600 millones compraron Humala y Cateriano, con esto tendríamos alerta temprana de estos fenómenos meteorológicos y pudiéramos anticiparnos.
Los fenómenos de la naturaleza son inevitables, pero ante ellos, tanto el Estado como la ciudadanía, deben estar preparados para:
- Tener una rápida y adecuada respuesta a la emergencia.
- Contar con soluciones que prevean un adecuado cumplimiento ambiental y con la ingeniería adecuada.
- Contar con planes de remediación ambientales, en preparación de futuros eventos, ante las nuevas condiciones topográficas e hidrográficas.
- Ejecutar los planes de manejo de residuos ocasionados por el desastre, de modo que no se conviertan en nueva fuente de riesgo.
- Adecuar un desarrollo urbano y territorial, que eviten futuros desastres.
- Reaccionar con personal entrenado en seguridad y remediación de desastres.
En el mundo se han producidos desastres como: El Tsunami del sudeste asiático del 2004, el huracán Katrina en New Orleans en 2005, el terremoto de Haití del 2010, el ciclón de Queensland de 2011, mientras Japón ha sufrido terremotos, tsunamis y tifones (Todos los casos mucho más dramáticos que los ocurridos en el Perú). En varios de estos casos, empresas especializadas en “Manejo de Desastres” han atendido la emergencia, la remediación y el diseño de planes de prevención para el futuro. Japón ha dado ejemplo de eficiencia en la prevención de desastres, remediación y reconstrucción de zonas afectadas por ellos. Así como también ha asumido liderazgo en estas tareas, al punto de conducir la “Conferencia Mundial sobre reducción de desastres”. Pero al margen de eso, ha instituido la disciplina de que, cada vez que se produce un desastre, se vuelve a revisar el programa de prevención. Debemos aprender de ellos.
Cuando ocurrió el terremoto de Pisco en 2007 o el FEN del 2017, el gobierno debió enfrentar una Reconstrucción con Cambios, lo que debió suponer el planeamiento del desarrollo territorial y urbano, construcción de habilitación urbana en ambos casos. Igualmente, se debió trabajar en el diseño de las obras hidráulicas, canalización de los ríos, determinación de la sección adecuada de lechos de ríos y canales y plantear la construcción de diques y defensas ribereñas, en previsión de la repetición de estos fenómenos en el norte, así como definir las tareas de mantenimiento que los gobiernos subnacionales, deberían ejecutar cada año.
En lugar de tanto antropólogo, sociólogo y filósofo en el aparato del Estado, divagando sobre ideologías de género, entre otros, que no salvarán la vida de nuestros ciudadanos, debiéramos contar con más ingenieros especialistas, que deberían estar evaluando nuestros riesgos, proponiendo proyectos de prevención, así como desarrollando estos proyectos.
Lamentablemente, en el Perú, como en toda Latinoamérica, acceden a la política los peores individuos (salvo excepciones), quienes, cuando no son ignorantes, son corruptos, delincuentes y prontuariados, a quienes, lo que aquí comentamos, no les significa absolutamente nada.
Los peruanos tenemos la obligación de impedir que esa gente acceda al poder, por el bien de nuestra patria. Lampadia