Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 25 de febrero de 2022
Para Lampadia
El Estado peruano está atiborrado de funcionarios cuyos Currículums Vitae (CV) están embarrados con diplomas falsos. Para muestra, un botón. Los certificados académicos otorgados por el Instituto Librejur a favor de la Fiscal de la Nación, es tan sólo un ejemplo de ello. Aunque parezca mentira, la Doctora Zoraida Ávalos, la mismísima Fiscal de la Nación, es una de tantos usufructuarios de la corrupción diplomada de nuestro país. Imaginémonos, si la Número Uno del Ministerio Público es como es ¿cómo será todo el resto del escalafón burocrático del Estado?
Bueno pues, Librejur es también, tan sólo uno de miles de “institutos educativos” que hay en el país, para acreditar “conocimientos” en todas las competencias y especialidades habidas y por haber. (El entrecomillado es adrede.) Por ejemplo, hace poco se propalaron unos audios que revelaban la clásica venta de puestos de trabajo en el Hospital Regional de Ica, para lo cual se mencionó el nombre de un instituto que otorgaba certificados de “especialización” en el manejo del COVID… sin tener que demostrar ningún conocimiento al respecto. ¡Un crimen!
O sea, si quieres enaltecer tu CV, sólo tienes que encontrar el instituto de la especialidad deseada, y punto. Todas las ingenierías, todas las abogacías, todas las especialidades médicas, periodismo de investigación o farandulero, todas las especialidades magisteriales, policía de investigación o de seguridad… en nuestro país tenemos diplomas y certificados académicos para todo el mundo. Y repito, sin tener que demostrar conocimiento alguno. En el Estado peruanos – ya se sabe – lo que vale es el cartón, el conocimiento es lo de menos.
También tenemos títulos universitarios falsos. Para ello, el jirón Azángaro en Lima es la Meca de la corrupción diplomada. ¿Quieres ser ingeniero de la UNI? Azángaro te acredita como tal, con firma de rector incluida. ¿Quieres ser egresado de San Marcos, Cayetano Heredia, La Molina o La Católica? Azángaro es la voz. Incluso, ahí se emiten títulos de las más prestigiosas universidades del mundo… ¡en idiomas extranjeros!
Ahora bien, Azángaro es para los que pican alto. En realidad, no tiene sentido ir a Azángaro para títulos de universidades bamba, las cuales existen por montones, incluso algunas licenciadas por SUNEDU. Dicho sea de paso, varias universidades bamba son de propiedad de políticos en actividad. Todos, políticos que mueven cielo y tierra en el Congreso de la República para tirarse abajo la reforma universitaria. En fin…
Pero Azángaro también emite certificados de trabajo para acreditar experiencia laboral. Pero eso sí… falsos. Sin embargo, para el Estado, eso no importa. ¿Necesitas demostrar X años de experiencia profesional en tal institución? Azángaro te acredita como ex funcionario de dicha institución, por el tiempo requerido, con logo incluido, y firma “legalizada” del Director de Recursos Humanos correspondiente. Y por una módica suma adicional, hasta carta de recomendación y / o de buena conducta. ¡Descaro total!
Pues bien, la madre del cordero de todo esto es el propio Estado. Eso de equiparar títulos académicos por categoría – bachilleratos, maestrías y / o doctorados – independientemente de la institución que los otorga, lo dice todo. Efectivamente, para el Estado, una maestría de la Vallejo o la San Juan Bautista vale igual que una maestría de la UNI o La Católica. O sea… ¡un absurdo! Sólo al Estado se les pudo haber ocurrido que un título de una universidad bamba valga igual que el mismo título de una universidad de élite.
En realidad, semejante aberración proviene de aquellos políticos mafiosos, dueños de universidades bamba, verdaderos estafadores de la juventud peruana. Por ello – por la corrupción diplomada – tenemos tantos institutos y universidades de pésima calidad. ¡Una lástima!
Propuesta de solución: ¿por qué, en vez de acreditar capacidades y conocimientos con diplomas, no implementamos un sistema de evaluación especializado independiente, diseñado para medir aprendizajes y capacidades en todas las disciplinas del conocimiento humano, tal como existe en los países más desarrollados del mundo? Así, si en vez de valorar los certificados falsos de la Doctora Zoraida Ávalos, el Jurado del caso la hubiera sometido a una prueba de conocimientos, ciertamente el resultado habría sido otro, y algún magistrado mucho más calificado que la Doctora Ávalos, sería el – o la – Fiscal de la Nación.
Y lo mismo se propone para todas las contrataciones del Estado. En vez de caer en la trampa de la corrupción diplomada ¿por qué no someter a pruebas de conocimientos – pero, de verdad – a todos los postulantes a puestos estatales? Así mataríamos dos pájaros de un tiro: (1) fuera el clientelismo político en el Estado, y (2) fuera las universidades e institutos bamba del mercado.
A eso se refiere – precisamente – la tan mentada meritocracia estatal. El que sabe, bienvenido al Estado. El que no, a su casa calabaza. Por eso – precisamente – la sola palabra “meritocracia” le produce arcadas al presidente Castillo y su pandilla. Porque de llevarse a la práctica, se acabaría con la corrupción diplomada en el Estado peruano. Lampadia