Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
En el mundo predominan diferentes culturas, unas más disciplinadas que otras. Hay a quienes se les inculca el concepto del trabajo duro, cuando para otros, eso no es central. Hay religiones que forjan la cultura del éxito y competencia, mientras que otras son más conformistas y hasta critican esa actitud y deseo de superación. Culturas que tienen claro, que el deber principal de un adulto, es trabajar con ahínco por el bien de su familia y su patria, mientras que el de un menor de edad, es estudiar mucho y aprender para forjarse un mejor futuro. El problema surge cuando estos conceptos no están claros o simplemente son inexistentes.
Por otro lado, en el Perú, la población menos educada se reproduce a una velocidad equivalente al doble de la población con más educación. Esto no solo ocurre porque más del 70% de las mujeres con educación terciaria usa métodos anticonceptivos, mientras que sólo 1/3 de las mujeres poco educadas los usan, sino que, en los niveles poco educados, hay una presión machista, incluso violenta por sexo, donde los maridos desprecian y proscriben el uso de métodos anticonceptivos. Obviamente, la consecuencia natural es el crecimiento más acelerado de las poblaciones más pobres y menos educadas.
El problema es que, en países democráticos, con poca cultura y bajo nivel de conocimientos; donde para ser elegido autoridad sólo se requiere ser peruano de nacimiento, mayor de edad, con DNI y ninguna exigencia adicional, los pueblos elegirán gobernantes y congresistas que serán una muestra muy representativa de su cultura. Buscan a alguien que comparta los mismos ideales de sus electores, conozca las mismas cosas que el elector conoce y que aprecie las mismas costumbres que el elector aprecia. En consecuencia, el elegido será uno más del rebaño y no un líder que sepa qué debe hacerse.
Eso es lo que nos viene ocurriendo en el Perú. Cuando vemos a los alcaldes y concejales, a los gobernadores regionales y a los congresistas o a los miembros del poder ejecutivo, encontramos esto que estamos describiendo. Cada vez llega más gente sin valores, sin conocimientos ni preparación. El que menos, tiene “anticuchos” por todos lados, demandas judiciales, tanto por anteriores actividades en el sector público, como en el privado y en muchos casos, por inconductas en su vida personal. Y así han sido elegidos.
¿Cómo hemos hecho para votar por un partido que llevó en sus filas al congreso, una bancada con gente que, ellos mismos se han visto obligados a expulsar del partido, por delincuentes?
¿Cómo se eligió a ladrones que, como si fuera chiste, les llaman los “mocha sueldo”?
O a otros, con plata como cancha, pero que dentro del Congreso no son más que peones digitados por el “dueño” de su partido. Un claro ejemplo es el actual presidente de la mesa directiva del Congreso; un oscuro abogado que tiene tantas faltas (¿o delitos?) que no merecería siquiera haber llegado al congreso que hoy preside, pero que se sostiene gracias a una bancada que lo blinda.
No tienen pensamiento propio, moral ni valores. Gente que, con todo el descaro del mundo se va a vivir al extranjero por más de medio año y reclama que está con licencia. Otros comunistas, pero con ciudadanía americana y negocios en USA, quienes también optaron por pasar temporadas en el país que los acogió, pero eso sí, votando y participando de manera remota, como si aún estuviéramos en pandemia. Contamos con 13 congresistas que decidieron viajar a Rusia, sin tener en consideración siquiera, la posición adoptada por la política exterior peruana. Mientras, de pasadita, uno optó por quedarse una temporada en Rusia y otro por “escaparse” de shopping a China, sin autorización de nadie, pero no pasa nada.
En fin, salvo algunas muy honrosas excepciones, la población del Congreso es absolutamente no recomendable para nada. Una manga de mentirosos, tránsfugas y, muchos de ellos, con conexiones con minería ilegal, transportistas ilegales, mafias de tala ilegal y narcotráfico. No es casualidad pues, que ya el presidente del Poder Judicial de a conocer públicamente, su preocupación respecto a que, el crimen organizado está atentando contra la estructura del Estado.
Obviamente, con estos representantes de esos sectores mafiosos, es imposible pretender una legislación adecuada.
Como es natural, ellos están a la búsqueda de oportunidades para legislar en favor de las mafias, los colegios y universidades truchos, las mafias de transportistas, prorrogar plazos para la “formalización” de mineros ilegales (REINFO), hacer de la vista gorda con el tráfico de drogas y trata de personas o reducir los plazos de prescripción de sus delitos.
Nadie quiere proponer una legislación laboral y tributaria seria, que permita la incorporación al sector formal, de más del 80% de emprendedores arrinconados y abrumados por legislación draconiana. Tampoco quieren enfrentar con seriedad y estrictez la seguridad ciudadana. Nadie quiere hacer cumplir estrictamente las leyes migratorias y, por supuesto, pugnan por destruir el sistema previsional privado.
Todo lo que ocurre en los poderes ejecutivo y legislativo, se replica en el sistema judicial. A nadie sorprendió lo de la mafia de “los cuellos blancos del puerto”, que hoy se replica en otras esferas del sistema judicial. Tampoco sorprendió el caso del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), que hoy es reemplazado por la Junta Nacional de Justicia (JNJ), pero que resulta lo mismo que la CNM y con igual actitud y comportamiento. O acaso ¿alguien de la JNJ ha levantado su voz y demandado a los fiscales entreguistas (si no claramente corruptos) del caso Lava Jato?
Me parece que tendremos que recurrir a los valores de nuestros héroes del pasado y haríamos bien en trabajar un buen plan con los valores de Grau, Bolognesi y Cáceres como referentes.
Debemos hacer una campaña sostenida de valores a nivel escolar y universitario, como única forma de salvar a nuestro país. Lampadia