Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
En febrero 2019 escribí el artículo “Yo no fui fue Teté”. En esa oportunidad me estaba refiriendo, entre otras cosas, a las obras que una multitud de autoridades municipales y “regionales” (en realidad departamentales), ejecutaban a partir de una ignorancia supina respecto a las zonas de riesgo y criterios de ingeniería o simplemente por una actitud delictiva.
En esa oportunidad proponía, al igual que ahora, sancionar penalmente a esas autoridades sub-nacionales y nacionales, por invertir (en realidad botar nuestros impuestos) nuestros recursos fiscales en zonas críticas de riesgo, quebradas o zonas que ofrezcan riesgos de la naturaleza que, al activarse, puedan destruir vidas y obra física ejecutada por el Estado. Igual sanción debiera recaer sobre las autoridades que otorguen permiso municipal de construcción a particulares en tales quebradas, o bien en áreas de riesgo eléctrico (debajo de líneas de alta tensión donde la ley lo prohíbe explícitamente, pero que tales alcaldes “prefieren ignorar”).
Pero lo que no estaba en mi libro es que el “Presidente ingeniero”, siendo gobernador regional de Moquegua, iba a ejecutar la construcción del Hospital Regional de Moquegua en una quebrada, que al activarse destruiría su “obra emblemática”. Es importante resaltar que el Colegio de Ingenieros de Moquegua le hizo la advertencia oportunamente, pero tanto él como su Gerente Regional (recientemente ministro de diversas carteras), ignoraron dicha advertencia y “tiraron para adelante” ejecutando el proyecto. Supongo que no puedo responsabilizar a los personajes mencionados por los cinco años que tardaron en construir el hospital (ya sabemos que un hospital capaz de atender a diez veces el número de pacientes que el de Moquegua fue construido en China, por solo 30% más de presupuesto y en diez días de plazo). El hospital fue inaugurado por el Presidente-ingeniero el 22 de noviembre de 2019, por supuesto sin equipamiento completo, con filtraciones demostradas (por las lluvias del año anterior) y sin personal asignado para su operación, pero eso sí “con bombos y platillos”. Lamentablemente, lo que estaba anunciado ocurrió en febrero 2020, se activó la quebrada Centenario produciendo estragos en los accesos del hospital y ciertas instalaciones…
No quiero ser demasiado suspicaz, pero cuando uno junta lo mencionado en párrafos anteriores, con el hecho que “soltaron” centenas de cheques en el último día de gestión en el gobierno regional, para el pago del adelanto de un alto porcentaje del presupuesto de la obra, el mismo que aún no contaba con el expediente técnico correspondiente aprobado, me suena a corrupción pura y dura.
Como “lloviendo sobre mojado”, debo reiterar que el Presidente-ingeniero pretende acelerar la regionalización, transfiriendo más recursos para que sean ejecutados por los alcaldes y gobernadores, con la mayor celeridad posible. Hemos repetido hasta el hartazgo que los proyectos de infraestructura deben tener un claro propósito, un diseño e ingeniería de calidad que resuelva el problema de manera permanente, con una vida útil de al menos 50 años y para su ejecución debemos contratar con una compañía responsable, cuya ejecutoria sea demostrada, así como una empresa supervisora también de calidad. Tanto las empresas de ingeniería, construcción y supervisión, deben ser empresas con calidad profesional y técnica, que tengan un prestigio que cuidar y que garanticen la duración de las obras que ejecuten.
La prueba ácida de lo dicho anteriormente, debería quedar certificada con una póliza de seguros internacional que nos garantice que cualquier acto de la naturaleza o acto de Dios, que fortuitamente exceda los límites razonables y previsibles por la mejor ingeniería, serán resarcidos para salvaguardar el interés nacional.
Pero no, aquí hacemos hospitales como el mencionado, puentes y carreteras diseñados, construidos y supervisados por sabe Dios quien. Contratados por alcaldes, gobernadores regionales e incluso funcionarios del gobierno central, como el de Ilabaya en Tacna, inaugurado en diciembre de 2019 por el Presidente-ingeniero quien “hinchaba pecho” por el pronto cumplimiento de su compromiso, pero que colapsó en febrero 2020. Otro ejemplo es el puente ejecutado en Huaylillas, Pataz, construido durante este gobierno y colapsado en diciembre 2019, solo por mencionar unos pocos.
Estimado lector, un capítulo aparte merecería la ya famosa “Reconstrucción con Cambios” del norte, pero no tocaré el tema porque después de tres años de ocurrido el fenómeno del niño (marzo 2017) y la miserable ejecución a estas alturas del partido (marzo 2020), se ha regado ríos de tinta sobre el asunto y no les entran balas, pues resulta que ahora están descubriendo que los PMO (Project Management Office), debieran hacerse cargo de esta reconstrucción, cosa que se le sugirió a la PCM en marzo 2017. Mejor no insistir… Lampadia